24 de julio de 2025
Highgrove y el éxodo de jardineros que desafía la imagen de excelencia en la residencia de Carlos III

11 trabajadores abandonaron la finca real en menos de dos años, lo que generó preguntas sobre el clima laboral y la gestión en uno de los jardines más famosos del Reino Unido, según publicó Vanity Fair
Uno de los temas más polémicos son las denuncias contra Carlos III por supuestas exigencias excesivas al personal.
Un incidente señala que el monarca pidió prescindir de un jardinero que desconocía una flor específica, demostrando su alto nivel de exigencia. El rey, descrito como un supervisor detallista, envía cartas manuscritas donde expresa tanto críticas como reconocimientos, y supervisa hasta los mínimos detalles, como el tamaño de los melocotones o el tono de las rosas. Este perfeccionismo constante se percibió como un desafío para muchos empleados.Highgrove ocupa un espacio central en el proyecto personal y público de Carlos III. El monarca impulsó el desarrollo de una amplia variedad de jardines, un arboreto y zonas temáticas, y la finca inspiró la creación de Duchy Originals, su empresa de alimentos orgánicos. En 2010, los jardines se abrieron al público, recibiendo cerca de 40.000 visitantes en 2021 y consolidando su prestigio entre los destinos vinculados a la realeza británica.Ante las críticas, la King’s Foundation defendió su modelo de gestión y minimizó el volumen de quejas formales y la tasa de rotación, apoyándose en los resultados de sus encuestas internas de satisfacción laboral.El Palacio de Buckingham no realizó declaraciones sobre la crisis ni sobre las acusaciones hacia el monarca. La investigación de Sunday Times se basó en testimonios de ocho personas con experiencia directa en Highgrove, todas protegidas por el anonimato.
La situación destapa las tensiones que surgen al gestionar propiedades emblemáticas bajo altas expectativas reales y abre el debate sobre el equilibrio entre la excelencia y las condiciones laborales. A pesar de la defensa institucional, el éxodo de jardineros y las voces críticas pusieron a Highgrove y a Carlos III en el foco de la opinión pública británica, con el futuro de los emblemáticos jardines aún incierto.