23 de septiembre de 2024
Por qué es tan difícil separarse, según Luciano Lutereau
En este episodio de La Fórmula Podcast, el psicoanalista explora la complejidad de la cultura de la pasión amorosa y reflexiona sobre la dificultad de aceptar las inseguridades propias y ajenas, así como el miedo al reemplazo en relaciones a largo plazo. Además, explica cómo actúa la ansiedad en los procesos de separación y el duelo
Luciano es Licenciado en Psicología y Filosofía. Se desempeña como docente e investigador de las cátedras de Estética, Psicología Fenomológica y Clínica de Adultos en la UBA, es miembro del Foro Analítico del Río de la Plata y autor de varios libros, entre los que se destacan: Amar, temer, partir; Adiós al matrimonio y Contactos frágiles, que escribió junto a Esteban Dipaola.
— Hay una frase tuya que dice: “En el amor nadie es tan consciente, sincero y responsable como quisiera”. ¿Qué significa?— Tenemos una expectativa de sinceridad, de honestidad, de que el amor sea del todo transparente y por lo general en el amor descubrimos opacidades. El sujeto, por decirlo así, amoroso, no es transparente para sí mismo, duda de sus afectos, incluso muchas veces estos se le presentan con cierta ambigüedad. La responsabilidad está bien, es importante como principio o como idea práctica en el sentido de “tratemos de cuidarnos, de tener cierta responsabilidad recíproca”. Pero lo cierto es que siempre esperamos mucho más la responsabilidad del otro y del lado de uno es un poco más esquivo. Hay toda una cultura de la pasión amorosa que no es lo mismo que el amor.— En relación a eso, hay otra frase en la que expresas: “La pareja hoy no tolera que el otro quiera algo diferente. Si soy tu pareja tengo que ser eminentemente el objeto de tu deseo, si no soy eminentemente el objeto de tu deseo entonces no me querés”.
—Esa frase tiene que ver con que más que una cultura del amor, la nuestra es una cultura que refuerza todo el tiempo el enamoramiento y esa intensidad asociada a la cultura de la pasión amorosa, genera una gran exigencia de prioridad. Plantear matices no es que no crea en el amor, sino porque busco un amor menos ideal y más real. En cierta medida los principios o las prescripciones amorosas hoy en día restringen mucho la posibilidad de vivir el amor porque no nos aceptamos, tenemos un montón de requisitos y nos vamos volviendo más grandes, pero seguimos amando como si fuéramos muy chicos.— ¿Por qué crees que, aun cuando ambas personas reconocen que la relación no funciona, cuesta tanto separarse?
— Separarse es más difícil que hacer el duelo porque son experiencias distintas. La separación es una experiencia de profunda ansiedad, donde se revisa, se edita la experiencia en relación a la presencia del otro y hasta qué punto podemos contar con la ausencia del otro, si yo siento que si el otro no está me muero, es un tipo de ansiedad muy profunda. Por eso hoy en día, sobre todo desde ciertas perspectivas psicoterapéuticas, se empezó a hablar más que de amor, de apego y apego ansioso o se recuperó la noción del psicoanalista John Bowlby de la angustia de separación, que nombra algo que no tiene que ver tanto con lo amoroso en sí, sino que tiene que ver con nuestras actitudes en relación a la presencia del otro y separarse es poder hacer un movimiento en relación a la presencia del otro, que la ausencia del otro no se nos vuelva intolerable, esto de sentir que si el otro no está me caigo, me derrumbo.— ¿Hay una manera inteligente de atravesar una separación y el duelo?
— A veces eso se lo tiende a pensar moralmente, por ejemplo, alguien sabe que está en un vínculo que ya no ama y no se separa, entonces todos le dicen: “Si ya no amas, tienes que separarte” como si fuera algo deshonesto. Pero no siempre se está en condiciones de atravesar un proceso de separación, porque la separación es internamente desestructurante y puede ser muy despersonalizante también. Sí creo que para esos momentos es importante contar con una buena red de apoyo, otros en quienes apoyarse, sostenerse. En el duelo uno podría pensar en distintas etapas y creo que lo central tiene que ver ya no tanto con separarse de algo de uno sino con poder quedarse uno con algo del otro y poder reconocer que en uno va a haber algo del otro que no se va a ir.— Es frecuente escuchar la idea de que, para estar bien con alguien, primero hay que ser autosuficiente y estar bien con uno mismo. ¿Qué opinás de esa narrativa?
— Tiene una parte de verdad y una exagerada, demasiado individualista estar bien con uno mismo. Creo que si de eso dependiera lo cierto es que estaríamos solos. Sí lo que refleja esa frase de una manera más realista es que muchas veces buscamos estar con alguien por cuestiones no resueltas, utilizamos el amor como el vehículo de elaboración de cuestiones o de otras frustraciones que no logramos resolver. Entonces el amor tiene un costado un poco ansiolítico, antidepresivo, lo que pasa que se puede volver un consumo más. En cierta medida yo creo que reformularía esa frase en términos de que lo mejor que nos puede pasar es que cuando recurrimos al amor, no necesitemos mucho del amor. Si necesitamos mucho del amor, si tiene que funcionar como ese ansiolítico cotidiano para que uno no se sienta mal consigo mismo. O tiene que ser un antidepresivo en el sentido de que si no yo ando bajón o no me gusto a mí mismo, le voy a estar pidiendo demasiado. Como experiencia humana el amor da muchísima gratificación, pero le da mucho más a quién más da, no a quién más pide.— Sí, todo lo que no fue sufre melancólicamente y la pregunta que queda ahí es: “¿Y si hubiera pasado?” Hay una canción muy linda que en una parte dice: “¿Dónde quedó el beso que nunca me diste?” ¿Dónde quedó eso? ¿Dónde está? ¿Qué pasó? Porque para el duelo eso es fundamental. Volviendo a lo que decíamos antes, en el duelo uno hace un repaso de lo vivido, uno desglosa los recuerdos junto a otro, puede volver a escenas por las que pasó, pero ¿por lo que no pasó? ¿cómo volvemos? Son duelos imposibles y lo que no ocurrió entristece profundamente. Por eso a muchas personas les pasa que tienen amores imposibles. Por ejemplo, tuvieron una historia de tres meses con alguien, eso no prosperó y vuelven a verse después de un tiempo. Y vuelven, y eso queda como algo que se arrastra melancólicamente como un amor. Milan Kundera hablaba de los amores ridículos, yo creo que la nuestra es un poco la época de los amores melancólicos, que son amores que podrían haber sido, que quedaron de pendientes de realización y que son muy dolorosos. Porque uno puede hacer un duelo por lo que vivió, pero sí hacer el duelo por un deseo no realizado.
— ¿Cómo funciona el desenamoramiento y cómo opera en nuestras relaciones?— ¿Crees que es difícil vivir en el amor por estas narrativas que nos contamos?
Pero me parece que eso sí hay algo que se puede medir. Cuando uno conoce a alguien, está todo bien y hay una buena química creo que algo que a veces no le prestamos atención. Pero que es muy importante, es si el otro tiene lugar para alguien en su vida o no. Eso es algo que uno lo puede medir de antemano, con alguien puede estar todo bien. Pero la disposición al amor se acompaña de hacerle lugar a alguien en tu vida. El tiempo siempre se hace, eso está claro. Nadie lo tiene de antemano el tiempo, el tiempo sin duda se produce. Pero creo que lo que se puede verificar es si alguien está dispuesto a hacer ese movimiento. Como el amor es una experiencia de transformación personal, el otro va a entrar y va a generar algo. La frase: “Quiero estar con alguien que sume”, en realidad, la idea de la suma no es adecuada porque alguien que entra en tu vida se acomoda. Algunas cosas se empiezan a ir, a partir de conocer a alguien, cosas que te gustaban te dejan de gustar. Te empiezan a gustar otras. No es solamente una cuestión mecánica.