27 de febrero de 2025
El periodista Guillermo Salatino fue víctima del “cuento del tío” virtual y perdió todo el dinero de su cuenta: “Yo solito me metí en la trampa”

El reconocido cronista de 79 años narró cómo fue estafado tras ver un falso descuento en redes sociales. Le sustrajeron casi 2 millones de pesos
El cronista, que hace algunas semanas fue reconocido en el Senado de la Nación con un diploma de honor por su “su labor y contribución al periodismo deportivo”, explicó que vio una publicidad en las redes sociales que lo impulsó a llamar al número que difundían con el fin de conocer detalles sobre un sustancial descuento.
Salata, que es una de las caras del tenis en Argentina tras cubrir durante décadas los torneos más importantes del mundo, notó que el contacto telefónico estaba derivando en algo más grave: “De pronto me di cuenta que me hacían preguntas que me llamaban la atención, porque el tipo sabía demasiado. Porque me consultó por una cuenta de tal banco, y cómo está. Después me di cuenta, me fui dando cuenta de a poco, que el tipo me estaba sacando información”.
Estas personas que le hicieron el “cuento del tío” digital también intentaron sacar un crédito desde su cuenta en el banco nacional: “Los tipos a los dos minutos ya habían cerrado la cuenta. Me dijo el gerente del banco que se pasan la plata y desaparecen. Se mete en una nube y esa plata no se ve más. Además me sacaron un crédito de 4 millones y medio de pesos que nunca pedí ni nunca tuve en el banco donde cobro la jubilación. No habrán cobrado nada, supongo, porque yo jamás pedí ni tuve un crédito”.
Afirmó que no “suele tener” el monto que en ese momento tenía en su perfil bancario, aunque aseguró que la estafa pudo haberle causado un daño financiero más grande: “Si me llega a agarrar esto la semana que viene, que me entran las tarjetas y tengo el triple de esa plata, me hacen un desastre económico”.En medio de este robo virtual, notó que los estafadores habían accedido a los datos de las cuatro cuentas a su nombre: “A una no puede entrar porque yo entro con la huella digital y no me acuerdo, cosa que pasa a los 80 años, de la contraseña. Por lo tanto no pude entrar. A las otras sí, a pesar de que entro con huella”.
“No me importa la plata, aunque la necesito y aunque es mucha. Me importa que me pase esto a esta altura, cuando uno se cree vivo, inteligente, que a vos no te va a pasar, que no te van a entrar. Y me la hicieron”, se lamentó. Y agregó con dolor por lo vivido: “A mí me indigna la impotencia que siento por haber entrado en esa trampa y ser tan gil. Te juro que estoy indignado”.