23 de agosto de 2024
Esteban Valdés, el hijo de Don Ramón, recuerda al padre detrás del personaje: la intimidad familiar y sus últimos días
El escritor presentó “Con permisito, dijo Monchito”, una biografía en la que evoca momentos emotivos del actor y revela las enseñanzas que les dejó a él y a sus hermanos hasta el final de su vida
La popularidad de Ramón Valdés cuando su personaje se volvió el vecino preferido de la vecindad cambió para siempre a la familia, al menos puertas afuera. En la intimidad todo continuó igual, salvo un cambio sustancial en las condiciones de vida. “Cuando mi papá empezó a trabajar con Chespirito, yo era un adolescente. Ahí recuerdo poder disfrutar de una mejor casa, mejores muebles, a veces hacer viajes, comer mejor comida, pero mi papá siempre se mantuvo y nos mantuvo a nosotros con un equilibrio para no depender de las cosas materiales para ser feliz. Es que si antes no las teníamos y éramos felices con papá, mamá y mis hermanas, ahora qué bueno que ya las tenemos, disfrutemos, pero de manera equilibrada”, explica sobre las enseñanzas de sus padres.
Esteban también rescata uno de los momentos más felices de su padre, o al menos desde su percepción. “Fue hermoso que tuviera esa satisfacción de darnos lo que durante muchos años no pudo. Y creo que uno de los mensajes también más importantes de mi libro y de la historia es el ser agradecido, el apreciar lo que tienes, el valorar lo más importante que es el amor de tu familia, de tus hijos, el saber perdonar, el compartir. Es la historia de una familia, con la única diferencia que el papá de esa familia llegó luego a convertirse en Don Ramón”.
El libro también aborda momentos difíciles, como la enfermedad y posterior fallecimiento de Ramón Valdés. Esteban detalla con emotividad ese tiempo, donde tuvo la oportunidad de acompañar a su padre durante sus últimos días. “Fue un privilegio cuidar de él, ofrecerle el amor y el tiempo que él me había dado”, evoca el escritor, que por aquel entonces tenía 28 años.Tres días después lo estaban operando y llegó el peor diagnóstico: “Me duele mucho decirles esto, pero dadas las circunstancias y debido a lo avanzado del cáncer en su estómago, a Don Ramón le quedan máximo 6 meses de vida” –y continuó el médico– “Con quimioterapia podrían ser 8 meses, pero son terapias muy agresivas y eso es solo para retardar un poco el proceso. Aun así, lo que podría ayudar es lo siguiente: ustedes tendrán que asegurarse de que, en estos meses, limite tanto lo que come como lo que bebe”.
Luego de una breve cumbre familiar entre hermanos, definieron que lo mejor era no darle la noticia al actor, por ende no encarar ningún tratamiento y darle la mejor calidad de vida el tiempo que le quedara por vivir. Y parece que lo hicieron bien, porque el semestre se convirtió en tres años más. “Fui su enfermero, su acompañante de cabecera junto con todos mis hermanos. Dentro de lo triste fue algo muy hermoso porque aunque sabíamos que iba a morir, él todavía hacía bromas y se tomó tiempo para despedirse. En lo personal, llevo muchos años leyendo la Biblia y ese fue el mejor regalo que le pude dar, sentarse y escuchar un poco del tema de la esperanza, de volver a vernos, que es lo que la Biblia promete. Entonces murió en paz, tranquilo y bien”, cuenta reconfortado.