2 de enero de 2025
Elecciones 2025: antes de la prueba nacional, una agenda abierta con desafíos para Milei y los gobernadores
Más de la mitad de los distritos renuevan sus legislaturas. Varios, como la Ciudad y Santa Fe, ya anunciaron comicios anticipados. Y se espera la decisión de Buenos Aires. El Presidente enfrenta sus primeras batallas. Y los jefes provinciales ponen en juego su propia gobernabilidad
Desde la LLA cargaron contra la decisión porteña con el argumento del oportunismo y el costo que tendría el desdoblamiento. Esto último, desde el punto de vista propagandístico, es contrarrestado desde la jefatura de gobierno con el impulso a la suspensión de las PASO locales, que sin dudas tiene eco nacional. Y el resto, es consecuencia directa del desafío desde el núcleo mileista al distrito histórico del macrismo. Eso último tiene expresión en al menos otros dos sentidos: la disputa en el distrito de vidriera política nacional y pelea por la legislatura como base de poder para la gestión.
Sobre ese panorama abierto, desde el PRO anticipaban antes de concretar el desenganche electoral que las definiciones en el terreno porteño deberían estará asociada a la apuesta bonaerense. Algo así como un compromiso de LLA para no complicar el partido en la Ciudad -donde además la división del voto abre el juego para el peronismo/kirchnerismo- y un aval del PRO a los planes del Gobierno para la provincia. Eso se agregaría al oleaje de la interna en las filas K y se proyectaría a la batalla por los diputados nacionales.
El gobernador no puede descuidar su construcción política y quedar atado exclusivamente a CFK. Visto así, el resultado nacional expone un riesgo, en un tablero que no dominaría. En cambio, poner el peso en la disputa local tiene un sentido práctico, en primer lugar porque un traspié complicaría más aún su situación en la legislatura provincial, que acaba de darle un disgusto al dejar en la banquina sus proyectos económicos. Y a la vez, el adelantamiento podría ser atractivo para los intendentes -y en esa escala, mantener el manejo de concejos deliberantes- frente a limitación que supondría para la LLA la falta de estructuras, sobre todo si es total la ruptura con el PRO. Eso último es un interrogante y no una garantía absoluta.
La cuestión del poder real -con dominio o manejo de las legislaturas- es un dato gravitante para todos los gobernadores, muchos de los cuales no necesariamente tienen ataduras nacionales en el cuadro agravado de fragmentación política. Fuera de la obligatoria renovación legislativa, queda un pelotón de provincias, entre ellas Entre Ríos, San Juan, las patagónicas. Por supuesto, todos piensan en el Congreso: el recambio de diputados y, según el caso, también de senadores.Para completar, dos provincias añaden condimento mayor. Corrientes, al mando del radical Gustavo Valdés, y Santiago del Estero, en manos otra vez de Gerardo Zamora -de lejano origen radical, aliado del círculo de CFK y últimamente, de trato razonable con la Casa Rosada- deben realizar elección de gobernador. Están desfasadas del resto del país como herencia de viejas intervenciones federales.
El mapa, variado, agrega incertidumbres de diferente naturaleza. Una tiene que ver con la actitud que finalmente decida media docena de jefes provinciales que tienen por delante elecciones locales, pero aún sin fecha. Otra remite a Buenos Aires, es decir, a los planes de Kicillof y las tensiones con el núcleo K. Y la tercera, por supuesto, es el juego de Milei.En ese contexto, las cuentas son claras para Olivos en el terreno provincial, porque en la mayoría de los casos y aún si le va relativamente mal, podría acrecentar sus bancadas en las legislaturas locales. Todo parece atado al grado de nacionalización que le impongan todos los actores, incluso mediáticos, a las campañas y a los resultados. Buenos o malos: esa es la zona de riesgo. También en este punto el principal jugador es el gobierno nacional.