5 de marzo de 2025
Un episodio clave en la historia migratoria de EE. UU.: la batalla de Frances Perkins contra la deportación sin pruebas

En 1939, Perkins enfrentó un intento de destitución al negarse a deportar al líder sindical Harry Bridges, en un contexto marcado por la paranoia anticomunista, subrayando la importancia del debido proceso en decisiones migratorias. Time recuerda el suceso
El movimiento fue un éxito: los empleadores aceptaron reducir las horas de trabajo, mejorar los salarios y garantizar mayores condiciones de seguridad.
Su liderazgo consolidó su figura, pero también lo convirtió en un blanco de persecución, especialmente por sus supuestas simpatías comunistas, en un contexto de paranoia anticomunista creciente.En 1937, el director del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) en Seattle solicitó el arresto de Bridges bajo cargos ambiguos de subversión.El pedido de arresto de Bridges fue rechazado por falta de evidencia. No obstante, el INS continuó investigándolo en la costa oeste y en Nueva York. Su caso pronto atrajo la atención del Congreso.
En enero de 1939, el congresista J. Parnell Thomas, un ferviente opositor del New Deal, presentó una resolución para destituir a Perkins.Perkins respondió al Congreso con un comunicado en el que defendió su actuación:
- A pesar de sus argumentos, la presión contra ella aumentó en un clima de hostilidad política y anticomunismo exacerbado.
Perkins recibió cartas de odio con insultos y ataques antisemitas, a pesar de que no tenía ascendencia judía. En una misiva, un remitente afirmaba que protegía a Bridges porque ambos pertenecían a “la misma banda”.
Argumentó que la deportación arbitraria violaba la ley y que su negativa a deportar a Bridges era un acto en defensa de los principios democráticos.
“Si él amenazara la democracia, lo deportaría. Pero la amenaza real es intentar destituirme por cumplir la ley”, advirtió.El Congreso no aprobó su destitución, pero el escándalo dañó su imagen y tuvo repercusiones en su carrera.Perkins quedó marcada como una funcionaria pro-inmigrante, lo que la convirtió en una figura políticamente incómoda. Sin embargo, su lucha por el debido proceso y su defensa del estado de derecho dejaron una huella en la política migratoria del país.
La historia de Frances Perkins es un recordatorio de los peligros de politizar la inmigración y de la importancia de garantizar un sistema justo y basado en la ley.El caso de Bridges y Perkins demuestra que la historia tiende a repetirse, y que el respeto por el estado de derecho sigue siendo una batalla vigente en Estados Unidos.


