28 de abril de 2025
Clima de negocios: Francisco y la economía, desde las críticas a la idolatría del dinero al ejemplo del empresario que “fue rico, pero santo”

Definiciones y documentos en los que el fallecido Papa argentino trató temas relacionados con las finanzas y el rol de los hombres y mujeres de negocios en la sociedad. La última reunión con el exministro Martín Guzmán, en la que le aclaró: “Yo no soy comunista”
A ese ecuménico análisis político, por estos lares siempre se le sumó una capa partidaria. Se debatió largo y tendido sobre el “Papa peronista”, se argumentó sobre si nunca volvió a su país para no interferir en la política local y hubo VAR detallado sobre las caras que ponía o dejaba de poner, y sobre la efusividad de los saludos protocolares, cada vez que lo visitaron los 4 presidentes que convivieron con su pontificado. También sobre los dirigentes gremiales o sociales que fueron al Vaticano y hasta con los destinatarios de los crucifijos bendecidos que enviaba al país.
Lo cierto es que, a lo largo de esos años, Francisco abordó con frecuencia temas relacionados con la economía, las finanzas y el rol de los empresarios en la sociedad. Sus reflexiones se plasmaron en encíclicas, mensajes y discursos, donde criticó las desigualdades estructurales del sistema económico global y propuso una economía centrada en la dignidad humana y el bien común. En el “debe” muchos anotan cuestionamientos sobre el manejo de las finanzas del Vaticano, incluso en medio de importantes cambios que buscaron mayor transparencia, control del gasto, profesionalización de la gestión financiera y combate a la corrupción. Movimientos que incluyeron la destitución de prelados implicados en escándalos y que le generaron tensiones internas.En un muy rápido repaso por sus documentos papales se destaca la Encíclica Laudato si’, de 2015, donde abordó la crisis ecológica y su vínculo con el modelo económico dominante. Criticó la especulación financiera y la desvinculación entre finanzas y economía real, afirmando que “las finanzas ahogan a la economía real”. También denunció la “cultura del descarte” y la idolatría del dinero, proponiendo una “ecología integral” que debía incluir dimensiones sociales y económicas. “Sobre el cuidado de la casa común”, tituló el documento, en referencia al planeta. Cinco años después, en la Encíclica Fratelli tutti, Francisco profundizó en la crítica al neoliberalismo y la globalización excluyente. Reiteró que el mercado por sí solo no puede resolver todos los problemas y fustigó a la especulación financiera. En varias ocasiones, envió mensajes a los participantes del Foro de Davos. Y en 2024 instó a los líderes a mirar más allá del beneficio económico y a tomar decisiones morales y éticas para sanar un mundo “cada vez más lacerado”.En 2020, en medio de la renegociación de la deuda local con acreedores privados y también con el Fondo Monetario Internacional, recibió a la directora del organismo, Kristalina Georgieva, en el Vaticano, para un seminario. Frente a ella, llamó a dar alivio a los países endeudados y no exigir pagos con sacrificios insoportables. Habló de solidaridad, en contra de la acumulación y pidió fomentar reestructuraciones sostenibles. Estaba presente el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, y su mentor, el Nobel Joseph Stiglitz. Guzmán, que tenía –y tiene– como parte del eje de su discurso económico la noción de “sostenibilidad de la deuda”, fue un dirigente muy cercano al Papa. Ambos se conocieron en 2018. “Gracias y hasta siempre, hermano”, lo despidió ayer el exministro en lnstagram. Guzmán viene de participar del panel de la Comisión del Jubileo de la Deuda, en la ONU, en Washington, un encuentro que se desarrolló en paralelo a las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial que está terminando por estas horas en la capital de EEUU. Es una comisión que impulsó el propio Francisco, meses atrás.“Fue un ser humano absolutamente extraordinario. Estaba preocupado por lo que ocurría en el mundo desarrollado y le inquietaba cómo se organizaba la economía global y las injusticias que genera. Reflexionaba profundamente sobre los problemas económicos y valoraba el rol de los mercados, pero reconocía que por sí solos producían resultados injustos. En nuestra última reunión me dijo ‘Quiero que quede claro que yo no soy comunista’. Me pareció clarísimo que su deseo era que construyamos una economía que funcione para todos”, dijo Guzmán en ese encuentro. Ambos se vieron por última vez en persona en diciembre pasado.
“Francisco no dudó en alzar la voz. Criticó las normas globales que privilegiaban los monopolios, en particular en el ámbito de la propiedad intelectual, donde las protecciones diseñadas para recompensar la invención a menudo obstaculizan el acceso a tecnologías vitales. Durante la pandemia de COVID-19, instó personalmente al presidente estadounidense, Joe Biden, a apoyar una exención de los derechos de propiedad intelectual sobre los ADPIC [Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual] de la OMC, para que las personas de todo el mundo pudieran acceder a las vacunas. Su mensaje fue claro: la vida humana debe primar sobre las ganancias corporativas”, destacaron. Ambos dejaron en claro, además, que el informe que encargó Francisco a la comisión que ambos integran será entregado en unas semanas, probablemente ya con un nuevo Papa en funciones.
“Francisco criticó en varias ocasiones la auto-referencialidad del sistema financiero, es decir la posibilidad que tiene de, desviándose de su función adecuada de servicio a la economía real (inversiones productivas, generación de empleo, financiación de actividades reales como construcción de viviendas, apoyo al consumo, etc.), ‘cerrarse’ sobre sí mismo generando ganancia para los participantes, sin cumplir de modo efectivo esas funciones“, explicó Marcelo Resico, investigador y docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA). “En el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia, reconocía el valor y función de las distintas instituciones económicas como la empresa, los intercambios y el sector financiero, pero que lo central pasaba por su función de servicio a la sociedad, que no se daba automáticamente. Tuvo muchos gestos que apuntaban a resaltar la función de las organizaciones sindicales, de los movimientos sociales y del marco de una sana intervención del estado en la economía, en línea con el logro de la ‘justicia social’. Por esta razón distinguió en varias oportunidades la economía de mercado, a secas, de una economía social de mercado”, agregó.“Hizo reformas, incluso habló de déficit cero en el Vaticano, y tuvo muchas actitudes libertarias, como la visita a inmigrantes ilegales. Un estereotipo dice que condenar a los ricos es de izquierda. Y lo cierto, y en esto tenía razón Francisco, las fortunas exageradas no son buenas, no son propias de un mercado realmente libre. Muchas son resultados de corrupción o de privilegios estatales. Cuando dijo que el dinero es estiércol del diablo, hubo mucho escándalo. En un mercado libre se gana por servir. Es decir, gana más el empresario que mejora los productos que ofrece, algo que no pasa en una economía estatista. Francisco tenía razón cuando pedía que los hombres manden al capital y no el capital a los hombres. Es lo que ocurre en un mercado libre”, explicó.
María Guadalupe Martino, también de la UCA, destacó que cuando el Papa hablaba de una “economía que mata” hacía referencia a la industria armamentística, a la contaminación y la explotación laboral. “A esta economía que mata se opone una economía ‘con alma’, centrada en las personas, que dé respuesta a los excluidos y a los más vulnerables, que sea sostenible, entendiendo al ser humano y a la naturaleza profundamente interconectados. En ese sentido llama a repensar los modelos de desarrollo, de producción y de consumo para ‘combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza’”, aseguró.“La actividad empresarial es una noble vocación, orientada a producir riqueza, multiplicar con esfuerzo y volver más accesibles para todos, los bienes de este mundo. Las capacidades de los empresarios para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza son un don de Dios y deben orientarse al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo que es parte ineludible del servicio al Bien Común”.
El ejecutivo destacó tres principios rectores que mencionó el Papa para la actividad empresarial, en un discurso a Uniapac (Unión Internacional de Empresarios Cristianos), en 2018: la centralidad en las personas, “que en el centro de cada empresa esté el hombre”; la construcción y el servicio al Bien Común; y el valor moral y económico del trabajo (no a la economía del descarte).
Como ejemplos de “buenos empresarios” –o buenos samaritanos–, Francisco mencionó en reiteradas ocasiones Alberto Balocco, dueño de una empresa italiana de dulces; a Adriano Olivetti, dueño de la empresa homónima, quien puso límites a las diferencias salariales entre la alta Dirección y los empleados de sus compañías; y al argentino Enrique Shaw (1921-1962), quien está en camino a convertirse en el primer empresario santo de la historia. El primer santo de saco y corbata, cuya causa de beatificación y canonización apoyó Francisco.
Shaw fue un laico que promovió e impulsó el crecimiento humano de sus trabajadores. Fue uno de los principales impulsores de la Ley de Asignaciones familiares y fundador de ACDE. Desarrolló su actividad en Cristalería Rigolleau.Los registros indican que al final de sus días y muy enfermo, cuando Shaw necesitó una transfusión de sangre, más de doscientos empleados acudieron a donar voluntariamente. En homenaje a su legado, el 27 de agosto se estableció el “Día Nacional de la Comunidad Empresarial”. Los mencionados investigadores de la UCA, Resico y Martino, son parte del nuevo Instituto Shaw de Estudios Empresariales de la Facultad de Ciencias Económicas de esa casa de estudios.
“El Vaticano, durante su pontificado, se modernizó. Su mirada era opuesta a la de Elon Musk, por ejemplo, que piensa en Marte cuando imagina el futuro de la humanidad. Él nos habló de cuidar ahora la casa común”, explicó Cuomo.
Este año Francisco iba a participar en el Vaticano de un seminario por otra de sus preocupaciones: la tributación internacional y cómo la multinacionales y los mega millonarios generan una desproporción y grandes impactos en los estados y, por consiguiente, afectación a sus habitantes y empresas chicas.En el encuentro se habló de poner un impuesto mínimo global y promover el fin de las llamadas “guaridas fiscales”.
A comienzos del 2024, en su catequesis de la audiencia general, Francisco dijo que “algunos hombres ricos no son libres” y volvió a reflexionar sobre la avaricia. Esa idea del “súper rico” infeliz que además puede generar impactos negativos para la sociedad, sobrevoló gran parte de los discursos en los que se refirió al tema.Este año, en su habitual mensaje al Foro de Davos, el pontífice envió una carta que destacó que “la tecnología no debe nunca violar la dignidad humana” y que debe apuntar “a mejorar la vida de todos y no a crear desigualdades”. Todos miraron a Elon Musk porque, además, agregó que los millonarios tech “tienen la obligación de evitar la propagación del odio”, en referencia a la red X. Musk había visitado a Francisco, junto a sus hijos, en 2022.
En 2021 envió un video con un mensaje a los empresarios del Coloquio de IDEA, que realizaron su tradicional encuentro en una Buenos Aires que comenzaba a salir de la pandemia. Hubo muchos aplausos y algunos murmullos. Más de uno de los presentes imaginó que había sido un “palo” para el entonces presidente Alberto Fernández, quien iba a hablar en el evento. Fue lo que fue: una capa más de la nutrida dimensión económica de Francisco, el Papa que llegó desde el fin del mundo y cuyo legado comienza a plasmarse como una realidad concreta ahora, con su partida.