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26 de noviembre de 2024

Llanto angustiante y colapso mental en un combate que quedó en la historia del boxeo: “Fue una de las peleas más extrañas de mi vida”

Todo sucedió en pleno combate, cuando Oliver McCall se derrumbó emocionalmente tras el final del cuarto asalto ante Lennox Lewis por el título de los pesos pesados del CMB

>“Que raro que no se puso a llorar”, “Al menos no se puso a llorar y renunció”, “Imagínate si hubiera estado Lewis en frente suyo”. Los usuarios en las redes sociales pueden ser muy crueles y los deportistas muchas veces tienen que lidiar con las críticas después de exponerse en cada presentación.

El calendario marcaba el 7 de febrero de 1997. McCall iba a subirse al ring montado en el Hilton de Las Vegas para disputar el título de los pesos pesados del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) que había dejado vacante Mike Tyson, frente al imponente Lennox Lewis, a quien le había arrebatado la corona en 1994 tras vencerlo inesperadamente por nocaut en el segundo round tres años atrás.

En la previa muchos ponían en tela de juicio que se llevara a cabo el combate, sin embargo el legendario promotor Don King se encargó de asegurar que estaba todo bajo control y que el evento se llevaría adelante sin complicaciones. Nada más lejos de lo que terminó sucediendo.

Los 4500 espectadores presentes en el recinto fueron testigos del histórico combate, que terminó entre risas y abucheos.

Su actitud desconcertó a más de uno, aunque no suponía un signo de preocupación. Lo peor estaba por venir cuando saltó al cuarto round. La pelea se volvió completamente anormal, hasta para el propio Lennox Lewis, quien desde el primer momento notó que algo estaba sucediendo al ver que su rival no lo atacaba y sólo caminaba cubriéndose de vez en cuando a base de reflejos y sin una técnica vistosa.

Tanto el juez Mills Lane como su esquina trataron de calmarlo en un acto inédito dentro del boxeo profesional. “¿Puedes seguir peleando?”, le preguntó el árbitro, a lo que contestó: “Quiero pelear, necesito pelear”. Esa respuesta y el visto bueno de sus asistentes hicieron que el combate continuara, al menos unos segundos más.

Menos de un minuto pasó del quinto round para que Lane detuviera la pelea. McCall estaba ido, ya prácticamente ni se cubría de los ataques de un Lennox visiblemente sorprendido y huía de cualquier tipo de confrontación. Finalmente, el árbitro frenó la contienda y le dio la victoria al británico.

Al día siguiente, en una conferencia de prensa recogida por el periódico The New York Times, el norteamericano intentó argumentar su extraño comportamiento sobre el ring. “Mi estrategia fue -y sé que suena un poco absurda- una especie de cuerda-a-dope, reconoció McCall, haciendo referencia a la táctica que utilizó Muhammad Ali para vencer a George Foreman en Zaire (1974).

“No renuncié, vine a ganar”, les aseguraba a los periodistas que estuvieron presentes durante la confusa rueda de prensa que duró cerca de 40 minutos y en la que intentó explicar que su llanto se debía al enojo que sentía porque sabía que las cosas dentro del ring estaban yendo mal.

“Creo que tuvo una crisis nerviosa y tal vez fue una reacción a la forma en que estaba viviendo fuera del ring”, y “El muchacho necesita hablar con alguien del campo de la salud mental”, habían sido las observaciones de Sulaiman y Lane, respectivamente.

En esa línea, otro de los que se pronunció fue Dino Duva, organizador de la pelea, quien responsabilizó a Don King de lo sucedido: “Él no debería haber permitido esta pelea. Propusimos que Lewis peleara con otro boxeador y dijimos que cuando McCall estuviera listo, pelearía con Lewis. Don King estafó al CMB. Es una vergüenza. La gente compra entradas y nosotros nos sentimos avergonzados. No se debería haber permitido que (McCall) peleara”.

Bob Arum, en tanto, consideró: “Todos aprendimos una lección esta noche. Si un chico está en rehabilitación, no lo dejas participar en una pelea importante. Un tipo que está en abstinencia de drogas puede hacer todo tipo de locuras”.

A principios de abril de 1997, McCall fue internado en un hospital psiquiátrico en Danville, Virginia. El ingreso se realizó a pedido de su esposa, quien consideró necesario tomar esta medida. El especialista encargado de la evaluación consideró justificada la internación, señalando que McCall representaba “un peligro inminente para sí y para otros como resultado de una enfermedad mental”. La evaluación también indicaba que el paciente era “incapaz de cuidar de sí mismo debido a su condición mental”.

Ahora, lejos de querer retirarse, desafió a su siguiente rival con sed de venganza: Mike Tyson. “Bueno, en la próxima pelea, voy a pesar unos 5 kilos menos, así que voy a tener mucha más técnica, y puedo golpear. Definitivamente podría golpear. Mi defensa es bastante decente. ¿Qué tal si pierdo unos 5 kilos más? Estoy listo para cualquiera (...) quiero vengarme de Nate Robinson y luego de Mike Tyson, eso sería genial”, manifestó tras su último triunfo.

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