9 de septiembre de 2025
El triunfo de Kicillof abre otra etapa de discusión sobre la conducción en el PJ y la necesidad de la unidad

El Gobernador quedó fortalecido después de la elección provincial y ahora afronta el desafío de jugar un rol trascendente en la reorganización del espacio político
Otro intendente del conurbano, también enrolado en las filas axelistas, agregó: “Axel tiene que abrir los brazos y recibir a los intendentes que hasta aquí no se quisieron sumar, pero que, en muchos casos, quedaron dolidos por los cierres de listas y los lugares que les dio Máximo”. Dónde está concentrado el poder actual y quién tienen la capacidad de ser presidenciable serán un ordenador clave en la interna del peronismo. Y ahí reside parte de la disputa entre Kicillof y CFK.
Kicillof empezó el proceso electoral sin tener una silla en la mesa de decisiones políticas de Fuerza Patria - antes Unión por la Patria -, y lo terminó posicionado como un nuevo líder consolidado dentro del peronismo bonaerense y con el traje de candidato presidencial guardado en el placard de la gobernación. Con eso no alcanza para tener representación del esquema nacional más allá de la provincia. Pero sí para iniciar una nueva etapa donde las placas tectónicas del PJ se reacomoden por la fuerza de la realidad.
“En el peronismo te alineas con el que gana. Te puede gustar o no, pero funciona así. Y así fue con el kirchnerismo en otro momento. Con Néstor y con Cristina. El poder de turno y el poder proyectado hoy están en el mismo lugar. Ahora conduce Axel”, sentenció un importante funcionario bonaerense pocas horas después del triunfo electoral. La aceptación de ese liderazgo no es total. Por eso la convivencia no será en paz.
Para una gran cantidad de dirigentes de Buenos Aires, el peronismo provincial ahora será conducido por Kicillof. “Ya no hay dudas de eso”, resaltó un legislador con extensa experiencia, quien además sostiene, desde hace tiempo, que hay un agotamiento del liderazgo de Cristina Kirchner y el rol trascendental ocupado por La Cámpora. Una postura que se repite en las expresiones de muchos nombres propios del peronismo bonaerense y nacional. Claro está que el principal desafío del Gobernador es capitalizar lo logrado ayer en la elección y convivir con las tensiones internas que van a aparecer inevitablemente. Tal vez por eso en el círculo más chico de Kicillof sostengan una línea discursiva vinculada a la necesidad de mantener la unidad lograda para la elección bonaerense.El cristinismo afronta un escenario complicado dentro de la interna. Deben empezar a convivir con una figura que se revalorizó a través de los votos, el método que más puede legitimar a un dirigente político. Kicillof ha bajado una línea de unidad consistente. Ninguno de los dirigentes de su riñón saca los pies del plato. Es unidad con todos y a toda hora. Para capitalizar el triunfo lo que menos hace falta es conflictividad interna.
“Parece que otra vez más le erraron de diagnóstico”, dijo, irónicamente, un ex funcionario nacional, con recuerdos poco felices de su convivencia con La Cámpora en el gobierno de Alberto Fernández. Dentro del peronismo los pases de factura son una constante. Porque nadie olvida el pasado reciente y porque las diferencias sobre cómo hacer política siendo oficialismo son muy distintas dentro de la fuerza política.
La pela a fondo por el desdoblamiento se convirtió en un bumerán para el cristinismo, que hoy padece los daños colaterales de un enfrentamiento extenso y sin sentido vinculados a una estrategia electoral y al posicionamiento de un liderazgo en crecimiento.Por eso la unidad es clave. Porque es la base de cualquier posible triunfo. La unidad resulta necesario pese a las diferencias internas que permanecen enquistadas en el corazón de Fuerza Patria y que se materializan en pequeños actos, como el silencio que separa a Cristina y Máximo Kirchner de Kicillof. Ninguno de los dos llamó al Gobernador después del triunfo electoral del domingo.