4 de diciembre de 2025
Áreas verdes como infraestructura económica
La evidencia científica, urbanística y económica demuestra que el acceso equitativo a espacios verdes impulsa la productividad, mejora la seguridad y eleva el bienestar comunitario
Jeffrey Sachs lo ha señalado con fuerza: “La sostenibilidad es inseparable de la justicia” (The Age of Sustainable Development, 2015).
Jane Jacobs lo explicó desde el urbanismo: sin espacios públicos activos y bien cuidados, no existe vida cívica. Robert Putnam añadió que el tejido social depende de esos lugares donde la comunidad puede encontrarse sin miedo (Bowling Alone, 2000). La naturaleza urbana, entonces, no es un lujo ecológico; es infraestructura social y productiva indispensable para que una comunidad pueda prosperar.
La creación de Pulmones Urbanos, el rescate de plazas públicas, la recuperación Parques Lineales y el establecimiento de reservas verdes, como la Reserva Ojo de Agua, muestran que cuando una ciudad invierte en naturaleza, la gente se apropia del espacio, la convivencia se fortalece y la seguridad mejora. Y, de manera aún más relevante, el patrimonio de las familias aumenta: la literatura urbana demuestra que los hogares situados cerca de áreas verdes o con acceso efectivo a ellas registran mayor valorización inmobiliaria, además de beneficios ambientales acumulativos.
En nuestra región, este vínculo se vuelve cada vez más evidente: una buena política ambiental es una buena política económica, eso lo entendemos claramente en el modelo de gestión gubernamental que guía a nuestro municipio: la 4TNorteña.
La naturaleza urbana regula temperatura, reduce costos energéticos, mejora movilidad activa y favorece la creatividad y el descanso. Son servicios ambientales que fortalecen la economía, la productividad y la eficiencia desde abajo. La posición de gestión de gobierno de la 4TNorteña es ambientalista, no solo por una obligación moral, sino por una lógica de desarrollo y productividad obvia y pragmática.
Ningún municipio, por eficiente que sea, puede enfrentar solo los desafíos climáticos o los efectos del calentamiento urbano. Así, el crecimiento urbano y metropolitano más rentable y viable no será el que ignore la naturaleza, sino el que la reconozca como parte de su infraestructura económica más valiosa.
* El autor es Alcalde del Municipio de General Escobedo en Nuevo León, México, y Presidente de la Mesa de Coordinación Metropolitana, Sociedad y Gobierno en la Zona Metropolitana de esa entidad de la República Mexicana.


