26 de noviembre de 2024
Socorro Venegas: “No comprender por qué algo vivo tiene que morir, ese es mi superpoder”

Perdió a su hermano a los 11 años y años después, a su esposo. Hija de un papá alcohólico y de una mamá devastada, la autora mexicana dialogó con Infobae Cultura sobre cómo con sus historias reúne los pedazos y puede seguir adelante
“En La noche será negra y blanca el punto de partida es autobiográfico, aunque esté escribiendo ficción. Habla de esa ausencia (NdR: la muerte de su hermano menor) que termina contaminándolo todo a su alrededor y la gente ya no vuelve a ser la misma de antes. La pérdida te obliga a transformarte, a tomar decisiones. Te obliga porque vos no elegiste eso, te vino solo. Y esas decisiones reorientan el rumbo de tu vida”, dice.
En esta ficción la familia que protagoniza la historia dejó de serlo. No hay familia. “Cuando el dolor es el que habla, dicta ese tipo de necesidades incomprensibles. Desesperadas”. La conversación con la ganadora del Premio Nacional de Novela Carlos Fuentes, es muy cercana, casi íntima y entonces revela uno de sus grandes secretos: “Cuando escribo estoy indagando en la herida. Hurgar en la herida. Volver a abrirla y revisar”, dice como si fuera una cirujana del alma humana. Y lo es. En ese camino quiere comprender lo incomprensible.“Es que no entiendo por qué algo vivo tiene que morir, y ese es mi superpoder”, dice. Y es así. No lo entiende ni ella, ni nadie y a la vez es el motor de su obra. Es que somos testigos inermes frente a esa partida. “Y no se vuelve de eso – asegura con una tranquilidad inquietante- porque algo de ti se fue con el que partió”.Pero hay algo más que hacen los personajes de la historia y es bloquear el duelo, el dolor por la pérdida. Y si bien acuerdan no hacerse daño - echándose culpas, por ejemplo- tampoco se consuelan. No pueden consolarse, darse fuerzas como familia que eran y dejaron de serlo. Y entonces el padre las abandona. Se va para siempre. Es como una salida a la experiencia que se trata de evitar, que no se atraviesa del todo. Es escapar de lo inevitable. “La huida del padre es una distracción. Distrae del duelo que urge gestionar, cursar, atravesar”.
Ceniza roja (Páginas de espuma, 2021) es otra de sus obras y la más autobiográfica, dice. Primero fue un diario del dolor, de su desgarro – prescripto por su psicoanalista- por la muerte de su esposo, que falleció de repente debido a un aneurisma. Tardó 3 meses en poder empezar a escribirlo. Y 20 años después, ese acto terapéutico de la escritura, indicado por su médico, se transformó en un libro, aunque no había nacido para ser publicado. Reconoce que ni siquiera pudo, años después de haberlo escrito, leerlo en voz alta. Eso, lo tuvo que hacer su editor. Y en esa lectura se encontró de nuevo con aquella mujer que había sido y que hoy ya no es. “El duelo es como un tiempo inmovilizado que te transforma. Te cambia para siempre”. Y yo agrego: es un no tiempo, es un mientras tanto. Un limbo.Las historias de Venegas te miran a los ojos. Te hablan a vos, a mí, a todos. Te dicen: mirá querida, a partir de ahora las cosas son así y más te vale darte cuenta y empezar a remar. “La pérdida de un ser amado te deja un hueco y luego tú misma te conviertes en uno. Es caer de espaldas, y aunque esa caída te permite seguir viviendo, no hay certeza de cuando terminarás de caer”.
Después de una hora de charla, que parecieron 10 minutos, le pregunté si podrían existir otras formas de aprender en la vida que no sean a través del dolor, de la pérdida, de quebrarse en mil pedazos y andar por ahí juntando pedacitos. Si es que existe alguna posibilidad de aprender algo, en una hamaca paraguaya, bebiendo de un coco, debajo de una palmera. Porque les digo la verdad: ya me cansó eso de que se aprende del dolor, de la desesperación, de los puñetazos en la panza. No quiero más. Además: ¿para aprender qué?, ¿tengo que sufrir para aprender?, ¿Por qué?