18 de agosto de 2025
El Frente reformista iraní pidió al régimen suspender el enriquecimiento de uranio, liberar a presos políticos y revisar cuestiones de género

El bloque moderado pide aceptar la supervisión internacional sobre el programa nuclear y abrir un camino hacia la reconciliación nacional para evitar el regreso de sanciones en medio de la crisis que atraviesa el país
Este mecanismo se ha convertido en la carta más fuerte de los europeos frente a un régimen que insiste en mantener sus centrifugadoras activas. Según la Agencia Internacional de Energía Atómica, Irán ha llegado a enriquecer uranio hasta el 60 %, apenas un paso técnico por debajo del umbral necesario para fabricar armas nucleares. Estados Unidos, por su parte, ha reiterado que mantiene la vía diplomática abierta, aunque no descarta “otras opciones” si Teherán prolonga el pulso atómico.
Después del conflicto, el OIEA intentó retomar canales de diálogo con Irán. En junio, su director general, Rafael Grossi, insistió ante el Consejo de Seguridad de la ONU en la necesidad de que “los inspectores regresen a los sitios nucleares” para verificar las reservas de uranio y advirtió que, de no hacerlo, el régimen de no proliferación corre riesgo de colapsar. Mientras tanto, la Unión Europea expresó su respaldo al OIEA y exigió el regreso de las inspecciones.
La presión interna añade urgencia al debate. El país atraviesa una crisis económica que combina inflación desbordada, desempleo creciente y un deterioro de la infraestructura energética e hídrica. La frustración social se refleja en protestas recurrentes, reprimidas con violencia por las autoridades. En este clima, la propuesta reformista busca no solo un alivio internacional, sino también una reconciliación con una ciudadanía cada vez más desconfiada del sistema.Para Occidente, el tiempo apremia. Si Irán no acepta un acuerdo antes de septiembre, las sanciones podrían volver con toda su fuerza, asfixiando aún más a un país que ya depende del contrabando energético y del apoyo de socios como Rusia y China. La pregunta es si el régimen está dispuesto a sacrificar su programa nuclear en nombre de la supervivencia, o si persistirá con la línea de resistencia que lo ha llevado una y otra vez al borde del abismo.