Martes 9 de Diciembre de 2025

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9 de diciembre de 2025

Hay que hacer varias horas de cola para conseguir este pan dulce: cuál es y cuánto sale

Durante diciembre se repiten las filas en una esquina tradicional de Montserrat, donde un clásico local prepara una receta muy buscada para las fiestas

>Desde hace cuatro décadas, en la esquina de Venezuela 1399, un restaurante convoca a multitudes dispuestas a esperar largo tiempo para comprar un pan dulce artesanal que muchos argentinos consideran único. El furor por este producto de un kilo, producido de manera exclusiva en este establecimiento de Buenos Aires, genera una de las filas más notorias en las vísperas de Navidad. A diferencia de muchas otras panaderías y confiterías, este establecimiento cruza fronteras culturales y culinarias, uniendo recetas europeas y una tradición familiar que mantiene la atención de clientes todo el año y multiplica la demanda en diciembre.

El responsable histórico de este fenómeno fue Ricardo Yahbes, quien condujo la transición de su familia desde la industria de los envases plásticos hacia la gastronomía. Su madre, conocida en el entorno familiar como la abuela Marcone, aportó en la Argentina las costumbres y sabores propios de Calabria. Tras un periodo inicial en la fabricación de envases, Yahbes cambió el rumbo del negocio familiar al comprar una pizzería cercana a su casa a mediados de los años setenta. Al poco tiempo, avanzó hacia una propuesta de mayor escala, cuando allegados españoles lo invitaron a abrir un establecimiento más grande y con una localización estratégica. Así nació Plaza Mayor en 1982, primero como una bodega de puertas abiertas todo el día. La cercanía de varios teatros y el movimiento cultural de la ciudad aportaron un flujo constante de visitantes, incluidos muchos artistas, que hicieron del restaurante un punto de encuentro elegido tanto por locales como por turistas.

Mientras el restaurante expandía su oferta de cocina española, el pan dulce comenzó a consolidar su fama. Las raíces calabresas de la familia Yahbes se combinaron con la tradición porteña y se tradujeron en una receta que nunca dejó de evolucionar. Federico Yahbes, hijo de Ricardo, fue quien heredó la gestión del restaurante después de decidir dejar su carrera universitaria en química. Se formó en diferentes áreas de la gastronomía e incluso trabajó en países como Chile, México y España, hasta tomar las riendas del negocio familiar en Buenos Aires. La tercera generación, representada ahora por Joaquín, continúa al frente de un emprendimiento que ha llegado a convertirse en parte del paisaje urbano y festivo de la ciudad.

La principal característica que diferencia a este pan dulce de otros productos similares en Argentina está ligada a la composición y a la calidad de sus ingredientes. Cada pan dulce de Plaza Mayor pesa un kilo y casi la mitad corresponde a frutas y frutos secos seleccionados. La masa se enriquece con manteca, lo que garantiza una textura jugosa y densa. En el interior, se perciben trozos de avellanas, castañas de cajú, almendras, nueces, uvas pasas, fruta escurrida, higos secos y cerezas tipo guindas. En la superficie, el pan dulce lleva una presentación notable: frutas dulces escurridas y mamón en almíbar, evitando elementos como el quinoto o la naranja, que aportarían acidez no deseada. A lo largo de cuatro décadas, el restaurante refinó su receta insistiendo en el uso de productos frescos y de máxima calidad.

La temporada alta coincide lógicamente con las fiestas. Durante noviembre, el horario de venta en Plaza Mayor va de 9 a 19, mientras que en diciembre se acota a dos franjas: de 9 a 11 y de 17 a 19, incluso los feriados. El valor actual del pan dulce es de 36.000 pesos por kilo. En el local destacan que el producto puede mantenerse refrigerado durante diez días y también aceptan que una parte importante de los clientes opta por freezarlo hasta ocho meses para preservar su calidad. Basta retirarlo un día antes de servirlo para que recupere su textura y sabor.

A lo largo de las décadas, la identidad del restaurante se cimentó en el entrecruzamiento de culturas. Aunque la fachada y la carta están enfocadas en la cocina española, el rol de la inmigración italiana dentro de la familia Yahbes se notó desde el comienzo. Las raíces familiares en Calabria y la transmisión de recetas de generación en generación establecieron un modelo híbrido, donde las recetas con herencia española conviven con la adaptación porteña del panettone italiano. El resultado es un producto singular dentro del mapa gastronómico de la ciudad: el pan dulce de Plaza Mayor muestra una textura y un corte distintos a los del panettone tradicional milanés, pero mantiene una densidad y concentración de frutas que sorprende a quienes lo prueban por primera vez.

La demanda crecida a lo largo de los años fomentó la creación de un sistema propio de venta, donde la experiencia de compra se asemeja a un ritual. La fila en la esquina de Venezuela y San José se observa durante varias semanas, con personas que llegan a esperar más de dos horas por su turno. Esta costumbre fue naturalizándose hasta convertirse en parte de la rutina de las fiestas porteñas. Para muchos, hacer la cola en Plaza Mayor equivale a instalar una atmósfera festiva que antecede la Nochebuena y reafirma la pertenencia a una tradición barrial reconocida.

El restaurante Plaza Mayor mantiene sus redes actualizadas para informar sobre las condiciones de compra y responder consultas a través de su perfil de Instagram (@plazamayorok). El establecimiento sugiere anticipar la compra para evitar largas esperas y aprovechar la posibilidad de congelar el pan dulce sin alterar su sabor. El kilo, tal como indican desde el propio restaurante, representa “pura magia” gracias a una receta que continúa transmitiéndose y reelaborándose bajo la tutela de la familia Yahbes.

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