6 de agosto de 2025
La frase “salí de ahí Maravilla”, su relación con Maradona y sus anécdotas en más de 50 años de periodismo: las memorias de Walter Nelson

El hecho fortuito que lo llevó a abrazar el periodismo, su vínculo con Maradona y cuál fue el mejor boxeador que vio
El encuentro con la calidez de Walter, en medio de una tarde de invierno que desmiente el almanaque con sus esplendentes 20 grados. Este hombre que ya cruzó la frontera de los 50 años de profesión, vividos al máximo, meciéndose entre sus dos grandes pasiones. El boxeo, herencia de su papá y el fútbol, que corrió por sus venas desde que tiene uso de razón. Pudo combinarlas en sus inicios en radio Rivadavia, hasta que llegó el momento de mayor exposición, esa que siempre da la televisión.
Poco quedaba ya de aquel programa que había arrancado tímidamente en agosto del ’85 por la pantalla de ATC. La producción de Torneos creció y estaba haciendo un producto de calidad, que daba mucho trabajo, en varios deportes: “Canal 9 tenía boxeo los sábados a la noche, pero a partir del ’93, lo comenzamos a hacer nosotros bajo el nombre Boxeo de Primera. Carlos Herbojo, que era un gran productor, iba conmigo a la cancha los domingos y notaba como la gente me hablaba siempre de las peleas de la noche anterior. Y ahí me propuso hacer los combates en la productora y empezó una historia que duró muchos años, junto a dos fenómenos como Osvaldo Príncipi y Julio Ernesto Vila”.
Aquel joven Walter que apenas había cruzado el umbral de los 20 años, jugaba al fútbol en cuanto campeonato se le cruzara, mientras trabajaba en la empresa nacional de teléfonos, la siempre recordada ENTEL. Hasta que llegó una propuesta de Osvaldo Caffarelli: “Como él sabía que me gustaban los deportes, me preguntó si no me animaba a hacer vestuarios para una radio de Tucumán, donde el relataba fútbol todos los domingos. Por supuesto le respondí que sí y mi debut fue en el viejo gasómetro, el 19 de marzo del ’72 en un partido de San Lorenzo contra Chacarita. Poco tiempo después, me avisó que estaban tomando pruebas en radio Rivadavia, donde él conformaba una dupla imbatible con Horacio García Blanco los sábados a la noche con el boxeo. Me presenté, pero sin decir una palabra de mi relación con Osvaldo. La prueba me la tomó Dante Zavatarelli y quedé, comenzando un largo recorrido de 15 años en esa emisora. Además de estar en deportes, arranqué en ‘El club de barbas’, de 5 a 7 de la madrugada, programa emblemático que conducía Rubén Aldao, donde me divertí muchísimo”.
Es difícil hacer un paralelismo y poner en contexto ahora, lo que era radio Rivadavia en la década del ’70. Aquellos tiempos de cuatro canales, donde ni se podía soñar con la televisión por cable y mucho menos con celulares o computadoras. Era un verdadero parlante, que se escuchaba en las casas y en la calle, de cualquier punto del país. Allí comenzó Walter, hasta que le llegó el momento de jugar definitivamente en primera: “Un día vino José María Muñoz para preguntarme si quería trabajar en ‘Rapidísimo’ con Héctor Larrea. Fue una hermosa experiencia y estuve con él a lo largo de 18 años. Cuando gané el Martín Fierro en 2017, tuve la suerte que él estuviera allí, porque le hacían un homenaje. Fue al primero que se lo dediqué, uno de mis grandes maestros. En diciembre de 1988 me fui de Rivadavia por una pelea que tuve con el Gordo Muñoz, una discusión muy fuerte. Héctor se enteró y me dijo: ‘Si algún día me voy de esta radio, te voy a llamar para que volvamos a trabajar juntos’. Y así lo hizo, cinco años más tarde, cuando pasó con Rapidísimo a El Mundo. Ahí logré hacer una de las mejores notas de mi carrera. Maradona y Larrea nacieron el 30 de octubre. Intenté comunicarme en los días previos con Diego, con quien siempre tuve muy buena relación, pero nunca lo encontraba. Esa mañana, me llamó él a la radio, para explicarme que no estaba dando notas porque era el momento del apogeo del caso Cóppola. Le dije cual era el objetivo y se puso a disposición enseguida. Se dio una charla hermosa, hasta que Héctor lo consultó sobre con quien lo iba a pasar y allí se descargó con todo, diciendo que su amigo estaba preso, acusando a Duhalde y a medio mundo. Nos pedían la nota de todos los medios”. El vínculo con Maradona comenzó casi desde el mismo momento del histórico debut en primera en 1976. Y tuvo un punto alto cuando se dio el pase a Boca en 1981: “Ese año me pidió si podía hacerlo entrar al padre los sábados a la noche al Luna Park, porque era fanático del boxeo. Por supuesto le dije que sí y me encargué de hacer las gestiones con Tito Lectoure, que era muy jodido con el tema de dar entradas, pero me respondió que no había ningún problema. Una noche, Don Diego estaba esperándome con el utilero de Boca, que traía un paquete envuelto en papel de diario. El regalo era la camiseta de Diego, la histórica del ’81 con las estrellitas. También me mandó una del Nápoli, que la tuve que ir a buscar al departamento que Cóppola compartía con Yuyito González”.Con una buena repercusión por sus relatos en Chacabuco, empezó a seguir a Sarmiento de Junín, que tuvo una inolvidable campaña en 1980, logrando el ascenso a Primera, donde logró mantenerse al año siguiente, con un equipo muy recordado. Eso le dio la posibilidad a Walter de destacarse con los apodos de los futbolistas: “El primero fue 1981, cuando Gareca va préstamo de Boca a Sarmiento y le puse Tigre, porque tenía ese pelo rubio largo y una enorme potencia. Luego llegarían Frasquito a Maxi Morales, porque todos le decían enano y no me gustaba, lo sentía como una discriminación. Patrulla Jiménez, al volante de Banfield, al punto que su esposa me dijo que cuando llamaban a la casa, pedían por él así y no por Jorge, su nombre de pila (risas). Fueron los tiempos iniciales de una dupla muy recordada con Alejandro Fabbri, donde nos dimos el gusto de transmitir desde Qatar el primer título de Pekerman como entrenador de la selección juvenil en 1995. También cuando fui protagonista en uno de los relatos más famosos de Marcelo Araujo. Fue en Platense versus Boca en diciembre del ’92. Yo hacía campo de juego y me venía diciendo que estuviese atento, porque un día se iba a ir de la transmisión, como parte de sus innovaciones. Y fue allí, con el golazo de Medero, después de dejar a medio equipo rival en el camino. ‘Si lo hacés me voy’, dijo al aire y cumplió. Terminé relatando los minutos finales desde el borde de la cancha”.
El amor al boxeo le había llegado desde pibe y de a poco se fue metiendo en ese mundo tan particular, en tiempos donde argentina atravesaba una era dorada: “Hay toda una generación a la que admiré, pero no relaté porque eran mis comienzos, como Nicolino Locche, Ringo Bonevena y Carlos Monzón, entre otros. A los que le siguieron a ellos, los viví más de cerca y estuve en gran parte de sus carreras, como los casos de Santos Laciar y Látigo Coggi. Pero de todos, el que realmente me deslumbró fue Uby Sacco. Era un talento único, con una personalidad especial, que terminó perjudicándolo. Cuando se consagró campeón del mundo en Campione d´ Italia, fui a cubrirla para radio Rivadavia. Una mañana nos levantamos todos los enviados especiales muy temprano y lo acompañamos, junto a Tito Lectoure, para realizar su rutina de entrenamiento. Corrimos a la par de él. En un momento estábamos haciendo gimnasia y lo vimos sentado. Cuando le pregunté el por qué, me respondió que así ya estaba bien para él. Al día siguiente, consiguió la corona mundial Welter Junior”.“El relator debe tener velocidad, espontaneidad y repentización”. Una excelente definición sobre su oficio, que lo apasiona y lo mantiene vigente. “Soy un agradecido a la tecnología. Siempre le digo a mi esposa: ‘si no existieran los teléfonos celulares, no estaría relatando’. En 2022 me contrataron para ser la voz oficial de la liga de los streamers. Ese mismo año, hice un evento inmenso en el Luna Park, lleno de pibes. Una locura”. Pasó más de medio siglo, desde aquel debut, después de la noche que le cambió la vida, al conocer a su esposa, con quien comparte su vida. Sigue con las mismas ganas de aquel pibe que entrenaba en el gimnasio junto a otros boxeadores y que se prendía en cualquier picado de fútbol. Las dos pasiones de la vida de Walter, que siempre se fueron entrelazando, para dejarlo en el sitial de los consagrados. Donde aún permanece y desde donde nos permitimos aconsejarlo: “No salgas de ahí, Walter”.