16 de abril de 2025
El correísmo se fractura en torno a la narrativa de fraude luego de que las misiones internacionales validaran la elección en Ecuador

Autoridades locales y figuras del movimiento reconocieron la victoria de Daniel Noboa, mientras Rafael Correa y aliados en el exterior insisten en denunciar irregularidades. La OEA, el Parlasur y otras misiones descartaron un fraude estructural y llamaron a respetar los resultados
Otros dirigentes provinciales de RC replicaron esta postura el 14 de abril. El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, afirmó que “un comportamiento plenamente democrático exige, en este momento, dos cosas: reconocer los resultados anunciados ayer por el CNE; y que esas mismas autoridades electorales procesen todas las inconsistencias que se presenten”.
En tanto, la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, aunque más ambigua, agradeció al binomio de Luisa González-Diego Borja por su esfuerzo de campaña y señaló que trabajará con el nuevo gobierno por los recursos que requiere su provincia. De hecho, Pabón llegó a referirse a Noboa como “presidente reelecto” en sus mensajes, ratificando de facto su legitimidad . Esta aceptación explícita por parte de autoridades de la Revolución Ciudadana –incluyendo también otras figuras como el alcalde de Esmeraldas, Vicko Villacís, o el prefecto de Azuay, Juan Cristóbal Lloret– contrasta con la negativa de González a reconocer su derrota y con las denuncias de fraude promovidas por la cúpula correísta.La reacción de Correa y sus aliados en el exilio ha sido muy distinta. Desde Bélgica, el ex presidente Correa desconoció los resultados preliminares y habló de un “mega fraude” y un “robo de votos”, sin presentar pruebas. Asimismo, figuras correístas fuera del país, como la ex asambleísta Gabriela Rivadeneira, han intentado posicionar ante la comunidad internacional la narrativa de que la elección fue fraudulenta. Este discurso de fraude ha sido difundido mediante comunicados oficiales de RC y de organizaciones afines. Por ejemplo, en un comunicado emitido el 14 de abril, el movimiento Revolución Ciudadana aseguró tener “evidencia concluyente de un fraude electoral sistemático”, alegando que “miles de votos para Luisa González desaparecieron injustificadamente durante el conteo” y que Daniel Noboa habría registrado incrementos “estadísticamente imposibles” en numerosos recintos. La RC denunció supuestas manipulaciones de actas –afirmando que decenas de actas sin firma habrían favorecido solo a Noboa– y criticó la prohibición del uso de celulares en los recintos, medida adoptada para prevenir fotografiar el voto coercionado, interpretándola como un intento de impedir evidenciar la preferencia real de los votantes.En la misma línea, la CELAC Social –brazo de organizaciones sociales de la CELAC– emitió una declaración internacional respaldando a González y denunciando un “grave atentado contra la voluntad popular” en Ecuador. El comunicado de CELAC Social enumeró “múltiples señales de fraude”, incluyendo cambios de última hora en lugares de votación, uso arbitrario de recursos estatales en favor de un candidato, restricciones a la observación independiente y la controvertida militarización bajo estado de excepción durante los comicios. De igual manera, la Asociación Americana de Juristas (AAJ) –una ONG con estatus consultivo ante la ONU– se sumó a las denuncias, expresando en un pronunciamiento urgente su preocupación por una supuesta “alteración grave del orden democrático” en Ecuador y pidiendo una investigación exhaustiva del proceso electoral, según compartió Correa en su X. Paradójicamente, incluso analistas cercanos al correísmo han puesto en duda la viabilidad de revertir el resultado alegando fraude. El politólogo Jacobo García, afín a RC, reconoció en una entrevista con Ingobernables –plataforma también cercana al correísmo– que revertir una diferencia de 11 puntos porcentuales implicaría demostrar que “50.000 actas están mal”. En efecto, la ventaja oficial de Noboa sobre González supera el millón de votos, por lo que cualquier impugnación requeriría evidencias masivas de alteraciones en las actas de escrutinio a nivel nacional, algo que ni los delegados de RC en las mesas reportaron durante el conteo ni ha sido corroborado por terceros independientes.La misión de la OEA (Organización de Estados Americanos) afirmó que “los datos arrojados por el Sistema Informático de Escrutinios y Resultados del CNE coinciden con la información compilada por los observadores de la OEA desplegados en el país”.
Además, los observadores de la OEA realizaron un cotejo aleatorio de actas en las mesas monitoreadas y verificaron la “coincidencia entre las actas transmitidas, las recibidas por los partidos y las devueltas en el paquete electoral”, ratificando la correspondencia entre los resultados oficiales y las copias en manos de las organizaciones políticas. Además felicitaron a Ecuador “por su civismo y compromiso con la democracia”.Observadores del Parlasur, de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE), de la COPPPAL y del Parlamento Andino elogiaron el trabajo del CNE y el desarrollo exitoso del balotaje en sus reportes preliminares. Ninguna de las misiones internacionales acreditadas halló irregularidades sistemáticas que pusieran en duda el resultado definitivo de la contienda.
Los datos finales del escrutinio arrojan, además, un contexto que desafía la narrativa de fraude. Si bien Luisa González no aceptó su derrota inicialmente, lo cierto es que incrementó su votación en la segunda vuelta en comparación con la primera. La candidata de RC obtuvo cerca de 160.000 votos más que en la primera vuelta de febrero, alcanzando victorias en 5 provincias. Sin embargo, este crecimiento fue ampliamente superado por el salto en votos de Daniel Noboa, quien sumó aproximadamente 1,28 millones de votos adicionales en el balotaje al atraer apoyos de otros electorados, logrando así una ventaja amplia e irreversible del 55,6% contra 44,4% sobre González.