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19 de noviembre de 2025

Alerta por el aumento de residuos espaciales que pone en jaque la seguridad de vuelos y la vida en tierra

El incremento de fragmentos provenientes de satélites y cohetes en órbita ya provocó incidentes en distintas partes del planeta, un fenómeno que estiman aumentará en los próximos años. La importancia de establecer nuevas regulaciones, según MIT Technology Review

>Un Boeing 737 que volaba a 11.000 metros sobre Utah debió aterrizar de emergencia en octubre, tras el impacto de un objeto desconocido que fracturó su parabrisas. Aunque la hipótesis principal apunta a un fragmento de globo meteorológico, el incidente reavivó el debate acerca de un riesgo creciente: la posibilidad de que restos de Durante los últimos dos años se registraron varios incidentes que ilustran la magnitud de la amenaza. En marzo de 2023, un trozo metálico de 0,7 kilogramos perforó el techo de una vivienda en Florida; la En febrero de este año, un fragmento de un cohete Falcon 9 de Especialistas advierten que muchas otras caídas podrían pasar inadvertidas. James Beck, director de la firma británica Belstead Research, explicó a MIT Technology Review: “No entendemos completamente el riesgo de los impactos de basura espacial, y podría ser mucho mayor de lo que los operadores de satélites admiten”.

El origen de este fenómeno radica en el avance acelerado de la actividad espacial. Actualmente, orbitan la Tierra unos 12.900 satélites activos; los analistas pronostican que la cifra podría superar los 100.000 en la próxima década.

El reingreso de estos objetos resulta complejo y difícil de predecir. Los operadores intentan que los satélites fuera de servicio se desintegren en la atmósfera, pero no existe certeza sobre cuánta materia se quema y cuánta sobrevive y llega al suelo.

SpaceX sostiene que sus satélites Starlink están diseñados para desintegrarse completamente al reingresar. Sin embargo, Beck, tras ensayos en túneles de viento con réplicas de satélites, objeta esa afirmación: hay componentes fabricados con titanio y aleaciones especiales que resisten las temperaturas extremas del descenso hipersónico. “Para satélites grandes, de unos 800 kilos, esperaríamos que dos o tres objetos lleguen a tierra”, afirmó.

La predicción de trayectorias de basura espacial enfrenta obstáculos técnicos severos. Los modelos de inteligencia artificial permiten estimar órbitas con precisión en el vacío, pero no anticipan con exactitud el comportamiento de los objetos cuando cruzan la atmósfera terrestre, cuya densidad variable altera la caída.

El impacto potencial en la aviación comercial genera creciente preocupación. La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) reconoció ante MIT Technology Review que el acelerado despliegue de satélites implica “un desafío novedoso para la seguridad aérea, que no puede cuantificarse con la misma precisión que otros riesgos más conocidos”.

La Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos estimó en 2023 que, para 2035, la probabilidad de que un avión sufra un impacto catastrófico de basura espacial sería de siete cada 10.000 vuelos anuales. Un incidente de este tipo podría destruir la aeronave o provocar una despresurización súbita, poniendo en peligro la vida de todos a bordo.

La amenaza de basura espacial obliga a las autoridades a cerrar de forma temporal el espacio aéreo en zonas bajo peligro, generando retrasos y pérdidas económicas.

Si continúan desplegándose nuevas constelaciones, estos cierres podrían llegar a ser tan frecuentes como los motivados por condiciones meteorológicas adversas. En 2022, la caída de un cohete chino Long March de 21 toneladas provocó el cierre de media hora del espacio aéreo en España y partes de Francia, afectando a cientos de vuelos, aunque los restos finalmente cayeron en el Pacífico.

El peligro para las personas en tierra resulta aún más relevante. Boley advirtió en MIT Technology Review que, si los satélites de megaconstelaciones no se desintegran totalmente, el riesgo de que una persona resulte herida o muera por el impacto de basura espacial podría alcanzar el 10% anual para 2035, lo que implicaría una probabilidad superior al 50% de que alguien en el planeta resulte afectado durante la próxima década. La FAA, a partir de estimaciones similares, considera que una persona podría resultar herida o fallecida cada dos años.

Para enfrentar este escenario, empresas como Okapi Orbits, junto al Centro Aeroespacial Alemán y Eurocontrol, trabajan en integrar alertas sobre basura espacial en los sistemas de control de tráfico aéreo, de modo que pilotos y controladores reciban información puntual.

La ESA calcula que solo la mitad de los cuerpos de cohetes reingresan de manera controlada, mientras que un total de 2.300 restos antiguos continúan en órbita sin posibilidad de ser conducidos de forma segura.

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