6 de octubre de 2025
“Mataron por placer”: dos padres condenados a prisión perpetua, 70 quemaduras y una niña de cuatro años con un vestido de fiesta

El crimen de Yéssica Contreras conmocionó a la provincia de San Luis en 1993. A más de 30 años, el médico forense que le realizó la autopsia al cuerpo de la nena revive la historia que estremeció a los vecinos del barrio Cruz de Piedra y expuso la violencia más brutal dentro de una familia. “Es un caso que no voy a olvidar jamás”, dice
Ese mismo día, la justicia ordenó la detención de los responsables: la madre biológica de la niña, María Noemí Contreras, y su pareja, el ex policía federal, Gregorio Fabián Villa, quien horas antes se había presentado en la casa del forense —haciéndose pasar por otra persona— para intentar llevarse el cuerpo y así ocultar el crimen. Durante el allanamiento en la casa familiar, en el barrio Cruz de Piedra, se encontraron cabello escondido bajo la cama y objetos —entre ellos el bastón del agente policial— que reforzaban las sospechas de un abuso sistemático. “Mataron por placer”, aseguró el fallo que los condenó a prisión perpetua. La brutalidad del caso marcó un antes y un después en San Luis.
Tras la detención y las indagatorias, la madre y el padrastro de Yéssica fueron trasladados a un penal. Durante el camino, según trascendió, se culpaban uno al otro, intentando deslindar responsabilidades. El reportero gráfico Javier Carrillo (57) llevaba relativamente poco tiempo trabajando en El Diario de la República de San Luis. Según cuenta, venía de cubrir eventos sociales y nunca imaginó enfrentarse a un caso de tal magnitud. Él fue uno de los primeros en retratar al ex policía antes de su traslado a la cárcel. “Pensé que iba a encontrar a un hombre avergonzado y cabizbajo, pero no fue así. Estaba sentado en una banqueta y esposado. Cuando levanté la cámara, me miró a los ojos con una calma terrible y sonrió. Esa sonrisa la tengo grabada hasta el día de hoy. Pocas veces estamos frente a la maldad pura. Ese día la conocí”, recuerda ahora, en charla con Infobae.Durante el juicio, que se llevó adelante dos años después, Torres tuvo que volver a detallar lo que había visto en la morgue aquel 29 de julio. “Me quebré en varios momentos”, asegura.
De acuerdo con el forense, en el debate oral se escucharon relatos espeluznantes. “La gente se ponía de pie e insultaba a la madre y al padrastro”, recuerda. El tribunal habló de un homicidio cometido “por placer”, una figura pocas veces aplicada en el país. “Yo fui el primero que dije que usaban a la niña como un objeto y que les producía placer este tipo de cosas”, sostiene el forense.Según contó el diario Clarín, mientras se realizó la investigación se barajó la posibilidad de que los acusados padecieran algún tipo de alteración mental. Sin embargo, las pericias psicológicas concluyeron que ambos “actuaron con pleno conocimiento de los hechos aberrantes y alevosos que cometían”.
En el juicio, la defensora oficial intentó convencer al tribunal de que María Noemí Contreras había sido también víctima de su pareja y pidió la absolución o una pena menor. El abogado de Villa, por su parte, sostuvo que no estaba probada la participación directa de su defendido. Ninguno de esos planteos prosperó: el proceso demostró que el ex agente de la Policía Federal era un hombre violento que castigaba tanto a Contreras como a la niña y que ella aceptaba esas agresiones sin hacer nada para detenerlas.La noticia de su excarcelación reavivó la furia popular. La casa de Cruz de Piedra, que en los años posteriores al crimen se había transformado en un santuario improvisado —con velas e imágenes en memoria de Yéssica—, fue incendiada por los vecinos cuando los condenados intentaron regresar. Después de aquel episodio, su rastro se perdió.
—“En el juicio se escucharon relatos espeluznantes”, dijo usted. ¿Algo que aún recuerde?—Usted contó que necesitó tratamiento psicológico después de este caso. ¿Costó seguir trabajando después de esta experiencia?
—Fue muy difícil volver a ver un niño en este estado, pero tuve entre 25 y 30 más. Había que seguir trabajando. En paralelo, la difusión del caso hizo que me convocaran de distintos lugares, incluso de Latinoamérica, para disertar sobre maltrato infantil seguido de muerte. En Ecuador y en Cuba me pasó que la gente se levantaba y se iba porque no soportaba escuchar ni ver este tipo de escenas.—Estoy jubilado, pero sigo trabajando en el sector privado como médico clínico en mi propio consultorio. También me desempeño como perito de parte en causas de homicidios, de mala praxis y en medicina laboral.