Miércoles 22 de Octubre de 2025

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22 de octubre de 2025

La historia de la última charla sin intermediarios entre Maradona y Messi: la emocionante frase con la que se despidió Diego

Los astros pudieron dialogar cara a cara por última vez en la entrega de los premios The Best, en 2017. Acarreaban algún ruido en la comunicación, que se esfumó cuando se reencontraron

>Todo alrededor en el elegante London Palladium en Londres se esfumó, o quedó preso de una bruma de las reales; nada de efectos especiales. De repente, cuando en los pasillos quedaron cara a cara, nada más importó. El escenario, mágicamente, se mimetizó con los campos de entrenamiento de la Universidad de Pretoria, donde Diego le daba consejos a Leo para pulir los tiros libres. O con los estudios en los que se grababa “La noche del Diez”, donde compartieron fútbol-tenis y sonrisas. Pelusa, paternal, le tomó el rostro con las dos manos, la Pulga posó el brazo derecho sobre su hombro. Fueron apenas unos instantes, con Antonela Roccuzzo y Rocío Oliva como testigos.

La entrega de los premios The Best, organizados por la FIFA (cuyo galardón principal quedó para Cristiano Ronaldo), quedó eclipsada por la reunión de los dos máximos estandartes de la historia del fútbol argentino. El encuentro fue casual, aunque los dos sabían que era inevitable el choque de planetas. De hecho, Diego fue preparado, tal como anticipó en la alfombra roja.

Y hubo otro hecho que, aunque hasta trivial, también había colaborado con el distanciamiento de quienes fueron entrenador y dirigido en Sudáfrica 2010: la no invitación a Maradona al casamiento de la Pulga con Antonela. “Él sabe que lo quiero mucho. La invitación a la boda se perdió por alguna parte, pero eso no cambia mi opinión sobre él”, declaró, pero la grieta, inevitablemente, había quedado expuesta.

Pero en esa gala de octubre de 2017 todo tenía que quedar atrás. Y Diego tomó la iniciativa. “Vos sabés que te quiero mucho, No le des bola a la gilada”, le pidió a un Messi sonriente, que asintió, devolvió el cariño, y le dijo que estaba todo bien. Se dieron los saludos protocolares con las parejas de por medio y los deseos de buen augurio; Leo tenía por delante el Mundial de Rusia 2018, que derivó en decepción.

El Diez había intentado ayudarlo a que quebrara la sequía de títulos a nivel Mayor en Sudáfrica, una ilusión que frenó en cuartos de final ante Alemania (0-4). Entonces, el vínculo tenía color de idilio. “Diego le decía que se pusiera el equipo al hombro, le daba la libertad para jugar. Le tiraba: ‘Vos hacé lo que quieras’. En la intimidad del grupo de trabajo era lo mismo. Nos decía: ‘Este enano cuando se enchufa, la rompe, te pinta la cara’”, ofreció detalles del vínculo Miguel Ángel Lemme, asistente del DT en el Mundial disputado en África.

Esa química se reflotó por unos instantes en Londres. Después, cada uno debió ubicarse en sus asientos, Maradona incluso presentó el premio máximo junto a Ronaldo Nazario y casi comete el error de ventilar el nombre del vencedor antes de que se viera el video con los candidatos. Lo frenó su coequiper, en un paso de comedia. “Te estaba dando golpes abajo, con el pie”, lo despertó el ex goleador, entre risas.

Cuando el rosarino ya había abordado el auto para trasladarse al hotel, un Maradona resuelto salió por la puerta del estacionamiento “cual fan enloquecido”, según la descripción de la TV española. Y, munido de un habano, se colgó de la ventanilla ante las cámaras. “¿Qué pasó? ¿Qué le dijo?”, le preguntaron algunos intrépidos cuando lo vieron regresar a la fiesta post ceremonia. “Le dije que lo amo, que lo llevo en el corazón, y que nadie lloró tanto cuando nos quedamos afuera en Sudáfrica”, sorprendió con el mensaje del furgón, a la postre, sus últimas palabras cara a cara con quien cuando era un niño lo tenía como ídolo, al punto que concurrió con su padre al estadio a verlo en su debut con la casaca de Newell’s frente al Emelec, en su fugaz paso por la Lepra. Leo tenía apenas seis años.

Ninguno de los dos sabía que habían transcurrido sus últimos instantes juntos, que ese encuentro quedaría resignificado cinco años después. Es que el 25 de noviembre de 2020 Maradona murió a los 60 años y el mundo del fútbol quedó huérfano. Incluso aquel pequeño fan de Newell’s devenido en leyenda, que se sintió en la necesidad de homenajearlo, y encontró la oportunidad en un gol al Osasuna.

Tal vez, en ese momento, volvió a su mente aquel reencuentro de octubre de 2017. También en Qatar, cuando la última corona cayó a sus pies y bebió de la Copa del Mundo como lo había hecho Diego.

En otra manifestación de ese hilo rojo que los unió y los une, Maradona sabía que ocurriría. Y, a la luz de los hechos, hasta sabía cuándo, tal como anticipó en una mañana de mates con Matías Morla, su abogado, Maxi Pomargo, la persona que lo acompañaba, y Sebastián Sanchi, jefe de prensa.

Pelusa se fue y Messi le puso su firma a la tercera. Y tan fino estuvo el ídolo de Fiorito que hasta todo indica que acertó que la Pulga jugará su sexto Mundial. En Norteamérica, nuevamente, las gargantas de los hinchas tenderán el puente imaginario en las tribunas: “Y al Diego, en el cielo lo podemos ver, con don Diego y con la Tota, alentándolo a Lionel”.

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