14 de octubre de 2025
Los escalofriantes testimonios de los rehenes israelíes liberados: torturas, hambre y desesperantes períodos de aislamiento
Uno de ellos contó que estuvo absolutamente solo los 738 días. Dos hermanos estaban secuestrados en la misma zona pero no lo sabían. Otros sobrevivieron más de dos años encadenados. Todos pasaron períodos de inanición
Los dos contaron a su familia que durante su cautiverio experimentaron tanto periodos de escasez extrema de alimentos como momentos en los que recibían algo más de comida.
En el caso de Guy Gilboa-Dalal, su padre explicó que su hijo fue alimentado a la fuerza durante el último mes, después de que la difusión de un video de propaganda de otro rehén en estado de extrema delgadez generara indignación internacional.El aislamiento fue una constante para muchos de los secuestrados. Matan Angrest, según relató su madre, pasó largos periodos bajo vigilancia especial y en soledad, sometido a torturas severas durante los primeros meses por su condición de soldado.La manipulación psicológica era parte de la estrategia de los captores. Los rehenes recibieron amenazas directas, como la de colocarles armas en la cabeza si no colaboraban durante la grabación de videos de propaganda. A algunos les mintieron sobre la situación en Israel, les decían que el país los había abandonado o que sus familiares habían muerto.
Además, los secuestradores jugaban con las expectativas de los rehenes, prometiéndoles la liberación en varias ocasiones. A Guy Gilboa-Dalal lo hicieron prepararse para liberación ficticias en tres oportunidades solo para disfrutar como sufría.
Algunos rehenes experimentaron breves momentos de convivencia menos tensa con sus captores. Omri Miran, quien estuvo retenido en 23 lugares distintos de Gaza, tanto en superficie como en túneles, llegó a cocinar para sus secuestradores, quienes apreciaban su comida. Su hermano relató que Miran mantenía un registro exacto de los días en cautiverio y que, en ocasiones, los rehenes participaban en juegos de cartas con los propios captores, quienes los incluían cuando necesitaban un jugador adicional. Estos episodios, aunque excepcionales, ofrecieron pequeños respiros en medio de la angustia.El regreso a la libertad supuso un impacto físico y emocional enorme para los liberados. Or, tras su liberación, pidió pasar tiempo a solas con su pareja, Noa Argamani, también ex rehén, y ambos compartieron su primer cigarrillo juntos después de dos años. Matan Angrest, según su madre, no recordaba muchos detalles del momento exacto de su secuestro, pero sí los combates previos y la muerte de sus amigos, así como episodios de abuso y quemaduras en las manos. La psicóloga Einat Kauffman, que trató a muchos sobrevivientes de la masacre del 7 de octubre, explicó a Infobae que la primera prioridad cuando vuelven secuestrados consiste en restituir a los liberados la sensación de autonomía sobre sus acciones cotidianas. “Lo primero que sí sabemos es que tenemos que darle a los sobrevivientes la sensación que tienen control en su vida”, señala. Durante el cautiverio, incluso los gestos más simples —como decidir cuándo hablar, reír, comer o ir al baño— quedaron sujetos a la voluntad de otros. Al regresar, muchos de los liberados muestran dudas sobre si pueden realizar acciones básicas sin pedir permiso, lo que se refleja en su lenguaje corporal y en la constante búsqueda de aprobación antes de actuar.En este contexto, el acompañamiento de la familia y el entorno cercano resulta fundamental. El reencuentro tras años de separación suele estar marcado por una mezcla de deseo de contacto y necesidad de espacio. Los especialistas recomiendan que tanto familiares como terapeutas respeten el ritmo de los liberados, permitiendo que sean ellos quienes marquen cuándo desean hablar, compartir experiencias, recibir abrazos o simplemente estar en compañía.
El contacto humano, ausente durante el cautiverio, se convierte en una necesidad urgente para muchos, aunque no todos lo solicitan de inmediato. Por ello, el entorno debe estar atento a las señales y ofrecer apoyo solo cuando los liberados lo pidan. Incluso en los procedimientos médicos, se recomienda preguntar y esperar el consentimiento antes de cualquier intervención, para reforzar la sensación de control y respeto por sus límites.