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12 de febrero de 2025

La CGT se mantiene casi paralizada, con dialoguistas que se endurecen, internas sin fin y dirigentes que hacen su juego

Entre reclamos de que actúe frente a conflictos laborales y salariales, la cúpula cegetista sigue su tregua con el Gobierno y cada sindicato trata de resolver sus problemas como puede. Héctor Daer, en una doble campaña. Las ausencias al plenario de Luis Barrionuevo

>¿Dónde está la CGT? En medio de las dificultades económicas y laborales que hay en algunos sectores, la pregunta se la hacen algunos dirigentes y delegados que reclaman una actitud más enérgica por parte de la central obrera. Por ahora, la cúpula cegetista sigue apostando a una tregua con el Gobierno mientras cada uno de sus integrantes trata de resolver en soledad los conflictos que se les presentan sin convocar a ninguna reunión de la mesa chica y, mucho menos, del numeroso Consejo Directivo.

Cada sindicato pilotea las paritarias como puede ante el férreo tope salarial impuesto por el Ministerio de Economía, aunque hasta ahora son varios los casos de organizaciones importantes que terminaron cediendo porcentajes de mejora o reformulando sus convenios para adaptarse a los números fijados por el ministro Luis Caputo y lograr así la homologación que les da fuerza de ley a los aumentos.

En las últimas semanas, hubo gremios poderosos que accedieron a bajar sus pretensiones salariales, como Camioneros y la UOM, y uno, como Gastronómicos, que se convirtió en el caso testigo que el Gobierno quiere replicar en otras paritarias por su buena voluntad hacia la pauta de Economía, a tono con la inflación descendente: del aumento del 16% por 4 meses pasó al de 7,6% por 6 meses.

El que se resistió a reacomodar los números fue Héctor Daer, líder de la Federación de Trabajadores de la Sanidad (FATSA) y cotitular de la CGT, que no cedió ante las presiones y no quiso cambiar el aumento del 11,4% para el período octubre-diciembre en tres tramos (4%, 3,8% y 3,6%), pactado con los empresarios, aunque eso trajo como consecuencia la no homologación del convenio.

El problema que condiciona todo es que Daer está en campaña. En doble campaña, en realidad. Este año irá a elecciones en FATSA para buscar otro mandato y también habrá congreso de la CGT para renovar autoridades. Por eso también, creen en el Gobierno, Daer quiere mostrarse más duro que nunca. En Sanidad se está armando una lista opositora tras la ruptura que sufrió el oficialismo en 2022, cuando un grupo de delegados creó la disidente Agrupación 22 de agosto. Daer y su antecesor, Carlos West Ocampo, siempre tuvieron una fuerte oposición del trotskismo del MST en ATSA Capital, pero ahora lo que preocupa es que esta fracción rebelde es de su misma extracción peronista.

Ese es un factor que impediría que Daer sea tan dialoguista como siempre: no puede quedar ante sus bases firmando un acuerdo salarial a la baja mientras les pide su voto para ser reelegido. Lo mismo sucede ante la renovación cegetista: mientras hay versiones sobre una candidatura a diputado por la provincia de Buenos Aires en una lista apadrinada por Axel Kicillof, algo que dependerá de cómo finalice la pulseada del gobernador y la titular del PJ, Cristina Kirchner, el líder de Sanidad quiere fortalecer su rol en la CGT para no parecer un ultra-moderado que cede ante Javier Milei.

El Gobierno se alarmó cuando Daer, en este nuevo rol de dirigente duro, tuvo la idea de organizar a fines de enero en la CGT un encuentro con las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y otros organismos de DDHH para hablar sobre los recortes oficiales en el área de derechos humanos.

Para colmo, el mismo Daer motorizó la presencia de una columna de la CGT en la marcha contra los polémicos dichos de Milei en el Foro de Davos, un tema que, No son las únicas internas de esta CGT casi paralizada. En los pasillos de la sede de Azopardo 802 hablan en voz baja del malestar de la secretaría de Género, Noé Ruiz (modelos), ante el avance de Maia Volcovinsky (judiciales), cosecretaria de Derechos Humanos, en temas que son propios de su área, como la organización de la presencia cegetista en la marcha por el Día de la Mujer.

Mientras, cada cual atiende su juego. Gerardo Martínez (UOCRA), cerebro de los dialoguistas, multiplica las gestiones para evitar despidos en Santa Cruz por la paralización de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) se ocupa de negociar cómo impedir que la eventual privatización de AySA que se analiza afecte a las fuentes de trabajo, mientras habla con el Gobierno ante las quejas de las obras sociales por el fin de la triangulación de los aportes. Y Sergio Romero (UDA), secretario de Políticas Educativas cegetista, intensificó sus reuniones con funcionarios ante la inminente convocatoria oficial a la paritaria nacional docente, con un desafío complejo junto con otros colegas: cómo lograr un aumento importante en el sueldo mínimo del sector, que es de $420 mil, mientras hoy se requiere ganar $449.314 para no ser considerado indigente.

En un año de elecciones legislativas, además, el gremialismo peronista está haciendo todo lo posible para dividirse más aún en lugar de unirse para presionar a los políticos del PJ por más lugares en las listas de candidatos e intentar revertir el drástico retroceso que existe en la cantidad de diputados de extracción sindical (entre 1973 y 1976 llegaron a ser 39 y hoy tienen apenas 5 bancas).

Quedó simbolizado en las sugestivas ausencias al plenario del viernes pasado en Mar del Plata en el que Barrionuevo y otros dirigentes lanzaron el partido Trabaj.AR, una iniciativa del movimiento obrero para recuperar influencia política. Estuvieron Roberto Fernández (UTA), Hugo Benítez (textiles), Juan Pablo Brey (aeronavegantes) y los máximos dirigentes del barrionuevismo, como Carlos Acuña (estaciones de servicio), Daniel y Gustavo Vila (Carga y Descarga), Roberto Solari (guardavidas) y Oscar Rojas (maestranza). Pero pegaron el faltazo Hugo Moyano, Gerardo Martínez, Héctor Daer, Andrés Rodríguez, José Luis Lingeri y Omar Maturano. Si se mantiene semejante grado de fractura, las candidaturas sindicales serán fruto de la fidelidad hacia la jefa del PJ, Cristina Kirchner, o de la capacidad de lobby de cada dirigente. Aquí también cada uno atiende su juego.

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