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2 de enero de 2018

En 2018, Argentina volverá a colocar un satélite gigante en el espacio

Se trata del Saocom 1A, de tres toneladas de peso y con una antena de 10 metros de largo, construida íntegramente en Córdoba. Servirá para medir la humedad del suelo, detectar plagas y para otros usos agrícolas y ambientales.

En 2018, Argentina volverá a colocar un satélite en el espacio. Se trata del Saocom 1A, un gigante de tres toneladas, único en su tipo por la antena de 10 metros de largo.   Podrá analizar la superficie terrestre aún en días nublados y de noche, e incluso penetrar en el subsuelo terrestre hasta un metro con sus emisiones de microonda.   Será un instrumento clave para el análisis de la humedad del suelo con una precisión de 100 metros. Es decir que se podrán conocer las variaciones de humedad en porciones de hasta una manzana. Se trata de un detalle poco frecuente en tecnología espacial. El Saocom 1A es desarrollado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae). Integra una constelación de satélites de cuatro instrumentos italianos, ya desplegados en el espacio, y dos argentinos: Saocom 1A y 1B, este último a lanzarse en 2019. Quizá recuerde los satélites Arsat, lanzados en 2014 y 2015. Mientras que aquellos tienen funciones de telecomunicaciones, los Saocom serán de uso científico y técnico. Además, los Arsat están en una órbita geoestacionaria a 35 mil kilómetros, mientras que los Saocom tendrán un recorrido polar a 659 kilómetros de altura.   RELACIONADAS   Un desarrollo que derrama trabajo de alta calificación para Córdoba y el resto del país   Las misiones espaciales de este año El último satélite científico argentino fue el SAC-D Aquarius, lanzado en 2011, una misión en conjunto con la Nasa que tuvo como objetivo medir la salinidad de los océanos.   “Los Saocom van a tener un impacto económico importante en la agricultura argentina porque permitirán ahorrar en la aplicación de fertilizantes y plaguicidas. También servirán para estimar los rendimientos de los cultivos en base a la humedad de suelo y a la predicción de plagas”, explica Laura Frulla, investigadora principal de la misión.   Por ejemplo, se podrán hacer mapas de riesgo de enfermedades de los cultivos (como el hongo fusarium, perjudicial para el trigo), para crear sistemas de aplicación eficiente de fertilizantes.   “También se van a poder detectar sitios de acumulación de agua y nieve que van a facilitar el diseño de los sistemas de acceso al agua y también evitar la radicación de viviendas en zonas inundables con recurrencia de agua”, agrega Frulla.   La mayoría de los satélites de observación de la Tierra tienen instrumentos ópticos que no pueden estudiarla en días nublados ni de noche. Pocos trabajan en el rango de las microondas activas como los Saocom. El satélite es capaz de enviar una señal, la cual rebota en la superficie y luego es captada de nuevo por el satélite.   Otra ventaja es poder combinar la información de los satélites italianos y argentinos que trabajan en bandas diferentes.   “Los europeos son más sensibles a blancos más chicos por lo que tienen mejor resolución, pero no pueden penetrar en bosques o selva, donde si puede ingresar la banda L de los Saocom”, dice Josefina Peres, responsable del radar.

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