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18 de noviembre de 2025

De cuasi a mini: ¿cuántos cuerpos celestes acompañan realmente a la Tierra, además de la Luna?

Nuevos hallazgos astronómicos muestran que el planeta no viaja solo y comparte su espacio en el sistema solar con otros cuerpos celestes que, debido a la gravedad, pueden quedar atrapados temporalmente

>La imagen tradicional de la Esta compañía celeste, formada por cuasi-lunas y mini-lunas, complica la respuesta a una pregunta aparentemente simple planteada por National Geographic: “¿Cuántas lunas tiene realmente la Tierra?”.

Para entender este fenómeno, es esencial distinguir entre los distintos tipos de cuerpos en órbita. La Luna, claramente visible y protagonista de las noches terrestres, permanece como el único satélite natural permanente.

Hasta el momento, se identificaron al menos siete cuasi-lunas, aunque los astrónomos consideran probable la existencia de más, aún no detectadas. El descubrimiento más reciente, denominado PN7, fue registrado por el Observatorio Pan-STARRS en Hawái a finales de agosto.

Kamoʻoalewa, identificada en 2016, permaneció como cuasi-luna durante cerca de un siglo y probablemente mantendrá ese estatus por otros 300 años. Ben Sharkey, astrónomo de la Universidad de Maryland, destacó que estos hallazgos obligan a replantear la visión tradicional de un sistema solar estático y ordenado.

La detección de las mini-lunas es aún más compleja debido a su menor tamaño. Se registraron únicamente cuatro hasta hoy; la más reciente, de tamaño similar a un micro escolar, fue capturada por unos meses antes de escapar.

Según Grigori Fedorets, de la Universidad de Turku, la mayoría de estas mini-lunas son pequeñas como rocas, lo que dificulta su observación.

La clasificación de estos objetos generó un debate abierto en la comunidad científica. No se definieron criterios oficiales para determinar qué debe considerarse “luna” de la Tierra. Algunos, como Sharkey, se preguntan si una nube de polvo constituiría una sola luna o cientos de miles, dada la cantidad de partículas.

Esta incertidumbre se extiende incluso a cuerpos como Kamoʻoalewa, apenas del tamaño de una noria. La ausencia de reglas claras para identificar estos acompañantes temporales pone de manifiesto la dificultad de establecer límites nítidos entre satélites, cuasi-lunas y mini-lunas.

El origen de estos objetos permanece en investigación. Una de las hipótesis principales sostiene que algunos serían asteroides cercanos a la Tierra, desplazados desde el cinturón principal entre Marte y Júpiter por influencia gravitatoria.

Según Sharkey, no hay razón para descartar explicaciones múltiples, ya que estos acompañantes pueden tener orígenes diversos.

El progreso tecnológico resultó clave para detectar estos pequeños cuerpos. Telescopios como Pan-STARRS identificaron objetos tan reducidos como PN7, y el próximo Observatorio Vera C. Rubin ampliará el catálogo de cuasi-lunas y mini-lunas.

Fedorets señaló que el estudio de estos objetos reaviva el interés por la mecánica celeste, disciplina que en el pasado transformó la percepción humana del universo. Aunque el hallazgo de mini-lunas no representa una revolución copernicana, demuestra que el cosmos permanece en constante cambio, con la gravedad reconfigurando el entorno cercano a la Tierra de manera continua.

Así, la Tierra sigue siendo el único planeta del sistema solar con un único satélite natural permanente, aunque su espacio inmediato esté poblado por una multitud de acompañantes transitorios. Cada uno de estos cuerpos, según la visión recogida por National Geographic, aporta una compañía que suaviza la soledad cósmica del planeta y recuerda que, aunque la Tierra solo disponga de una luna oficial, nunca viaja completamente sola por el espacio.

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