9 de diciembre de 2025
El crimen de Candela: un carpintero “perejil” y un testigo de identidad reservada que murió en un accidente

La misteriosa aparición de una declaración que involucró a Ramón Altamirano en el secuestro de la nena. Cómo fue la defensa del carpintero, a cargo del abogado Matías Morla
Así un simple carpintero fue detenido e involucrado en una de las causas más importantes de la historia criminal argentina como partícipe de un homicidio atroz. El hombre, que era un vecino respetado y que estaba orgulloso de su buen nombre y honor, se desesperó. No toleró verse involucrado, y menos en el asesinato de una nena. “Si quedo preso, me suicido. Y si salgo y alguien me involucra en el caso o me marca como un asesino, yo me mato igual”, expresó Altamirano casi al borde del llanto y la locura por lo que estaba viviendo.
Matías Morla era por entonces el abogado que defendía al carpintero. Su estrategia para desvincularlo del caso fue exitosa porque conocía el terreno, ya que es oriundo del oeste del conurbano e insistió hasta el cansancio en que era un perejil y que resultaba tan obvia la maniobra para involucrarlo que no resistía el menor análisis. Así se lo relató a Infobae: “Fue involucrado injustamente, no había pruebas concretas que lo implicaran, solo declaraciones de un testigo de identidad reservada que después murió en oscuras circunstancias. Oportunamente, pedí su “falso testimonio”, argumentando que sus dichos estaban motivados por la recompensa ofrecida por el Estado. Es decir, mintió con el objetivo de obtener el dinero a cualquier precio. Era evidente que alguien pesado estaba detrás de él. Lo primero que nos llamó la atención fueron las pruebas que se hicieron a una velocidad que nunca se habían realizado, todo a velocidad, vinculado al intento de cobro de la recompensa. Por eso empezamos a trabajar en los tres puntos más importantes en los que se lo vinculaba a Altamirano y que de ninguna manera tenían asidero: él no estaba en la casa, no fumaba (se decía que su ADN estaba en una colilla de cigarrillo hallada en la casa y además, se encontraba trabajando en otro lugar mientras la nena estaba secuestrada”.
El letrado sostuvo que su defendido podía probar su inocencia y lo terminó haciendo. Durante los días en que la niña estuvo secuestrada el carpintero estaba trabajando en una clínica y no tenía posibilidad de haber participado de los hechos. Y entonces, se citó al personal de ese sanatorio para que declare: “La participación de Nelly, la mujer de Altamirano, también fue importante porque ella defendió con datos y con pruebas la inocencia de ambos. El testigo había dicho que la vio a ella con comida junto a la menor, ese mismo día demostramos que ella estaba comprando con una tarjeta de crédito en un súper de Tucumán. Toda la investigación estuvo viciada y fue hecha de muy mala manera desde el comienzo. Y por eso hasta hoy, lamentablemente, no se pudo saber la verdad de lo que pasó con Candela. Así logramos revertir la causa y demostrar la inocencia de Altamirano y su mujer, que fueron liberados.Pese a todo, la investigación continuó porque en una primera etapa, tal como denunció Morla, se hizo de manera irregular. Fueron condenados Hugo Bermúdez a prisión perpetua junto a Leonardo Jara por los delitos de privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte. Y Fabián Gómez recibió cuatro años como partícipe secundario.
Un párrafo aparte de este relato está dedicado al testigo de identidad reservada que luego se conoció que se trataba de Roberto Arturo Aníbal, quien trabajaba como carnicero en un supermercado chino de la zona y murió a causa de las gravísimas quemaduras sufridas tras una explosión de gas en su casa de Moreno en abril de 2013.
Obviamente fue impuesto para desviar la investigación y “se investigó” si la causa de “su accidente” fue un escape de gas accidental o intencional, ya que existían dudas, pero no se pudo determinar el origen. Por supuesto, Carola Labrador, la mamá de Candela, estaba convencida de que lo habían mandado a matar para callarlo. Aníbal había denunciado amenazas y un ataque previo a tiros al frente de su casa, lo que lo llevó a encadenarse por miedo frente a las rejas del Palacio de la Gobernación bonaerense.Había entrado a su vivienda antes de las dos de la mañana y la explosión se produjo desde el interior hacia el exterior en Virgen del Luján 3664, Villa Trujuy, partido de Moreno. En la casa no había señales de que lo hubiera producido un artefacto explosivo. El testigo tenía el 80% de su cuerpo quemado.
El narcotráfico siempre sobrevoló la causa. Y quedó claro que no se fue a fondo en este sentido. Un ejemplo claro y contundente fue que no se siguió esa pista cuando era un secreto a voces que fue una disputa entre bandas. Un detalle de la maniobra para impedir el avance de la pesquisa fue que el celular de Candela se apagó en San Martín, sin embargo todo se desvió a propósito para que la investigación se radique en Hurlingham. Y el detalle de la incorporación forzada del testigo de identidad reservada para torcer el expediente fue bochornoso, propio de la Cosa Nostra.


