8 de abril de 2025
El audaz plan de Autralia para que los niños se desconecten de las redes sociales

Con respaldo político y social, el país se convertira en pionero en establecer una edad mínima obligatoria de acceso. Un informe especial de Time analiza la estrategia
El caso de Charlotte O’Brien, una niña de 12 años que se quitó la vida tras recibir un mensaje hostil en Snapchat, se convirtió en el rostro más trágico del debate. Su familia, convencida de que la legislación podría haber salvado su vida, fundó el movimiento 36 Months, que exige fijar la edad mínima para acceder a redes sociales en 16 años.
Charlotte, brillante y extrovertida, alternaba momentos de euforia con episodios de aislamiento tras el uso del teléfono móvil, según describen sus padres. La confiscación del dispositivo derivaba en cambios de ánimo abruptos, compatibles con síntomas de adicción. La última noche, tras una cena alegre, recibió un mensaje anónimo que precipitó su suicidio.La propuesta de ley ha sido recibida con entusiasmo tanto por el oficialismo como por la oposición. En un país profundamente dividido en temas energéticos o fiscales, la protección infantil ante las redes ha generado consenso.Sin embargo, las críticas no tardaron en aparecer. Empresas como Meta y TikTok cuestionan la falta de consultas abiertas y señalan inconsistencias en la normativa, como la aparente exención de YouTube. Expertos en salud mental advierten que una prohibición rígida podría empujar a los menores a plataformas aún menos seguras y más difíciles de monitorear.Un grupo de 140 profesionales firmó una carta abierta calificando la medida como “demasiado burda” para abordar los riesgos reales de forma eficaz.La legislación australiana establece multas de hasta 31 millones de dólares estadounidenses para aquellas empresas que incurran en “incumplimientos sistémicos”. No se trata de prohibir las plataformas ni de confiscar dispositivos, sino de forzar a las compañías a desarrollar mecanismos efectivos de verificación de edad. Entre las soluciones posibles se estudian herramientas basadas en inteligencia artificial, como el análisis facial o de señales manuales.Julie Inman Grant, comisionada de seguridad digital, compara la legislación con las leyes que obligaron a cercar piscinas privadas en los años 70, lo que redujo notablemente las muertes infantiles por ahogamiento. “No es el gran cortafuegos australiano”, explicó, “pero sí una forma de mejorar las condiciones para padres e hijos”.El enfrentamiento con las tecnológicas ha sido directo. Elon Musk calificó la política de “fascista”, mientras que Albanese respondió llamándolo “millonario arrogante”. La tensión se suma a otros roces entre Canberra y Washington, como las tarifas impuestas por EE.UU. a exportaciones australianas o las críticas al intento de obligar a Google y Meta a pagar por noticias.Más allá del debate legislativo, la postura de Albanese refleja una visión generacional. Criado por una madre discapacitada en un barrio obrero de Sídney, recuerda su infancia entre partidos de rugby y juegos al aire libre. “Jugábamos desde la mañana hasta el almuerzo. Aprendíamos a ganar, a perder, a convivir”, dijo.Si la restricción por edad se implementa con éxito, otros países podrían seguir el ejemplo rápidamente. Francia ya ha pedido a la Unión Europea que actúe con urgencia. En EE.UU., el proyecto bipartidista Kids Off Social Media Act busca limitar el acceso a menores de 13 años y restringir la publicidad dirigida a menores de 17.
“Estoy convencida de que, si esta ley hubiera existido el año pasado, Charlotte seguiría viva”, afirmó su madre. “Y aunque no la salvamos a ella, quizás ayudemos a salvar a otros.”