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3 de diciembre de 2024

La invasión rusa a Ucrania y el aislacionismo de Putin marcaron el fin de 70 años de cooperación nuclear con Europa

El vínculo con la Organización Europea para la Investigación Nuclear, que abarcaba investigaciones clave en física de partículas y colisiones de núcleos atómicos, se rompió de manera abrupta con el estallido del conflicto

>La invasión rusa de Ucrania en 2022 marcó el fin de una cooperación científica de más de siete décadas entre Rusia y Europa. Este vínculo, que incluía investigaciones destacadas en física de partículas y colisión de núcleos atómicos, se interrumpió abruptamente tras el inicio del conflicto.

En respuesta a la invasión, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), suspendió sus acuerdos con instituciones rusas.

Paralelamente, más de 8.500 científicos y periodistas especializados de todo el mundo condenaron la guerra mediante cartas abiertas, incluyendo una firmada por investigadores rusos en solidaridad con Ucrania.

El cese de la cooperación científica no solo respondió al contexto bélico, sino también a la estrategia impulsada desde Moscú por líderes como Kovalchuk, quien aboga por una “ciencia soberana” que limite la colaboración con Occidente.

Desde su posición en el Instituto Kurchatov, ha promovido la independencia de la investigación nuclear rusa, reforzando vínculos con el Instituto Conjunto de Investigación Nuclear (JINR) en Dubna, un centro histórico de colaboración con países europeos desde los años 50.

Aunque algunos países europeos, como Hungría, Israel, Italia y Suiza, mostraron sus reservas frente a la suspensión total de la cooperación con Rusia, la mayoría de los miembros de la organización decidió avanzar con la medida.

Según un artículo de The Times publicado el 5 de junio de 2024, Borys Grynyov, científico y representante de Ucrania en el Consejo del CERN, advirtió que la continuación de la colaboración con el JINR podría ofrecer a Moscú “una puerta trasera” para que los espías rusos accedieran a los avances científicos más recientes.

Además, aprovechó la ocasión para convocar una reunión con científicos rusos galardonados con megasubvenciones del gobierno, destinadas a impulsar proyectos científicos nacionales.

En su discurso, el presidente ruso subrayó que Rusia no tenía intenciones de “cerrar puertas, ocultar información ni bloquear iniciativas”, destacando que su país seguía abierto a la cooperación internacional. Reiteró la disposición de Rusia para garantizar que los resultados de los científicos rusos fueran utilizados en proyectos de investigación en otras naciones.

El 20 de septiembre, durante una reunión con Vladimir Putin, Mikhail Kovalchuk aseguró que el retorno de los científicos rusos al país sería clave para lograr un “avance tecnológico significativo” y para convertir la infraestructura científica nacional en “la más avanzada del mundo”. Posteriormente, en una entrevista concedida dos meses después, Kovalchuk calificó los intentos de presentar al JINR como una “afiliación neutral” para los físicos rusos como una maniobra por parte de Occidente destinada a aprovechar los recursos científicos de Rusia en beneficio propio.

Las restricciones actuales no solo afectan a los investigadores rusos, que pierden acceso a recursos clave y redes internacionales, sino también al desarrollo científico en Rusia a largo plazo. Aunque se exploran nuevas colaboraciones en Asia y otras regiones, la ruptura con Europa representa un desafío para el progreso científico del país.

Beate Heinemann, directora de la división de física de partículas del Sincrotrón de Electrones Alemán (DESY) en Hamburgo, reconoció los desafíos que esta ruptura representa para el progreso de la investigación científica global: “No es que el fin de la colaboración imposibilite las investigaciones, pero sí que dificulta las cosas y puede haber retrasos”, declaró a la agencia de noticias DPA.

Por su parte, Markus Klute, director del Instituto de Física Experimental de Partículas del Instituto Tecnológico de Karlsruhe (KIT), expresó su pesar por el fin de una colaboración que se remonta a la Guerra Fría, cuando científicos de Rusia y los países europeos trabajaban juntos por una curiosidad científica compartida, sin importar las tensiones políticas de la época. “Eso ya no parece posible y es una verdadera lástima”, lamentó Klute, quien ha sido testigo de décadas de cooperación.

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