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1 de diciembre de 2025

La enigmática desaparición de la yaguareté Acaí: sospechas, hipótesis y una oferta que podría quebrar el silencio en el Impenetrable

El felino es buscado desde el 25 de octubre, cuando su collar emitió la última señal desde el río Bermejo. Este lunes abrirán los celulares secuestrados a pobladores de la zona. Los culpables podrían recibir hasta cinco años de pena de prisión, ya que es una especia en peligro de extinción. El Estado ofrece $ 250 millones a quien aporte datos ciertos

>¿Un cazador furtivo? ¿Un poblador que sintió amenazada su hacienda? ¿Un sicario? La yaguareté Acaí desapareció de los radares que monitoreaban sus movimientos el 25 de octubre pasado y abrió un capítulo de especulaciones sobre su destino, por ahora incierto.

Mientras el fiscal federal Carlos Amad se encarga de aclarar que él busca al animal vivo, los científicos de la fundación Rewilding Argentina que la criaron en una “libertad controlada” en el Parque Nacional Iberá y la trasladaron al Chaco para liberarla definitivamente el pasado 5 de octubre son mucho más escépticos: creen que Acaí (“cabeza chica”, en guaraní), de apenas dos años de vida, está muerta.

Es que el collar con geolocalización satelital que le ataron para estudiar y monitorear su comportamiento dejó de emitir señal el 25 de octubre. Y el último destello de información que envió el aparato salió desde el cauce del río Bermejo. Es decir, desde sus profundidades.

Por eso, la Fundación Rewilding, dedicada desde hace años a la reinserción de esta magnífica especie -tope de la cadena alimentaria de la fauna local y casi extinta en la zona-, difundió la noticia directamente como un crimen. “La matanza de Acaí”, se titula el último envío de información institucional.

“Creemos que la mataron y tiraron el collar al río”, explicó a Infobae Sebastián Di Martino, director de Conservación de Rewilding Argentina. Es una de las hipótesis que maneja en absoluto silencio el fiscal Amad, que este lunes comenzará a analizar la información contenida en media docena de teléfonos celulares que la jueza Belén López Macé ordenó secuestrar a pedido del investigador.

Lo cierto es que desde aquel momento nadie sabe nada de Acaí. Y ya pasó más de un mes. “Nuestra principal hipótesis es la matanza, por los datos que vienen del collar desde antes de desaparecer. Y también por los vecinos de la zona”, comentó Di Martino. Incluso hay rumores de quién pudo haberla asesinado.

Con esas versiones, Amad allanó los ranchos de la zona. En uno de estos, además de los teléfonos secuestrados, se encontraron con un perro gravemente herido en el lomo, en carne viva. Los comentarios entre los pobladores es que fue atacado por el felino.

Los investigadores dudan de esa versión, sobre todo porque consideran poco probable que un perro sobreviva no ya a una mordida de la yaguareté, también a un zarpazo. Algunas versiones de pobladores dicen que Acaí se comió el ternero de uno de ellos y que la situación derivó en su muerte.

Este lunes, peritos informáticos extraerán información de los celulares y en el transcurso de la semana Amad y su equipo harán el análisis criminal de la información que eventualmente encuentren en los teléfonos.

A los investigadores les inquieta el hecho de no haber hallado ningún tipo de rastros de Acaí ni en los ranchos ni en la zona circundante: “No encontramos ni restos de piel ni pelo ni nada”.

¿Los asesinos podrían ser cazadores furtivos en busca de su pelaje o sus dientes para comercializar en el mercado clandestino? Es una posibilidad que la hayan dormido y se la hayan llevado. Pero el círculo de sospechas se cierra sobre todo por los campesinos.

Por eso, al fiscal Amad se le ocurrió fijar una recompensa para quien quiera aportar datos fehacientes del destino de Acaí. El Ministerio de Justicia de la Nación ofrece 250 millones de pesos. La cifra no es antojadiza sino que está definida en base al daño ambiental que la Asociación Parques Nacionales calculó por la pérdida de Acaí: 2.673.280.260 de pesos.

Simultáneamente, buzos tácticos intentan desde hace días encontrar el collar en las profundidades fangosas del río Bermejo con rastrillajes. Ese collar de monitoreo toma puntos GPS una vez por hora y cada cuatro horas se conecta con un satélite y les manda a los científicos de Rewilding los puntos que juntó.

Pero sí envía una señal VHF de radio, que es lo que les permitió localizarlo. “Ya hicimos tres intentos de encontrarlo y no pudimos, vamos a ver si esta semana podemos hacer el cuarto, porque es probable que ese collar tenga algunos puntos GPS que no vimos y nos permita saber qué sucedió con Acaí”, comentó Di Martino.

“En general siempre que murió una persona atacada por un yaguareté es en circunstancias en que antes hieren al animal, no lo terminan de matar y el animal ataca. Pero el yaguareté normalmente no ataca a las personas. Puede atacar a ganado”, detalló Di Martino, quien agregó que en esa zona del Chaco “se pierde mucho ganado por mal manejo sanitario, mal manejo nutricional, porque no tienen alambrados y los animales andan por todos lados, por cuestiones climáticas o incluso por quedar empantanados en el Bermejo”.

Para entender la historia de Acaí hay que viajar de Chaco a Corrientes, donde desde 1953 hasta 2021, el yaguareté también estuvo extinto. Hace cuatro años comenzaron a liberarse los primeros individuos criados por Rewilding en el Parque Nacional Iberá y como resultado de este proyecto la especie ya se reproduce libremente, lo que aumentó de forma notable la cantidad de felinos en ese Parque Nacional.

La provincia de Corrientes pasó de no tener ningún yaguareté durante 70 años a reconstruir allí una población saludable a través de este proyecto de reintroducción, lo que le permite desde hace unos años a la provincia convertirse en “donante”, para ayudar a recuperar su presencia en otros ecosistemas.

La reintroducción de hembras resulta esencial para recuperar las poblaciones del principal depredador de Sudamérica en este bosque seco, uno de los ecosistemas más amenazados del mundo, cuya superficie se extiende por Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. Aún desconocido y desprotegido, el Gran Chaco es el segundo bosque más importante de América del Sur después del Amazonas por su tamaño y asombrosa biodiversidad.

Ante la falta de hembras en la región, se lo cruzó con una hembra de cautiverio, lo que fue una acción nunca antes realizada en la historia. Desde entonces, Qaramta se apareó con hembras cautivas traídas desde el Parque Nacional Iberá y produjo cachorros para ser liberados en la naturaleza.

Para revertir esta situación, entre 2024 y 2025, Rewilding Argentina, la Administración de Parques Nacionales y la provincia del Chaco liberaron en el Parque Nacional El Impenetrable otras cuatro yaguaretés hembras, dos nacidas en cautiverio, hijas de Qaramta, una rescatada en Paraguay y a Acaí.

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