11 de diciembre de 2025
De soñar con llegar a la F1 al ritual secreto para que su hijo sea campeón: la asombrosa historia de la madre de Max Verstappen

Sophie Kumpen supo ser reconocida como una de las mejores arriba del karting, pero luego de ser madre decidió apostar en la crianza de un joven que se convirtió en estrella
Kumpen no solo compitió, sino que también venció a futuros pilotos de F1 como Jenson Button, el propio Trulli y Giancarlo Fisichella. El británico, campeón del mundo en 2009 con el Brawn GP y compañero de equipo de la mamá de Max en 1995, la describió como “una piloto fantástica” y recordó: “Vi cómo pilotaba y era muy buena”, en declaraciones recogidas por De Limburger. Christian Horner, jefe todopoderoso de Red Bull, que este año fue despedido de la estructura de la bebida energizante, y antiguo rival en las pistas de karting, afirmó: “Estaba entre los diez mejores pilotos de karting del mundo, sin duda. Había pilotos con mucho talento como Jarno Trulli, Giancarlo Fisichella, Jan Magnussen o Dario Franchitti, y Sophie estaba a su nivel”.
La maternidad y el apoyo a la carrera de Jos marcaron el final de su trayectoria deportiva. Tras el nacimiento de Max y Victoria Jane, su otra hija y hermana del famoso corredor, se dedicó a su familia. Tiempos después, tras un turbulento matrimonio que terminó en divorcio (2008), intentó regresar a las pistas, pero un accidente en el trazado neerlandés de Zandvoort -sufrió la fractura de una vértebra-, frustró su retorno.
La leyenda cuenta que fue Kumpen quien, tras la insistencia de su pequeño, la que accedió a comprarle su primer kart, iniciando así el camino que lo llevaría a la élite del automovilismo. Aunque tras el divorcio Jos asumió el rol principal en la formación de Verstappen hijo, Sophie continuó apoyando a su hijo desde la distancia, consciente de que su propio sueño se realizaba a través de él.
Lo más relevante es que este rito se transformó en una tradición familiar. Sophie le envía a Max una foto de cada vela encendida, un gesto que se repite desde hace más de una década. La comunidad de ese pequeña población en Bélgica ya reconoce su presencia habitual, tanto que la asocian con la devoción y el apoyo incondicional a su hijo.
A pesar de ser una apasionada del deporte motor, Kumpen prefiere seguir las carreras desde casa, acompañada de sus perros, y evita asistir a los circuitos para no transmitir su nerviosismo. Como seguramente hizo en cada carrera de los últimos años en los que su hijo Max cosechó cuatro títulos, su mamá fue a prender una vela el último fin de semana para que la ayuda divina interfiriera entre el sueño de la quinta consagración y Lando Norris. Esta vez, su rezos no le alcanzaron a Verstappen para coronarse, pero el trabajo de esa mujer que dejó su sueño de correr en la Fórmula 1, ya está hecho.


