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15 de diciembre de 2019

Con aliento argentino, Esteban Guerrieri peleó hasta el final en la Copa Mundial de Turismo pero no pudo llevarse el título

El argentino llegó con buenas chances a la última carrera pero finalmente sonrió el húngaro Michelisz.

Lo tuvo al alcance de la mano. Lo acarició con la punta de los dedos. Pero el título de la Copa Mundial de Turismo (WTCR) se le escapó por muy poco a Esteban Guerrieri. El argentino llegó a la última carrera del año, la tercera que se corrió este domingo en el circuito internacional de Sepang, con muchas chances de coronarse campeón. Grandes actuaciones en las primeras dos pruebas de la jornada -en las que consiguió un cuarto lugar y un triunfo- lo dejaron a solo diez puntos del líder, Norbert Michelisz. Nada estaba dicho. Sin embargo, un problema en su auto lo dejó afuera cuando todavía no se había corrido la mitad de carrera final. Michelisz (Hyundai) se llevó el título con 370 puntos y Guerrieri, con un Honda del equipo Münnich Motorsport, quedó segundo con 349. El tercer lugar fue para el francés Yvan Müller (Lynk & Co), con 329.

En la primera carrera, la estrategia fue clave. Guerrieri largó noveno -había quedado décimo en la primera clasificación, pero por una penalización a Nicky Catsburg escaló un lugar en la grilla- y no perdió el tiempo. Salió a la pista con una mezcla de neumáticos de lluvia y para pista seca, en un trazado mojado por la lluvia persistente de Malasia y presionando desde el arranque. Ya en la segunda vuelta estaba séptimo y para la tercera, sexto. Néstor Girolami, en tanto, marchaba cuarto, tras haber perdido su tercer lugar de partida al ser superado por el Hyundai del italiano Gabriele Tarquini.

Guerrieri siguió arriesgando y en el cuarto giro logró trepar dos posiciones más. Fue gracias a la ayuda de su compatriota y compañero de equipo, que bloqueó al español Mikel Azcona y le dejó servida la cuarta posición. Bebu ya le había avisado en Twitter antes de la carrera: “Vamos a trabajar en equipo para que puedas cumplir el gran sueño”. Y así lo hizo. Luego, el cordobés no pudo mantener el ritmo y fue cediendo posiciones hasta finalizar 22°.

No solo de Girolami recibió Guerrieri una mano, porque el brasileño Joao Paulo de Oliveira, piloto invitado que corrió con Honda, aguantó en la quinta posición los ataques del francés Yvan Müller, otro de los que peleaba por el título y quería achicar diferencias con los de arriba. El porteño terminó así cuarto, pero no pudo achicar la distancia con el líder Norbert Michelisz: el húngaro estuvo imbatible con su Hyundai y tras largar primero mantuvo la punta durante toda la carrera, se llevó el triunfo y sumó 25 puntos para afianzarse en lo más alto de la tabla con 351 puntos y una diferencia mayor sobre el argentino.

“Avancé bien. Tuve un toque con Farfus, se dobló la dirección y quedó algo dañado el auto. Intenté acercarme a Tarquini sobre el final, pero no pude. Seguimos en la pelea, pero es una lástima que haya ganado Michelisz”, comentó en ese momento Guerrieri.

La primera carrera de la jornada achicó la lista de candidatos al campeonato. Porque el sueco Thed Björk (Lynk & Co), que también había arrancado el domingo con chances, terminó tercero y se despidió de la lucha por el título. Así, con 50 en juego para las últimas dos pruebas, solo quedaron en carrera Michelisz, Guerrieri (segundo con 324, 27 menos que el húngaro) y Müller (tercero con 316, a 35).

El francés se despediría de sus chances en una atípica segunda carrera, que estuvo suspendida por bandera roja casi una hora y en la que Guerrieri se llevó una inobjetable victoria para dejar al rojo vivo la definición del título.

Poco duraron los autos en pista tras la largada en esa segunda función en Sepang. Girolami partió desde el segundo lugar de la grilla, pero en la primera vuelta se adueñó del liderazgo, al tiempo que Guerrieri escalaba del noveno al segundo lugar. Con los dos argentinos al frente, no pasó mucho tiempo antes de que el cordobés le cediera el primer lugar al porteño.

Mientras en el box de Münnich Motorsport festejaban el liderazgo, apareció la bandera roja cuando no se había siquiera completado la primera vuelta, porque el Hyundai de Nicky Castburg se prendió fuego luego de salirse de la pista. También se fue al pasto Michelisz, que perdió varias posiciones.

Hubo que esperar cerca de 50 minutos para que se reanudara la competencia. Durante el parate, Guerrieri se acercó varias veces al auto de Girolami para hablar con su compañero, que largaría primero en el relanzamiento.

A medida que pasaban los minutos y comenzaba a oscurecer en Sepang, la lluvia se iba intensificando. Y la carrera se retomó con el auto de seguridad adelante. Recién a la tercera vuelta hubo luz verde y rápidamente Girolami se corrió para que su compañero se adueñara de la punta. Guerrieri pasó entonces al frente y no largó más el liderazgo.

Müller, que había largado quinto en la reanudación, cayó al sexto lugar cuando faltaban un par de vueltas para el final y ya no pudo recuperar posiciones. En tanto Michelisz escaló desde el 13° al octavo lugar. “No quiero arriesgar demasiado”, le dijo a su equipo en un momento, mientras la lluvia seguía cayendo. El húngaro sabía que aún si Guerrieri se llevaba el triunfo, podía llegar a la tercera carrera del día con una buena ventaja si sumaba varios puntos.

Cuando faltaban dos giros para el final, el Honda del italiano Attila Tassi chocó contra la barrera de neumáticos del costado de la pista y entró otra vez el auto de seguridad. Con la competencia neutralizada y bajo las luces del circuito, se completó la carrera, que le dio a Guerrieri 25 valiosos puntos para achicar a diez la distancia con Michelisz y llevar la definición del campeonato a la última carrera de la temporada.

“Fue increíble. Lo dejé todo. En la tercera vuelta visualicé lo que podía pasar y eso pasó. Sabía que tenía que hacer un comienzo increíble y lo logré. Tuve un auto increíble, gracias al equipo. Me sentí muy cómodo y fue una victoria importante para seguir con chances de ganar el título”, afirmó el argentino, que recibió una calurosa bienvenida cuando regresó a su box.

Porque allí, con globos en forma de tigre -para hacer honor a su apodo- y enfundados en camisetas con el “86” estampado en la espalda, su familia lo hizo sentir esa pasión que tanto caracteriza a los argentinos. El clásico “Que esta noche cueste lo que cueste... que esta noche tenemos que ganar”, se hizo eco en el circuito malayo, mientras el argentino se abrazaba y celebraba con su equipo y su gente.

Aunque no tuvo mucho tiempo para festejar, porque la tercera y definitiva carrera no tardó mucho en largar, con Michelisz adelante y Guerrieri segundo. Si la segunda fue una carrera soñada para el argentino, la tercera fue una pesadilla.

El argentino tuvo una largada impresionante. Aceleró con todo y se adueñó del primer lugar, mientras el húngaro caía al tercer lugar. En una primera vuelta y media de locos, el título pasó de unas manos a otras una y otra vez. Porque Azcona se metió en la batalla por el primer lugar de la carrera y le robó momentáneamente en un par de ocasiones el primer lugar a Guerrieri. Y porque Michelisz cayó al cuarto lugar.

Pero en la quinta vuelta, tras un par de giros con el auto de seguridad en pista, la suerte de Guerrieri cambió. En un intento por adelantarlo, Azcona golpeó el Honda del argentino, que se fue al pasto. A partir de ese momento, su auto empezó a perder potencia y en cuestión de minutos cedió la punta y cayó afuera de las posiciones puntuables.

Se pudo escuchar que Guerrieri se quejaba del radiador y su equipo le pedía que siguiera en carrera. Finalmente, con la carrera neutralizada otra vez, Guerrieri entró a boxes para que limpiaran el radiador, pero ya había perdido demasiado terreno. Michelisz cuidó el quinto lugar hasta el final de la carrera y se llevó el título, el primero en el WTCR para él.

Guerrieri, en tanto, cruzó la meta en el 22° lugar y terminó subcampeón. Un cierre con gusto amargo, que no opacará la brillante temporada que hizo el porteño junto a Girolami y el equipo Münnich.

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