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29 de diciembre de 2025

Una invitación, un país dividido y 48 días de observación: la misión argentina que exploró túneles y aldeas en la guerra de Vietnam

El comodoro de la Fuerza Aérea Argentina Carlos Torcuato de Alvear permaneció casi dos meses en Vietnam mientras se desarrollaba un conflicto bélico que duraría veinte años en el marco de la Guerra Fría. Las consecuencias a las que llegó el militar argentino y su lectura sobre las tácticas del Vietcong, la influencia de Estados Unidos y el valor de la guerra psicológica para la defensa nacional

>Entre el 3 de octubre y el 20 de noviembre de 1964 el comodoro de la Fuerza Aérea Argentina Carlos Torcuato de Alvear se desempeñó como observador militar en la República de Vietnam (Vietnam del Sur), en respuesta a una invitación oficial de ese país del Sudeste Asiático.

Durante 1964 se identificaron diferentes organizaciones guerrilleras. En Icho Cruz-Talahuasi (provincia de Córdoba) se descubrió el campamento guerrillero Camilo Cienfuegos, instalado por el Partido Comunista y la Federación Juvenil Comunista. En la provincia de Salta operaba activamente el Ejército Guerrillero del Pueblo, de tendencia castrista-guevarista y apoyado por Cuba. En plena ciudad de Buenos Aires se conoció la existencia de las Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional, que buscaban establecer un foco rural guerrillero en la provincia de Tucumán.

Los desafíos políticos, estratégicos, militares, sociales y económicos de la Guerra Fría; la guerra revolucionaria comunista mundial y un contexto nacional amenazado por la subversión, exigían una adecuada preparación integral de la República Argentina y de sus Fuerzas Armadas. Justamente, la misión que habrá de cumplir el comodoro Carlos Torcuato de Alvear en la República de Vietnam apuntaba a adquirir conocimientos y experiencias para concretar ese objetivo.

Luego del derrocamiento del presidente Ngo Dinh Diem (1° de noviembre de 1963), la República de Vietnam (Vietnam del Sur) atravesó un período de gran inestabilidad política, con frecuentes y efímeros gobiernos y reiterados golpes de Estado. Por el contrario, la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte) poseía un régimen mucho más estable, liderado por la figura de Ho Chi Minh, quien se desempeñaba como presidente desde 1945.

Para combatir al Vietcong, las Fuerzas Armadas de Vietnam del Sur eran adiestradas por asesores militares estadounidenses, que se encontraban allí desde la presidencia del general Dwight Eisenhower (1953-1961), ayuda que fue aumentada por el presidente John F. Kennedy (1961-1963). Para Estados Unidos, la defensa de Vietnam del Sur era fundamental para la estrategia de contención al comunismo en el Sudeste Asiático.

El 8 de septiembre de 1964 el comodoro de la Fuerza Aérea Argentina Carlos Torcuato de Alvear y el diplomático Francisco María Figueroa de la Vega fueron designados para viajar a la República de Vietnam a fin de observar los trabajos de pacificación y reconstrucción que allí se realizaban. Dichos trabajos se efectuaban luego de la prolongada guerra de Indochina contra Francia (1946-1954), en un delicado escenario interno de guerra revolucionaria y agresión subversiva, y podían servir de referencia para contribuir con la preparación integral de Argentina y de sus Fuerzas Armadas en el contexto de la Guerra Fría.

El comodoro Carlos Torcuato de Alvear era piloto de transporte y entre 1962 y 1963 había sido jefe de uno de los contingentes de la Fuerza Aérea Argentina de la Misión de las Naciones Unidas en la República del Congo (ex Congo Belga). Cuando fue designado observador en Vietnam del Sur cumplía funciones educativas y académicas en la Escuela Superior de Guerra Aérea.

Durante su misión en Vietnam del Sur, el comodoro de Alvear realizó observaciones sobre distintos aspectos del complejo conflicto que allí se libraba. Sus experiencias y reflexiones fueron volcadas en 1965 en el artículo Algo sobre nuestro frente en Viet Nam (publicado en la Revista Nacional Aeronáutica y Espacial/Aeroespacio) y en el libro Viet-Nam, ahora.

En sintonía con la estrategia de contención al comunismo que aplicaba Estados Unidos en el Sudeste Asiático, el comodoro de Alvear señaló que “los vietnamitas están hoy en la última frontera del mundo libre, y ocupan la primera línea de batalla en esta tercera guerra mundial”. Dicha estrategia debía ser acompañada por todos los países de occidente, pues una victoria del comunismo en aquel rincón del planeta podría desplazar aquella línea y colocarla sobre otros países asiáticos o incluso sobre otros continentes.

De Alvear observó que en el conflicto survietnamita el aspecto militar era secundario. Así, la acción cívica de las Fuerzas Armadas constituía un aspecto fundamental del proceso de pacificación y reconstrucción, ya que los aspectos políticos, económicos, sociales y militares se articulaban con la seguridad y las políticas de desarrollo: mientras se combatía al Vietcong, simultáneamente se construían fábricas, escuelas, caminos y puentes y se luchaba contra el hambre y el analfabetismo, en una intensa labor donde obreros civiles trabajaban codo a codo con soldados e ingenieros militares.

La guerra de guerrillas era, según el comodoro de Alvear, el tipo de guerra que habría de predominar en el escenario mundial. La guerrilla del Vietcong realizaba ataques rápidos, breves, violentos, silenciosos y sorpresivos y luego desaparecía. Eran golpes de mano: atacar y desaparecer. El Vietcong prefería una guerra de desgaste, en vez de combates convencionales de larga duración y ataques frontales.

Las actividades del Vietcong incluían terrorismo, sabotajes, huelgas, agitaciones públicas, presiones políticas, secuestros, extorsiones, propaganda e intimidación social. Dichas acciones eran acompañadas por intensos trabajos de inteligencia. Las características de la lucha contra la guerrilla del Vietcong convertían así al conflicto survietnamita en una verdadera guerra de inteligencia. En más de una oportunidad, el comodoro de Alvear presenció las múltiples agresiones de aquel escurridizo y peligroso enemigo.

Para sus actividades de abastecimiento, descanso, refugio e infiltración, el Vietcong poseía una red logística y de comunicaciones amplia, organizada y efectiva, que atravesaba selvas y montañas y que abarcaba Vietnam del Sur, Vietnam del Norte, Laos y Camboya. Su columna vertebral era la Ruta Ho Chi Minh, que extendía sus ramificaciones por esos cuatro países.

El comodoro de Alvear opinaba que en Vietnam del Sur la clave de la victoria consistía en atacar las verdaderas bases desde donde el Vietcong enviaba sus guerrilleros y abastecía sus operaciones, lo que significaba llevar la ofensiva sobre Vietnam del Norte, Laos y Camboya, con riesgo de extender el conflicto vietnamita.

El programa de las “aldeas de nueva vida”, una de las bases del proceso de pacificación y reconstrucción, contribuyó con la estrategia de “vaciar el río”. De acuerdo a las observaciones del comodoro de Alvear, la construcción de dichas aldeas eran una forma de ataque, ya que “van a meterse allí donde está el enemigo, hostigándolo en su propio reducto-la población campesina-privándolo de recursos y negándole la posibilidad de ocultarse”.

El comodoro argentino observó que la preparación para la guerra psicológica era una exigencia fundamental, pues, sin preparación previa, “la defensa es casi imposible. Y todos los pueblos del mundo que no sepan prepararse a tiempo corren el inminente peligro de ser derrotados sin que sea necesario arrojar sobre sus ciudades una bomba nuclear”.

Para contrarrestar la efectiva acción psicológica del Vietcong, las Fuerzas Armadas de Vietnam del Sur montaron una sofisticada estructura especialmente dedicada a guerra psicológica, que apuntaba a ganar el apoyo y la buena voluntad de la población civil y estimular la confianza de ésta en sus instituciones militares; en ese sentido, un general survietnamita comentaba al comodoro de Alvear que “las guerras ya no las ganan los ejércitos: las guerras las ganan las naciones que apoyan a sus ejércitos y que tienen una población dispuesta al sacrificio”.

Vietnam del Sur era un verdadero laboratorio donde permanentemente se ensayaban técnicas y tácticas de combate. Se observó la necesidad de unificar los medios militares bajo un solo comando, ya que la lucha contra el Vietcong exigía un criterio conjunto con pequeñas unidades aeroterrestres comandadas por un solo jefe e integradas por aviones, helicópteros, carros de asalto, tropas de paracaidistas y de infantería e ingenieros, que formaban un todo indivisible. La guerra de guerrillas exigía colocar rápidamente y en cualquier punto del territorio a esas unidades aeroterrestres.

Inspirado en aquellas unidades, el comodoro de Alvear sugirió organizar en Argentina un dispositivo militar cuyos medios actuaran como los cinco dedos de una mano: coordinados, que respondieran a un sólo cerebro y que pudieran formar un puño. Proponía formar unidades capaces de “golpear con eficacia y responder al requerimiento con la velocidad necesaria. Exactamente, como los dedos de una mano”.

De Alvear voló hasta la zona de Tay Ninh a bordo de un helicóptero Sikorsky H-34 de la Fuerza Aérea survietnamita. Observó que en Vietnam del Sur la Fuerza Aérea de Estados Unidos poseía numerosos helicópteros de combate, apoyo y transporte. Visitó las importantes Bases Aéreas de Da Nang y Bien Hoa, y en ésta última conoció el cuartel de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos que asesoraban a Vietnam del Sur, con quienes efectuó un vuelo de observación en un helicóptero Bell por la zona costera de Cam Ranh. El comodoro conversó sobre diversos temas profesionales con el general Nguyen Cao Ky, futuro primer ministro de la República de Vietnam.

En cuanto a la relación del conflicto de Vietnam del Sur con nuestro país, el comodoro apoyaba la participación argentina en la estrategia de contención al comunismo. Observó que “ayudar a los vietnamitas en su lucha es ayudarnos a nosotros mismos. Ellos están hoy en la más lejana frontera de la democracia, en una primera línea de batalla. Detrás de esa línea se encuentran todos los países del mundo libre, Argentina inclusive. Los comunistas tienen gran parte de sus medios empeñados en el sudeste asiático. Están realizando esfuerzos extraordinarios por conquistarlo y, si lo lograran, estarían en condiciones de concentrarse en nuevos objetivos, uno de los cuales es sin duda Sudamérica. ¿Merecen los vietnamitas que se los ayude? Personalmente, creo que sí, pero en realidad no interesa saber si lo merecen o no. Lo positivo es que necesitamos que triunfen. Y solos jamás lo lograrían”.

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