13 de diciembre de 2024
La minería infantil en Nigeria y el costo humano de la extracción de litio
Según la Organización Internacional del Trabajo, más de un millón de niños trabajan en minas y canteras a nivel mundial, siendo África una de las regiones más afectadas
El estado de Nasarawa, un paisaje repleto de pozos mineros, tanto activos como abandonados, es el escenario donde niños trabajan clasificando y triturando litio, mineral clave para las baterías de dispositivos tecnológicos y vehículos eléctricos, esenciales en la transición hacia energías limpias.
Su madre, Abigail Samaniya, admite que Juliet debería estar asistiendo a la escuela, pero las duras condiciones económicas de la familia la obligan a trabajar en la mina. “Es la única opción”, declaró.
Aunque Nigeria cuenta con leyes que prohíben el trabajo infantil y garantizan la educación básica gratuita, en la práctica estas normativas se enfrentan a desafíos como la corrupción, la precariedad económica y la existencia de minas clandestinas en áreas remotas.Gran parte del litio extraído en Pasali termina en manos de empresas chinas, que dominan la industria minera en Nigeria. Durante una visita reciente al área, periodistas de AP observaron cómo empresas como RSIN Nigeria Limited, de propiedad china, compraban litio sin cuestionar su origen o las condiciones laborales de los trabajadores.La embajada china en Nigeria aseguró en una declaración que las compañías de su país “operan en línea con las leyes y regulaciones locales”, aunque múltiples investigaciones han señalado su implicación en minería ilegal y explotación laboral en África.En el fondo de estos pozos, trabajadores como Bashir Rabiu, de 19 años, extraen mineral bruto que luego entregan a niños menores de 10 años. Los menores, armados con herramientas rudimentarias, clasifican y embolsan el litio para su posterior venta.
Según Bala, un equipo de seis niños puede procesar hasta 10 bolsas de 25 kilos en un día, por lo que reciben 4.000 nairas (unos 2,42 dólares) que se reparten entre ellos.Aliyu Ibrahim, comerciante de litio en Nasarawa, admitió que paga sobornos para evitar sanciones y que vende minerales directamente a empresas chinas. “Es peligroso, pero el trabajo les ayuda a sobrevivir, mientras que el gobierno ha abandonado a los pobres”, afirmó.
Aunque la educación básica se supone gratuita en Nigeria, las tasas ocultas la hacen inaccesible para muchas familias. En Pasali, la escuela primaria local ha perdido casi todos sus alumnos.“La educación debería ser un derecho, pero para estas familias es un lujo”, señaló Juliane Kippenberg, directora asociada de derechos del niño en Human Rights Watch.
Con la creciente demanda de litio, organizaciones y activistas han hecho un llamado para que las empresas globales adopten prácticas responsables y aseguren que los derechos humanos sean respetados en toda la cadena de suministro.(Con información de AP)