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27 de febrero de 2025

Pasó 65 horas bajo toneladas de escombros en temperaturas extremas y logró sobrevivir

Stuart Diver quedó atrapado en una pesadilla de frío extremo, oscuridad y desesperación. Contra todo pronóstico, logró salir con vida, pero su verdadero desafío comenzó después

>El 30 de julio de 1997, la tranquilidad del complejo turístico de Thredbo, en Nueva Gales del Sur, La pareja se encontraba durmiendo en su habitación dentro del Bimbadeen Lodge cuando, en cuestión de segundos, la estructura colapsó en forma de acordeón sobre ellos. En medio de la oscuridad, Stuart -de tan solo 27 años- trató de moverse entre los escombros, buscando una vía de escape, pero no encontró ninguna. Junto a él, su esposa quedó atrapada bajo el cabecero de la cama y, aunque intentó ayudarla, no pudo evitar su muerte.

Durante más de 65 horas, quedó aprisionado bajo los restos del edificio, con solo unos centímetros de espacio para respirar, soportando temperaturas gélidas, detalló ABC Australia. Además del frío extremo, se enfrentó a la presencia constante de agua helada que se filtraba desde una tubería rota, mezclada con diésel y aguas residuales.

El instructor de esquí recurrió a medidas extremas para resistir, como orinarse en los pies para intentar mantener el calor. Con la espalda presionada contra una roca y su movilidad reducida, su mente comenzó a divagar entre la realidad y el delirio, transportándolo a recuerdos más cálidos. Mientras tanto, afuera, un operativo de rescate con más de 600 personas trabajaba contrarreloj para hallar sobrevivientes en condiciones sumamente peligrosas, con temperaturas de hasta -12 °C y un suelo inestable que amenazaba con nuevos derrumbes.

Luego de permanecer más de dos días sepultado, Diver escuchó un ruido entre los escombros: el sonido de una motosierra y la voz de un rescatista. Su esperanza se reavivó, lo que no sabía es que aún faltaban 11 horas más para lograr su extracción. Recién cuando pasaron 54 horas del derrumbe, el bombero Steve Hirst escuchó a Stuart atrapado bajo tres losas de hormigón.

Para salvarlo, reseñó el Daily Telegraph, se cavó un túnel lateral en un delicado proceso que tomó 11 horas. Diver salió con graves signos de hipotermia y pérdida de peso, pero fue estabilizado y trasladado a un hospital. Stuart logró sobrevivir a las gélidas condiciones, habiendo perdido cerca de 15 kilos en esas 65 horas.

Además, fue el único sobreviviente de la tragedia de Thredbo que se cobró, en total, 18 vidas. Incluida la de su querida Sally.

A pesar de que sobrevivió, Stuart tuvo una recuperación difícil, no solo en el aspecto físico, sino también en el emocional. Pasó una semana internado en un hospital en Canberra, donde los médicos trataron la hipotermia severa y las lesiones causadas por la presión de los escombros. Aunque su estado mejoró rápidamente, su pie izquierdo quedó afectado debido a la congelación, lo que comprometió su circulación y provocó atrofia muscular.

La pérdida de su esposa Sally intensificó su dolor, llevando inicialmente al aislamiento y al abuso del alcohol para adormecer sus emociones. “Tenía 27 años y lo iba a hacer todo yo solo”, relató. Y explicó: “Cuando bebes y tienes una resaca muy fuerte, lo único en lo que tienes que pensar al día siguiente es en la resaca”.

Sin embargo, Stuart logró reponerse y salir adelante con el apoyo de amigos y seres queridos, logrando así superar ese ciclo autodestructivo, encontrando formas más saludables de enfrentar su trauma. El duelo y la reconstrucción de su vida fueron procesos largos y complejos, pero eventualmente Diver encontró una manera de seguir adelante, sin olvidar el pasado, pero sin permitir que lo definiera.

Tras luchar contra el duelo, la exposición mediática y sus propios “demonios”, Stuart encontró apoyo en Rosanna Cossettini, una mujer que había sido parte de la comunidad de Thredbo por más de una década. Dos años después del desastre, comenzaron una relación que le brindó estabilidad emocional y lo ayudó a superar sus momentos más oscuros.

Sin embargo, el cáncer regresó de forma metastásica y tras 11 años de lucha, Rosanna falleció, siendo cuidada en todo momento por su familia. “Fue una experiencia completamente diferente”, explicó Stuart quien, a pesar del dolor, pudo acompañarla hasta el final.

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