Miércoles 12 de Marzo de 2025

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12 de marzo de 2025

Tragedia de Bahía Blanca: CFK hizo una exhibición de uso político y nada queda del clima inicial de tregua

La ex presidente abordó el tema sólo para cargar sobre Milei. Y buscó reivindicar su historia, en una movida con lectura interna. Kicillof ya venía escalando en la disputa. El oficialismo mantiene dureza frente a los reclamos. El foco incluye la historia de gestiones peronistas

>Las tragedias y otros casos que conmocionan a la sociedad producen espasmos en la dirigencia. De golpe, el caso de Kim Gómez, la chiquita asesinada en La Plata, había repuesto el drama de la inseguridad en el primer renglón de la agenda pública, con patéticos cruces entre el Gobierno y las autoridades bonaerenses. Parecía que iba a ser diferente frente al desastre de Bahía Blanca: golpeó de tal modo que las primeras reacciones asomaron como una especie de tregua, traducida en fotos de trabajo conjunto para atender a una ciudad devastada. Pero se notaba la fragilidad de los gestos. Y las tensiones crecieron rápidamente. El fin de ese clima terminó de ser sellado por Cristina Fernández de Kirchner, con una verdadera exhibición de uso político. Lamentable.

Hasta la difusión de fotos, con recortes de protagonistas, ponía en crisis el esquema. Desde las cercanías de Axel Kicillof reprocharon que algunas tomas o ediciones dejaban afuera al gobernador. Y más combustible agregó la presencia de José Luis Espert, posible candidato, en un tramo de las actividades de Patricia Bullrich y Luis Petri en el lugar. Después, hubo una reducida expresión de gente enardecida contra la ministra, que pareció armada, tanto como la difusión de un recibimiento cálido al gobernador en otro punto de la ciudad.

Dicho de otra forma: la gestión de Kicillof no puede desentenderse de la larga historia de gobiernos provinciales y nacionales de su mismo origen con responsabilidades concretas frente al cuadro actual. Y Olivos no puede suponer que su papel es únicamente de “ayuda” y, además, queda descolocado en su posición ideologizada y negadora del cambio climático en términos absolutos.

Kicillof terminó de correr hacia adelante con un planteo más bien para la tribuna: dijo que debería reservarse parte del acuerdo en trámite con el FMI para atender la reconstrucción de Bahía Blanca. Ocurre que el gobernador está lidiando así con dos cuestiones, que están conectadas: la disputa con el gobierno nacional y la interna. Eso último explica su rápido giro hacia el discurso político y hasta el pedido de reunión con Milei que, jugado así, en tono de exigencia o imposición, agrega tensión en lugar de allanar el camino para el diálogo.

Está claro que Olivos busca operar en el interior del peronismo/kirchnerismo y alterna los nombres de Kicillof y CFK a la hora de elegir “enemigo” para polarizar. Las reacciones reflejan esa pulseada doméstica. Poco antes de que el jefe provincial jugara con el pedido de plata del FMI, la ex presidente había aparecido en escena de manera destemplada y a la vez, falta de manejo de los tiempos.

Es llamativo porque ese texto seguía hasta anoche como tuit fijado. El lunes recién publicó un texto de condolencias. Y ayer, martes, volvió con un mensaje de cargas duras y chicaneras contra el Gobierno, pero a cuento del desastre de Bahía Blanca. Apuntó contra Milei por no haber viajado a la ciudad destruida y -de manera paradójica, si se considera el tono propio- lo acusó de tener “desconexión emocional” con la gente que está sufriendo.

Aún frente a un panorama desolador, el eje de su largo tuit fue ella misma, con reescritura de su pasado como presidente. Reclamó presencia y “billetera” para atender las necesidades, evitó hablar de la historia de la provincia en cuanto a falta de obras o, al menos, a obras insuficientes, y habló largamente de sus reacciones frente a tragedias.

Vuelta a la cuestión de fondo. Nadie esperaría miradas autocríticas o reflexiones sobre la necesidad de políticas compartidas para encarar planes de obras estratégicas, que demandan y a la vez habilitan negociaciones conjuntas para lograr crédito de organismos internacionales. No sólo eso. Ninguna línea del texto de CFK, tampoco ninguna expresión previa, estuvo dirigida a desarmar un tablero de disputa con un tema tan sensible.

Nada indica que este tipo de escalada kirchnerista disguste al Gobierno, en la lógica del cálculo político/electoral. Más fastidio dejó trascender frente a los dichos de Mauricio Macri, que alentó como necesidad una reunión de Presidente y gobernador, y además tocó dos líneas de la narrativa oficialista: el papel del Estado frente a algunos rubros de obra pública y el rechazo al concepto de cambio climático. Casos como el de Bahía Blanca no alcanzan por ahora para superar el espasmo político.

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