23 de octubre de 2025
Detuvieron a un ex general sirio acusado de cometer ejecuciones y torturas masivas en la temida prisión de Saydnaya bajo el régimen de Assad

Akram Salloum al-Abdullah, quien dirigió la Policía Militar siria, fue arrestado por su participación en crímenes cometidos dentro de la cárcel conocida como el “matadero humano”
La Asociación de Detenidos y Personas Desaparecidas de la Prisión de Saydnaya estima que unas 30 000 personas fueron encarceladas allí desde 2011, y que solo alrededor de 6 000 han sido liberadas. El resto continúa desaparecido. Diab Serriya, cofundador de la asociación, declaró que Abdullah es “la persona de mayor rango” arrestada hasta la fecha por los crímenes cometidos en Saydnaya.
En una publicación en Facebook, Serriya también aseguró que las “salas de sal” de Saydnaya que “servían como depósitos para almacenar cuerpos antes de su traslado a fosas comunes”, fueron creadas durante el mandato de Abdullah. Investigaciones realizadas por la AFP en 2022, basadas en entrevistas con ex reclusos, confirmaron la existencia de al menos dos de esas salas dentro de la prisión.
Por su parte, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, calcula que más de 200 000 personas han muerto en las cárceles sirias, incluidas víctimas de ejecuciones y de torturas.Según un informe de la ONU titulado “Red de agonía: detenciones arbitrarias, torturas y malos tratos en la República Árabe Siria”, publicado sobre el periodo comprendido entre marzo de 2011 y diciembre de 2020, se También se mencionan técnicas particularmente crueles, como el uso del “dulab” —en el que las víctimas eran obligadas a introducirse en el interior de un neumático para ser golpeadas— y la “silla alemana”, un dispositivo diseñado para provocar torsiones extremas en el cuerpo.Las condiciones de reclusión eran igualmente inhumanas: un promedio de 2,5 detenidos por metro cuadrado, sin acceso a agua potable ni alimentos suficientes. En muchos casos, los niños eran confinados junto a adultos. Numerosos prisioneros murieron a causa del hambre, las enfermedades o las torturas, y sus cuerpos permanecían durante días junto a los sobrevivientes.


