27 de agosto de 2025
De delfines a sepias: cómo la IA impulsa avances en el entendimiento del mundo animal

Investigaciones en distintas partes del planeta buscan, mediante algoritmos, identificar señales acústicas y gestuales en cetáceos, aves y primates. De qué forma estos indicios pueden establecer nuevos vínculos
El uso de inteligencia artificial también permitió avances en aves. Un equipo del Instituto Max Planck de Inteligencia Biológica en Alemania estudió al ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) y observó que sus cantos pueden adaptarse de manera instantánea para imitar la frecuencia de otro individuo. Esta flexibilidad se consideraba exclusiva de los humanos.
David Omer, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, identificó que los titíes, pequeños primates que viven en familias, emiten llamadas “phee” que funcionan como nombres propios. Se trata del primer caso confirmado en primates no humanos. Estudios recientes sugieren que elefantes y delfines también usan sonidos arbitrarios como identificadores.El trabajo más avanzado se concentra en los delfines mulares (Tursiops truncatus). Laela Sayigh, del Instituto Oceanográfico Woods Hole en Massachusetts, encabezó el proyecto ganador del Coller Dolittle Challenge. Su equipo analizó una población de unos 170 delfines en la bahía de Sarasota, Florida, y detectó 22 silbidos no característicos que varios animales comparten. El más frecuente aparece cuando observan algo inesperado, similar a: “¿Qué fue eso?”. Otro silbido, más estridente, cumple la función de advertencia. Según precisó New Scientist, los investigadores confirmaron que los delfines usan silbidos propios para reforzar lazos sociales y que adaptan el tono de sus sonidos cuando interactúan con crías, un comportamiento parecido al de los humanos cuando se comunican con bebés.La inteligencia artificial mostró eficacia en el estudio de los cetáceos. David Gruber, fundador de Project CETI, junto con el lingüista Gašper Beguš de la Universidad de California en Berkeley, señalaron que los clics de los cachalotes presentan similitudes acústicas con las vocales humanas.
El equipo de Project CETI identificó 156 patrones de clics que funcionarían como un “alfabeto fonético”. Además, observaron que los animales ajustan el ritmo de sus clics durante los intercambios, una sincronización que, según Luke Rendell de la Universidad de St Andrews en el Reino Unido, se utiliza para coordinar actividades y fortalecer vínculos.El contexto en que se emite una señal resulta determinante. Adriano Lameira, de la Universidad de Warwick, documentó que las hembras de orangután de Sumatra pueden retrasar hasta 20 minutos la emisión de una alarma tras detectar un depredador. Estudios en revisión indican que modifican la acústica de las llamadas para que otros individuos infieran cuánto tiempo pasó desde el evento. Esta conducta dificulta establecer una interpretación clara.
La comunicación tampoco se limita a los sonidos. Irene Pepperberg, de la Universidad de Boston, advirtió que enfocarse solo en los códigos vocales puede llevar a descuidar otros canales, como el color corporal, la liberación de olores, las expresiones faciales o el contacto físico. En aves como el carbonero japonés (Parus minor), la combinación y el orden de las notas del canto cambian el sentido del mensaje, lo que añade complejidad al análisis.El debate sobre si alguna especie no humana posee lenguaje comparado al humano continúa abierto. Rendell considera que el lenguaje requiere aprendizaje vocal, teoría de la mente y capacidad de proyectar pasado y futuro. A su juicio, algunos animales cuentan con algunas de estas cualidades, pero los humanos son los únicos que reúnen todas. Gruber plantea una visión distinta: “Nosotros definimos qué es lenguaje. Bajo esos criterios, los animales nunca podrán cumplirlo. Pero si se lo observa como un continuo, las ballenas sí lo tienen”.Las décadas de grabaciones de cantos de ballenas jorobadas en el Pacífico sur colocan a estas especies entre las principales candidatas a tener su comunicación descifrada primero. Rendell también destacó el proyecto de delfines de Sarasota por la calidad de sus datos a largo plazo, que lo ubican entre los cinco estudios más sólidos del mundo.Sayigh reconoce que el desafío es complejo. Los delfines producen ráfagas de pulsos rápidos que aún no se comprenden y que se combinan con silbidos. Estas señales parecen transmitir emociones. Además, utilizan la ecolocalización, lo que añadiría otra dimensión si se acompaña de movimientos corporales.El impacto de comprender la comunicación animal trasciende el interés científico. Según Yovel, lograrlo modificaría la percepción humana sobre otras especies y reforzaría el respeto hacia ellas.