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24 de septiembre de 2024

#VivaLaFamilia con Melina Brizuela y su mamá, Mabel: “No entiendo que no quieras tener hijos”

En esta décima entrega del ciclo de Infobae, la cantante y su mamá dieron a conocer cómo es su relación, en qué se parecen y en qué no y enumeraron las cualidades de cada una

>Hoy se presenta la décima entrega del segmento En esta oportunidad, participaron ¿Qué te da orgullo de mí?”, arrancó Melina. A corazón abierto, Mabel aseguró: “Absolutamente todo. En especial, el día en que la vi por primera vez arriba de un teatro, después de que ganó su primer casting. Ella era muy chica, solo tenía 13 años, y me impresionó mucho. El que siempre le tuvo mucha fe fue su papá, Tirso, quien me decía: ‘Vas a ver que va a llegar muy lejos’. Y yo le respondía: ‘¿Qué va a llegar muy lejos? Todos los chicos prueban y es muy difícil el ambiente’. Sin embargo, cuando vi lo que hacía, parecía que estuvo toda su vida arriba del escenario”.

“Un día íbamos con el auto por la calle Corrientes y vimos un cartel en el teatro. En ese momento estaba Chiquititas. Ella lo vio y nos dijo: ‘Yo quiero que ustedes miren bien ese cartel porque algún día voy a estar ahí’”, dijo la madre de la actriz y destacó: “Lo que más me impresionó fue cuando realmente le tocó estar ahí con Generación Pop. Cuando la vi, pensé: ‘No puede estar pasando esto. Es lo que dijo e hizo’. Por eso, lo que más me enorgullece es su tenacidad para hacer las cosas. No afloja para nada”.

Luego, Mabel indagó sobre el momento en que su hija dijo: “Aguante mi vieja”. Melina aseguró que desde temprana edad la veía “como una superheroína” y, remontándose a los recuerdos de su infancia, sostuvo: “Cuando estábamos con la abuela, en la casa de Saavedra, vos volvías de trabar y yo esperaba ese momento. Sin embargo, no entendía cómo podías seguir teniendo energía. Yo me preguntaba: ‘¿Cómo puede ser que mamá nunca se canse?’. Y, entonces, decía: ‘¡Qué bueno! ¡Aguante mi mamá!’. Si bien no entendía lo que estaba pasando, lo intuía”.

Al borde de las lágrimas, la mujer continuó: “Cualquier obstáculo que se le ponga en el camino, no va a tener ninguna duda de sortearlo. Es muy fuerte y no le tiene miedo a nada. Le da para adelante y, si le sumamos que lo realiza bajo su condición, que se corran porque se los lleva puestos”, dijo. Melina le explicó que esa característica la heredó de ella y, a su vez, ella de su abuela.

La respuesta de su mamá dio lugar para que Melina aclarara la cuestión. “No consumo nada de origen animal ni que tenga relación con el sufrimiento animal. Pero sí consumo proteínas”, dijo. Mabel agregó: “No son las mismas cosas que yo considero importantes. A mí una vez me dijeron que si hubiera carne en todo el mundo no existiría la desnutrición. Uno se queda con eso. Tengo 60 años, no 20″.

Tras cerrar con esa cuestión, Mabel se percató que estaba en desacuerdo con otro tema: Melina devolvió: “Ella es muy de la rutina, del trabajo fijo. Hace 30 años que trabaja en relación de dependencia, una palabra que me da urticaria. En cambio, yo soy más de ser freelancer, de hacer muchas cosas a la vez. Me cuesta mucho quedarme en un mismo lugar”.

¿Hay algo que quisieras decir y nunca pudiste?”, leyó Melina de la tarjeta ante su mamá. Mabel le dijo que eran pocas, en especial, en alusión a su papá biológico. “Perdón por no hablarte muchas veces de tu papá biológico, porque consideré que no era necesario. Te lo expresé siempre, a veces a mi modo y otras te lo dejé entrever porque nunca te quise lastimar, pero creo que no me guardé nada”, aseguró la mujer, con la voz quebrada. En cuanto a la compositora, ella coincidió en ese tema y, si bien le aseguró que le costó mucho, ella pudo sanar con el tiempo.

Como broche de oro, la dupla se consultó cuáles eran sus mayores deseos para la otra. “Que por más que estés jubilada no te vas a quedar quieta. Y, además, tener la libertad de saber que hiciste todo bien con nosotras y disfrutar con papá toda la vida que les queda por delante”.

Completamente emocionada, Mabel expresó su parte: “Que seas feliz y cumplas tus sueños, aunque ya hiciste la mitad de ellos. Lo único que le pido a Dios y, que deseo para vos, es que la persona que tengas al lado sepa lo que sos, que te valoren, que te quieran, que no te hagan sufrir; pero, por sobre todas las cosas, que valoren la clase de ser que sos, con un corazón de oro que da sin esperar nada”, cerró la mujer con, una vez más, los ojos llenos de lágrimas.

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