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17 de octubre de 2025

Azotados hasta sangrar y arrojados a pozos casi sin aire: nuevos y estremecedores relatos de los rehenes israelíes liberados

Los cautivos del grupo terrorista Hamas pasaron semanas en espacios muy reducidos, con golpizas repetidas y confinamiento casi herméticos, mientras eran sometidos a amenazas y presiones para quebrar su voluntad

>Encerrados en jaulas sin espacio para moverse, azotados hasta sangrar, arrojados a pozos donde apenas se podía respirar y obligados a pasar días con las extremidades esposadas: así describieron los familiares de los rehenes israelíes el sufrimiento que sus seres queridos vivieron en Gaza durante más de setecientos días bajo custodia del grupo terrorista Hamas.

Siempre supimos que tenía la fuerza emocional para sobrevivir, pero lo que logró supera cualquier expectativa”, relató Idit Ohel, madre de Alon Ohel, al explicar que su hijo soportó dos años con esquirlas en el ojo derecho y la cabeza, y que ahora regresa con visión limitada y requerirá una cirugía en el Centro Médico Rabin.

Rom Braslavski, de acuerdo con su madre, fue azotado y golpeado con objetos cuyo nombre prefiere no repetir: “Él aguantó porque sabía que un día terminaría”, señaló Tami Braslavski.

Fue esposado a los barrotes, en un espacio tan alto como seis pies y tan largo como el colchón. Puedes llamarlo una jaula”, aseguró su padre Yaron Or. Al mismo tiempo, otros rehenes como Yosef-Haim Ohana fueron arrojados a fosas subterráneas con otros seis cautivos, sin poder sentarse ni acostarse y con aire insuficiente, relató su padre, Rabino Avi Ohana.

Solo podían apoyarse de pie, le faltaba oxígeno. Lo sostuvo pensar en su familia”, dijo.

Intentaron convencerlo de que Israel ya no luchaba por ellos, diciendo que el país había colapsado y que miles de soldados habían muerto”, reveló la madre de Braslavski.

Las técnicas de aislamiento combinaban la violencia física y el terror psicológico. Los guardias obligaron a los cautivos a escuchar transmisiones religiosas, pero algunos lograron manipular el aparato para sintonizar la radio del ejército israelí. “Dijo: ‘¡Mi padre está vivo!’, y eso le dio nuevas fuerzas”, compartió el rabino Ohana.

La salida del cautiverio constituye solo el primer paso hacia la recuperación. De acuerdo con Pessach, “la presencia de sus familias es fundamental para el proceso de sanación”. El personal médico dice que responderán bien, aunque el proceso demandará semanas o incluso años.

El cuerpo recuerda esos más de 700 días de cautiverio y hambre”, explicó Michal Steinman, directora de enfermería del Centro Médico Rabin, refiriéndose a los cuadros de desnutrición y otros daños diagnosticados.

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