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25 de septiembre de 2024

África Occidental es el nuevo epicentro del terrorismo mundial y enciende las alertas de la comunidad internacional

Con el correr de los años, la región se volvió cada vez más propensa a la llegada de estos grupos extremistas, que repelen la presencia de los aliados de Occidente e impulsan una crisis migratoria que repercute en el mundo

>África Occidental ya se posiciona como el nuevo epicentro del terrorismo mundial, con fuerte presencia de grupos En los últimos años, formaciones vinculadas a Al Qaeda o el Estado Islámico han tenido una insurgencia en zonas rurales, con miles de civiles asesinados y otro tanto obligado a huir hacia zonas más seguras. Burkina Faso, Mali, Chad, Mauritania, Nigeria, Senegal y Níger son solo algunos de los ejemplos de países donde la tasa de inmigración se ha disparado en el último tiempo, derivando en una crisis que impacta en el mundo.

Un análisis de datos del grupo estadounidense de seguimiento de crisis Armed Conflict Location & Event Data (ACLED), realizado por la agencia Reuters, expuso que la cantidad de sucesos violentos encabezados por grupos yihadistas en Burkina Faso, Mali y Níger casi se ha duplicado desde 2021, mientras que en lo que va de 2024 ya se han registrado 224 ataques, frente a los 128 de 2021.

Como consecuencia, la Organización Internacional para las Migraciones advirtió que la tasa de desplazados desde el Sahel hacia Europa -especialmente las Islas Canarias- ha aumentado un 62% en los primeros meses del año, alcanzando las 17.300 personas, frente a las 10.700 de 2023.

Mientras la guerra en Ucrania, los conflictos en Oriente Medio y las elecciones en Estados Unidos y Venezuela se roban las portadas de los principales medios, África Occidental se convierte día a día en el espacio perfecto para que estos grupos yihadistas monten sus plataformas de lanzamiento hacia ciudades importantes -incluso fuera de la región-, entrenen a sus combatientes y, por qué no, se hagan con el control total de los territorios, por medio de golpes militares a los gobiernos respaldados por Occidente.

El JNIM, una facción alineada a Al Qaeda, tiene entre 5.000 y 6.000 combatientes en el Sahel, mientras que el EI entre 2.000 y 3.000, calcularon expertos de Naciones Unidas, lo que llevó a Saidik Abba, presidente del centro de estudios CIRES de París, a advertir que el terrorismo “está ganando terreno y la amenaza se extiende geográficamente”.

“No creo que los regímenes de Mali, Níger y Burkina se mantengan para siempre. Con el tiempo, uno de ellos caerá o perderá una cantidad sustancial de territorio, como ya ha ocurrido en Burkina Faso y, entonces, estaremos ante un Estado yihadista o múltiples Estados yihadistas en el Sahel”, advirtió por su parte Caleb Weiss, redactor de Long War.

El vasto poderío de estas células en África no fue tarea de unos meses, sin embargo. Desde hace cerca de una década, los yihadistas comenzaron a aumentar su presencia en el lugar y a emplear una mezcla de técnicas de coerción y oferta de servicios básicos y escasos a los locales, que veían en los gobiernos solo figuras débiles y corruptas.

A la par que buscaban reclutar a los locales, los combatientes fortalecieron su presencia gracias al apoyo financiero y la formación de líderes mundiales alineados con su ideología, se apoderaron de armas gubernamentales una vez conseguidos los derrocamientos de los Ejecutivos y hasta comenzaron a tejer redes entre ellos, incluso alcanzando pactos de no agresión mutua.

Así, poco a poco la comunidad internacional fue quedando con poco margen de operaciones en el terreno y hasta se ha visto obligada a salir de allí, como fue el caso de Estados Unidos y Francia.

Por ejemplo, las tropas de Washington y la CIA utilizaban sus drones en la zona para rastrear a los yihadistas y compartían su información con otros aliados, que asistían en los ataques aéreos contra los militantes insurgentes africanos. Sin embargo, tras su salida obligada del espacio y la falta de estos datos cruciales, “nadie más ha llenado el vacío (...) por lo que los yihadistas se mueven libremente en estos países”, agregó Nasr.

De todas formas, según el general Ron Smits, jefe de las Fuerzas Especiales de los Países Bajos, incluso alcanzando una visión común, el continente carece de las relaciones políticas y la capacidad militar para intervenir en esta situación. “No tenemos ninguna influencia en estos países sobre los grupos extremistas”, advirtió.

(Con información de Reuters)

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