14 de julio de 2025
Retroceso de glaciares: cómo los nuevos paisajes podrían pasar de absorber a emitir gases de efecto invernadero

Un estudio en Groenlandia planteó que las superficies liberadas tras la pérdida de hielo milenario podrían alterar el balance de carbono global
Los niveles de dióxido de carbono y metano en estas aguas son muchísimo más altos que los que se darían si el agua estuviera en equilibrio con el aire, porque en los suelos antiguos el carbono orgánico se descompone lentamente por acción microbiana, liberando estos gases en grandes cantidades antes de que puedan escapar a la atmósfera, siempre de acuerdo con los científicos.
Con el paso del tiempo, el sistema cambia su comportamiento: al principio, cuando el paisaje recién queda expuesto por el retroceso del glaciar, actúa como un sumidero que absorbe más gases de efecto invernadero de los que emite. Pero a medida que el suelo “envejece” y se desarrollan procesos biológicos, se convierte en una fuente neta de gases que contribuyen al calentamiento global, tal como postularon los investigadores.El equipo trabajó en un único ecosistema parcialmente glaciado de 32,2 km², donde confluyen aguas provenientes de deshielo glaciar y de corrientes alimentadas por infiltración de suelos más antiguos. Se tomaron muestras durante dos períodos en julio de 2019, caracterizados por distintas proporciones de estos tipos de agua debido a variaciones en temperatura e insolación.
Para comprender cómo cambian las reacciones químicas del suelo y el agua tras el retroceso glaciar, los investigadores analizaron distintos indicadores:- Este enfoque integral permitió identificar que, en aguas glaciares, predominan reacciones de meteorización impulsadas por ácido carbónico, generadas por el propio CO₂ disuelto, que favorecen la captura del gas.
El estudio sugiere que los procesos de remineralización del carbono orgánico y la evolución de las reacciones de meteorización tras la exposición de nuevos paisajes por el retroceso del hielo tienen un impacto directo en el balance global de gases de efecto invernadero. “Nuestros resultados muestran que los balances de gases de efecto invernadero fluviales son sensibles a los cambios en las fuentes de agua entre arroyos glaciares y alimentados por filtraciones”, afirman los autores.
Este patrón no se limita a Groenlandia. Según el artículo, cerca del 30% del hemisferio norte fue cubierto por capas de hielo durante el Último Máximo Glacial, hace aproximadamente 15.000 años. A medida que esos suelos se exponen, se activa una sucesión biogeoquímica que puede pasar de fijar carbono a emitirlo, con tiempos de respuesta que dependen del tipo de roca, el desarrollo del suelo y las condiciones hidrológicas y microbiológicas locales.
Por último, los expertos advierten que la tendencia podría invertirse temporalmente en el futuro cercano: el aumento del deshielo por calentamiento antropogénico podría potenciar a corto plazo la meteorización de sedimentos frescos con captura de CO₂, aunque ese efecto sería pasajero. “El rápido calentamiento antropogénico podría aumentar la escorrentía del agua de deshielo glacial a corto plazo, lo que generaría una retroalimentación negativa sobre el calentamiento global”, indican.