17 de noviembre de 2025
Cuál es la capacidad de gasto de cada provincia según sus propios ingresos y los fondos no automáticos que recibe de la Nación

De 2010 a 2024 los recursos cayeron 23% y crecieron las brechas entre jurisdicciones. Los recursos “discrecionales” oscilan en función de las relaciones políticas de un distrito con el gobierno nacional de turno
La caída no afectó a todas las provincias por igual. El estudio detalla que, de las 24 jurisdicciones, solo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires registró un incremento de las transferencias no automáticas entre 2010 y 2024. Ese aumento estuvo explicado por la decisión de la Corte Suprema que elevó el coeficiente de coparticipación para el distrito. En palabras del informe, los envíos extraordinarios “transformaron a CABA de la jurisdicción con menores transferencias por habitante en 2023 a la de mayor nivel en 2024”.
La medición integral del Iaraf considera tres elementos: recaudación tributaria propia, ingresos por regalías y transferencias no automáticas. La suma de estas fuentes muestra cuánto puede gastar cada provincia sin contar las transferencias automáticas del sistema de coparticipación (que se analizarán en próximos informes).De acuerdo con el informe, el promedio de ingresos reales por habitante “descendió 6% entre 2010 y 2023”. En 2024 volvió a caer y resultó “18% menor en términos reales que en el año previo”. En el período completo, la baja fue de 23,2%.En 2010, las provincias con menos ingresos por transferencias no automáticas por habitante fueron CABA, Santa Fe, San Luis, Chubut y Buenos Aires. Las que más recibieron fueron Santa Cruz, La Rioja, Tierra del Fuego, Formosa y Jujuy.
En 2024 se produjo un cambio abrupto: CABA pasó al primer lugar en transferencias por habitante debido a los envíos asociados a la sentencia de la Corte. La Pampa, Neuquén, San Luis, Río Negro y Formosa quedaron en la parte baja del ranking. El promedio nacional cayó a $58.000 por habitante.
El estudio muestra que, aun cuando los recursos totales se redujeron, la brecha entre las provincias se amplió.El coeficiente de variación —indicador que refleja la dispersión relativa de los ingresos entre jurisdicciones— pasó del 65% en 2010 al 106% en 2024 para la medición que incluye recaudación, regalías y transferencias no automáticas. Ese incremento refleja que, incluso cuando se suman estos mecanismos compensatorios, la diferencia entre distritos se mantuvo alta.El IARAF organizó a las 24 jurisdicciones en cuatro grupos para facilitar la comparación: altos ingresos–alta densidad, altos ingresos–baja densidad, bajos ingresos–alta densidad y bajos ingresos–baja densidad.
En 2010, tres de los cuatro grupos recibieron niveles similares de transferencias no automáticas, mientras que el grupo de altos ingresos y alta densidad recibió alrededor de 50% menos. Ese orden cambió en los años siguientes. Entre 2023 y 2024, todos los grupos mostraron fuertes descensos en las transferencias, excepto CABA por la situación específica mencionada.Al analizar la sumatoria total de recursos (recaudación propia + regalías + transferencias no automáticas), el grupo de altos ingresos y baja densidad —integrado por siete provincias patagónicas y cuyanas— se mantuvo como el de mayor capacidad de gasto por habitante. Lo siguieron el grupo de altos ingresos y alta densidad, el de bajos ingresos y alta densidad, y por último el de bajos ingresos y baja densidad.Entre 2010 y 2024, las posiciones relativas de las provincias se modificaron parcialmente.Neuquén pasó del tercer puesto al primero en capacidad de gasto por habitante. La Ciudad de Buenos Aires subió del quinto al segundo lugar. Santa Cruz, que en 2010 lideraba el ranking, quedó tercera. En el extremo inferior, Santiago del Estero retrocedió del puesto 20 al 24, mientras que Formosa cayó del décimo al penúltimo. Corrientes, que en 2010 se ubicaba última, mejoró dos posiciones.La radiografía fiscal muestra así un panorama de recursos más acotados y con disparidades crecientes, al tiempo que permite observar cómo cada provincia combina sus fuentes de financiamiento para sostener la capacidad de gasto en el tiempo.


