27 de diciembre de 2024
Lanzó una newsletter en pandemia y consiguió instalar la filosofía en las redes y la vida de muchas personas. Florencia Sichel: esa voz clave que invita a pensar
Cuando imaginaba a qué se iba a dedicar después de graduarse no sabía que podía hacer filosofía con niños, como no sabía que podía hacer filosofía de la maternidad. Se aventuró a descubrir ambos universos y, sin planearlo, se transformó en referente
Arriba, a modo de volanta del texto titulado “Harta(s). Filosofía y maternidad”, la autora presentaba el espacio y a ella misma: “Harta(s) es una newsletter donde escribo y comparto ideas que me pregunto y pienso en torno a dos de mis mundos preferidos: filosofía y maternidad. Mi nombre es Florencia, estudié y me dedico a la filosofía y soy mamá de Sofía (sí, un poco obvio)”.
No éramos las únicas. El sistema de reenvío de la amiga o la amiga de la amiga se replicaba cada vez en más casillas de correo. Florencia Sichel, la autora de los textos, dejaba de ser una desconocida para pasar a ser esa suerte de amiga por correspondencia a la que no conocías pero que esperabas cada semana. Las newsletters, como género en sí mismo, no eran tan masivas como lo son hoy, y las preguntas de una madre primeriza que se cuestionaba alrededor de esa experiencia abrazaban a muchas madres (primerizas o no) en esos días de cuarentena obligatoria, barbijos y noches eternas. Alrededor de Harta(s) —que poco después comenzó a replicarse en su cuenta de Instagram— alrededor de Sichel, creció una comunidad.
La filosofía —lo sabemos— se define como “amor a la sabiduría”. Sin embargo, Sichel, no siempre supo.—A mí siempre me interesó hacer filosofía con gente que no viniera de la filosofía. Lo que más me gusta es llevarla a otros ámbitos. Y cuando estaba por recibirme, en los últimos años, descubrí un proyecto que se llamaba “Filosofía con niños y niñas”, que no sabía que existía porque no lo estudié en la carrera. En ese momento no había ningún seminario de estos temas y me pareció algo increíble que me mostró, también, otras oportunidades laborales que hasta ese momento ni siquiera había imaginado, como que uno podía hacer filosofía con chicos y chicas, y eso es lo que empecé a hacer.
—Era increíble porque personas que nos formamos en la academia trabajamos para llevar la filosofía a otros ámbitos y pensábamos, justamente, su inserción en las infancias —dice.
Mientras sucedía eso Sichel, siempre inquieta, se formaba —y luego ejercía— como capacitadora de docentes y actualmente es, también, quien coordina el área de Formación ética y ciudadana en el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.La maternidad hizo temblar la tierra bajo sus pies. La maternidad primeriza de una criatura de poco meses en el encierro de la pandemia, abrió la tierra bajo sus pies. Sichel empezó a pensar de dónde agarrarse para no caer.
—En el 2020 Sofi tenía seis meses. Primera ola de la pandemia, encierro masivo. Y me sentí completamente angustiada y abrumada lidiando con ese encierro y con ser madre al mismo tiempo, lo que le pasó a un montón de personas. Se sumaba que una de mis grandes preocupaciones era qué iba a pasar con mi carrera una vez que me convirtiera en madre porque mi profesión ocupa un pilar muy importante en mi vida y me daba mucho temor pensar que no había forma de que la filosofía pudiera convivir con la maternidad. Ahí surgió la idea de escribir una newsletter, cuando empezaba a haber algunas pero no como ahora. Porque yo necesitaba compartir lo que me pasaba. Y, casi como algo vital, me di cuenta de que podía hacer filosofía en mi nuevo entorno: que si antes hacía filosofía en una biblioteca o en un café, ahora podía hacer filosofía con la bebé en la teta, a las tres de la mañana.A Sichel la necesidad de reflexionar y hacerse preguntas sobre la maternidad y todo lo que la rodea, y compartirlas, le brotó como una pulsión. El mundo que conocía había cambiado, el que estaba muros afuera y también adentro. Las preguntas eran otras. Eran nuevas. Pero el deseo de expresarlas y divulgarlas, de invitar a pensar, seguía siendo el mismo. O quizás era aún mayor.Hasta que se puso a pensarlo y escribirlo, cuenta, nunca había leído ni estudiado filosofía sobre estos temas. Dice que hay poca filosofía sobre la vida cotidiana y menos aún sobre “chupete pañales bebés deambuladores sentir que colapsás a nivel laboral”, la que atraviesa o se cuestiona todo lo que rodea a la maternidad.
—Sentí que tenía mucho potencial. Empecé a ver que había lectoras del otro lado, que había gente que respondía los emails —que al principio eran dos personas y una quizás era la amiga de mi mamá, pero después empezó a ser gente que yo no conocía, cada vez más—. Así, esto que comencé de manera muy orgánica empezó a tener una espera del otro lado y se iniciaban conversaciones. Al mismo tiempo empecé a replicar mi contenido en Instagram. Creo que el diferencial tuvo que ver con que, si bien ahora hay un sobrecontenido de maternidad —creo que ya se ha hablado de todo y que hay un exceso de información para la corriente que quieras, desde la que busca el coach de sueño a la que quiere la crianza megahiperrespetuosa—, lo que faltaba era ese lugar que hiciera preguntas, que invitara a pensar y acompañara. Que mostrara contradicciones y que no diera todo tan masticado con un tip y alguien que te diga “Esto es por acá”, que es lo que a mí particularmente, como madre y usuaria de redes, me cansa: que me digan lo que tengo que hacer todo el tiempo.
Al ver que la filosofía y la maternidad, juntas, abrían un océano de profundidad en el que bucear y que del otro lado de la pantalla —medio de conexión, educación, socialización, trabajo, compras, celebraciones, velorios y subsistencia durante la pandemia— había miles de personas en las que ese contenido hacía mella, sobre todo mujeres madres que necesitaban abrazarse y acompañarse, se sumergió.—Tengo acceso a un montón de autores y de ideas y lo que hago es compartirlas, no para que después me sigan con tal librito pero sí me gusta mostrar puntos de vista, mostrar las contradicciones que creo que a veces no se exponen lo suficiente, las preguntas que nos hacemos. Y correrme un poco también de esta cosa moral que hay en torno a las maternidades (y casi en torno a todo) de “esto está bien, esto está mal”. Todo eso me abruma.
Pocos meses después de haberla comenzado Sichel la postuló como proyecto digital a dos convocatorias, una del Fondo Nacional de las Artes y otra privada, quedó seleccionada en ambas, se capacitó y la perfeccionó. La newsletter y ella crecieron todavía más.
Los textos semanales también le quitaron el velo a deseos que su década de trabajar sin parar, con una cantidad enorme de horas cátedra en todos los niveles educativos, en docencia y educación habían tapado: la escritura y la divulgación.Sichel ya había aprendido que el tiempo es un recurso finito y que por más intentos que hiciera de forzarlo y estirarlo, era imposible hacer todo a la vez. Consciente de eso, “con todo el privilegio” pero sin estar exenta del miedo que implican esas decisiones, empezó a renunciar a muchas horas de clase para dedicarse a su espacio de divulgación, a dar cursos y talleres, a la newsletter y a la escritura que, mientras ella le hacía lugar, aparecía. En medio de ese proceso fue convocada por la editorial Planeta para escribir su primer libro: ¿Y vos qué pensás? Viaje filosófico por las ideas (2022), un texto pensado para chicos y chicas entre los 9 y los 12 años, “con un formato de bitácora, porque la idea es que sea un libro para intervenir, donde se pueda escribir, pensar, hacer ejercicios y compartirlo con la familia”.
Ese libro junto a otro titulado “Filosofar desde la infancia. Y perderse en el camino” (2022) —coescrito con Mayra Muñoz y Úrsula Pose— para el que fue convocada por la editorial La crujía mientras escribía el primero, forman algo así como el cierre de una etapa: de su primera década de trabajo con chicos, chicas y adolescentes, en docencia y educación.
—Condensan mis años en las aulas. Así que los quiero mucho —dice.
—Son preguntas que el amor le hace la filosofía donde vas a encontrar, por un lado, autores que tienen que ver con el amor y, por el otro, problemas contemporáneos porque aparecen las redes sociales, aparecen películas y conflictos de la actualidad ligados con estos grandes pensadores y pensadoras.
Cuando escribió su primer número de Harta(s) jamás se imaginó lo que pasaría. En lo que eso se convertiría. Con muchos aprendizajes en el camino, Sichel transformó radicalmente su carrera y su vida.Asegura que aún tiene que planear la manera para que los números cierren, porque hay que pagar cuentas, mantener hijas, “un desafío latente en quienes nos dedicamos a las palabras y a las humanidades”; que le interesa destacarlo porque no es algo menor. Pero ahora su universo, ese que ella misma creó con sus ideas y su trabajo, “es mucho más grande, en lo digital y en la escritura”. Eso, dice, la escritura, es lo que más le interesa a largo plazo.