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DEPORTES

24 de junio de 2015

"Pepe" Sánchez, en Córdoba: Juan Pablo Vaulet va a jugar en la NBA

“Pepe” la sabe lunga. “Es el mejor atleta que he visto desde que juego al básquet en Argentina”, dijo sobre el cordobés el bahiense, oro olímpico y exjugador de la liga más poderosa.


La pregunta, impregnada de pesimismo, se repite como latigazo en los últimos tiempos. Desde que el bahiense Juan Ignacio “Pepe” Sánchez y el chaqueño Rubén Wolkowyski plantaron la bandera albiceleste en el suelo de la NBA en octubre de 2000, en Argentina nos acostumbramos a inflar el pecho. Pero nada es para siempre: tarde o temprano los embajadores de la Generación Dorada dirán adiós. Muchosvaticinan épocas de vacas flacas. ¿Pero qué pasa si el propio “Pepe” asegura que hay un argentino que sí o sí llegará a la mejor Liga del planeta, porque ese es su destino? ¿Y si el apuntado es un cordobés que recién toma vuelo en la Liga Nacional?

"Juan Pablo Vaulet es un jugador que inevitablemente va a jugar en la NBA", asegura "Pepe".

“Juan Pablo Vaulet es un jugador que inevitablemente va a jugar en la NBA. Es el mejor atleta que he visto desde que juego al básquet en Argentina”, dice “Pepe”, en un mano a mano con Mundo D, poco después de participar de una charla para jóvenes en Hindú Club. 

El exbase de la selección acaba de llevarse los aplausos en la misma cancha del club de barrio General Paz en la que se formó “Juampi”, ese alero cordobés de 1,98 metro que explotó en la última temporada en Bahía Basket y que el próximo jueves estará pendiente del draft de la NBA, para luego meterse de lleno en el Mundial Sub 19 en Grecia.

“Mi conocimiento de Hindú se dio por haber recibido a Gastón Whelan y Juan Pablo Vaulet en Weber Bahía, y por las charlas con Rubén y Néstor, sus papás. Todos me hacían hincapié en la cultura de Hindú. Y después de conocerlos te das cuenta de que acá hay ‘algo’. Una mística, algo intangible. La empatía más grande que tengo con ellos es que tienen claro qué hacen, cómo lo hacen y hasta dónde pueden llegar, porque son un club formador. A todos nos gustaría ser campeones en el más alto nivel, pero quizás nuestro rol dentro de la competencia es otro. Hay que asumirlo e intentar trascender desde ahí”, dice Sánchez en la noche fría. 

Rubén Whelan, presidente del club, acerca tazas de café y se prende en el diálogo que iba a ser breve pero se estira como chicle.

–Además de Gastón y Juan Pablo, en la Liga Nacional juegan Matías Lescano, Javier Saiz, “el Lata” Ibarra, Fernando Funes y “el Penka” Aguirre, que también hicieron formativas en Hindú. ¿Adónde hay otras usinas como ésta?
–Es claro que acá en Hindú hay una cultura formativa. No hay muchos clubes así. En mi ciudad, que ha sido una usina inagotable, hoy nos encontramos con cierto estancamiento. En Bahía hay una asombrosa capacidad de dedicarle esfuerzo a ganar la competencia doméstica y no a formar jugadores.

–Durante tu charla dijiste que sos “hijo de la necesidad”. ¿Qué se necesita hoy para formar talentos?
–Creo que se fueron perdiendo los clubes formadores de valores y los viejos dirigentes de alma. Nosotros vivíamos en el club, y hoy los clubes se transformaron en un lugar de paso. No es ponerse nostálgico: es una realidad. Me encantaría que la política de los clubes sea la de formar jugadores y personas. El ganar es una consecuencia, un subproducto. Lo hablo mucho con Mariano Bo, el gerente de Bahía. Él se crió en el Club Morón y está tratando de recuperar esa mística de formación y contención. Le robo una frase a él: ‘Yo quiero que mi club sea formador de ‘marianos’, no de ‘pepes’”. Yo también quiero recorrer el círculo al revés: empecé como directivo en el profesionalismo y sé que voy a terminar en un club dedicándome a los más chicos.

"Es un chico que nació para jugar a esto. No hay vueltas. Anatómicamente está hecho para jugar al básquet", destacó Sánchez sobre Vaulet.

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–“Juampi” Vaulet es el último diamante de Hindú. ¿Cuál es su techo?
–Es un chico que nació para jugar a esto. No hay vueltas. Anatómicamente está hecho para jugar al básquet, sobre todo en el básquet norteamericano. Es una opinión muy personal, pero gran parte del aprendizaje que él podría tener para desarrollarse en nuestra Liga iría en contra de su crecimiento. Necesita espacios para poder expresar todo lo longilíneo que es. El básquet “americano” es su destino inevitable. Tiene que mejorar muchísimas cosas, pero es joven y es difícil torcer el destino cuando te viene tan de cara. Es el mejor atleta que he visto desde que juego al básquet en Argentina.

–¿Qué chances tiene de ser elegido en el draft?
–Su decisión fue mantener su nombre entre los jugadores elegibles. Y nada de lo que pueda decir yo servirá para mejorar o empeorar su situación. El jueves lo sabremos. De todos modos, como yo convivo con ese mundo de fantasía que es la NBA, al draft lo tomo con pinzas. Ser “drafteado” no te asegura nada.

–Le pasó a Marcelo Nicola, drafteado en 1993, que nunca llegó a jugar en la NBA.
–Claro. Hay ejemplos de todo tipo y todos los colores. Pero creo que inevitablemente Juan Pablo va a jugar en la NBA. Es en el lugar en el que más cómodo se va a sentir. Es un jugador que disfruta y se expresa mejor jugando de manera “vertical”: hace tres zancadas y se choca el cartel de fondo. No tenés ser un genio para darte cuenta. Se adapta perfectamente a ese básquet. Y lo puede mantener en el tiempo. La NBA es para súper atletas. Y Juan Pablo es un súper atleta.

–Es notable cómo lo planteás como un “destino”.
–De otro jugador no lo diría o me lo callaría. Pero si tenés la suerte de ser un grandísimo atleta, disfrutás de su calidad y su talento, y encima contás con la disciplina que él tiene para entrenarse, es evidente que su crecimiento está en otros horizontes. Ya se lo dije a él. Tiene que asumirlo cuanto antes. Juan Pablo está formado como persona y como jugador para dar el salto hacia su destino.


 

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