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18 de septiembre de 2025

Hallan un misterioso cambio en el núcleo de la Tierra mediante datos satelitales

El fenómeno, registrado frente a la costa atlántica de África, sugiere que la dinámica de esta parte planeta es mucho más rápida y compleja de lo que se pensaba hasta ahora

>Un hallazgo inesperado en el corazón de la Un grupo internacional de investigadores identificó un cambio misterioso en la zona que separa el núcleo del manto terrestre, a casi tres mil kilómetros bajo nuestros pies, ocurrido entre 2006 y 2008. El descubrimiento se produjo hace poco tiempo gracias a un análisis minucioso de datos satelitales.

Lo que parecía inmutable resultó ser más dinámico de lo pensado, y la clave estuvo en la gravedad. La historia se inicia con satélites del Experimento de Recuperación de Gravedad y Clima (GRACE, por sus siglas en inglés) que orbitaron la Tierra desde 2002 hasta 2017.

Mientras se desplazaban en formación, uno detrás del otro, registraban diferencias ínfimas en la distancia que los separaba. Si un satélite se veía atraído por una masa de gran tamaño, como una cordillera, su velocidad cambiaba levemente y ese mínimo desajuste quedaba registrado.

Junto con la autora principal, Charlotte Gaugne Gouranton, de la Universidad de la Ciudad de París, y un equipo de colaboradores, Panet halló una señal anómala que alcanzó su máximo alrededor de 2007 y se concentró frente a la costa atlántica de África.

Lo intrigante es que esa variación en la gravedad no podía explicarse por el movimiento de agua en la superficie. “Así que, al menos parcialmente, tiene que tener un origen en la Tierra sólida. Tiene que provenir de muy profundas profundidades”, sostuvo la especialista.

El límite entre el núcleo y el manto, conocido por los geólogos como CMB, se encuentra a una profundidad cercana a los 2900 kilómetros y funciona como una frontera dinámica.

Los nuevos datos abren una oportunidad para descifrar esa relación. Investigadores que analizaron en detalle las mediciones de GRACE y de la técnica de Satellite Laser Ranging (SLR) entre 2003 y 2015 encontraron una señal gravitatoria anómala de orientación norte-sur en el Atlántico oriental en enero de 2007. Esa señal evolucionó en escalas de tiempo de pocos años o incluso menos. Su origen no se vinculó con agua superficial ni con movimientos de fluidos en el núcleo, lo que lleva a pensar en procesos del manto profundo.

Esa transformación, que ocurre bajo temperaturas y presiones extremas, puede modificar la densidad de las rocas y generar topografías locales de apenas unos decímetros en el CMB. Aunque minúsculo en escala, ese cambio resulta suficiente para alterar el campo gravitatorio de un planeta entero.

Los investigadores destacan que casi al mismo tiempo se registró una sacudida geomagnética en la misma región, observada con datos magnéticos satelitales. La coincidencia sugiere un vínculo entre los cambios de masa en la base del manto y variaciones en el flujo del núcleo, lo que a su vez incide en la fuerza y el comportamiento del campo magnético. Esta conexión refuerza la idea de que el interior de la Tierra responde a procesos mucho más rápidos de lo imaginado, en periodos de años y no de millones de años.

El hallazgo tiene implicancias que van más allá de la curiosidad científica. Al detectar movimientos de masa tan profundos, los satélites demuestran que la tecnología espacial puede convertirse en una herramienta clave para entender el planeta. “El descubrimiento, posible gracias a que el cambio geológico alteró el campo gravitacional del planeta, constituye un testimonio asombroso de la existencia de satélites en órbita terrestre”, subrayó Panet.

Panet y sus colegas ya habían probado con anterioridad que era posible detectar variaciones de masa a cientos de kilómetros de profundidad antes de grandes terremotos. Ahora lograron ir todavía más abajo, al límite entre el núcleo y el manto, un territorio que parecía inaccesible para este tipo de observaciones.

El equipo plantea que la señal de 2007 podría ser solo el primer indicio de una dinámica más frecuente. Si se confirman otros episodios similares, será necesario reconsiderar cómo interactúan las distintas capas del planeta. Comprender esos procesos ayudaría a explicar el mantenimiento del campo magnético y a anticipar cambios en su intensidad o dirección, factores esenciales para la vida en la Tierra y para la tecnología que depende de la magnetosfera, como las comunicaciones y la navegación satelital.

En términos prácticos, las topografías decimétricas identificadas parecen pequeñas, pero implican una reorganización de masas gigantescas. La gravedad, tan constante en la experiencia cotidiana, se revela como un indicador sensible de procesos internos que ni siquiera los terremotos o los volcanes pueden delatar. El registro de GRACE se convierte así en una especie de sismógrafo global para el corazón de la Tierra.

La investigación continuará para evaluar cómo estos cambios en la topografía del CMB influyen en el flujo del núcleo y en el campo geomagnético, y para determinar si eventos rápidos similares se repitieron durante el periodo de observación de GRACE y su sucesor GRACE-FO. Cada nuevo dato ayudará a afinar los modelos de la dinámica interna, un paso necesario para anticipar cómo el planeta responderá a largo plazo.

Gracias a la mirada de los satélites, ahora sabemos que el interior de la Tierra puede cambiar en apenas unos años, y que esos cambios, invisibles para nuestros sentidos, tienen la capacidad de modificar la gravedad misma.

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