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22 de noviembre de 2024

Scarlett Johansson cumple 40 años: la estrella del cine que vivió una infancia precaria y siempre supo que sería actriz

Debutó en cine a los ocho años. Tuvo actuaciones consagratorias en películas como Perdidos en Tokio o Historia de un matrimonio. Mantiene su vida personal fuera del alcance del público y es madre de dos hijos

>Forma parte del selecto grupo de actrices a las que se puede identificar por el nombre de pila. Allí están Meryl, Julia y ella, Scarlett. Fue una estrella toda su vida. Brilló en todos los géneros, desde éxitos de taquilla hasta en películas de autor e incluso trabajos de doblaje. Tom Rothman, director de la división cinematográfica de Sony Pictures, la describió como a la legendaria actriz Carole Lombard: “Esa combinación muy rara de glamour, belleza e inteligencia”. Lo que convierte a Scarlett Johansson en una verdadera estrella de cine, con una voz adorable que se remonta a la década de 1940, cuando las figuras relevantes tenían tonalidades distintivas.

Scarlett Ingrid Johansson nació en Nueva York el 22 de noviembre de 1984, junto a su hermano gemelo, Hunter, que llegó al mundo tres minutos después. Además de la herencia danesa por parte de su padre, tiene herencia judía y de Europa del Este por parte de su madre. “Mis padres solían llamarnos a todos ‘knishes daneses’”, contó de modo cariñoso, al hablar de sus raíces y sumando que no le sorprende “las desagradables erupciones de antisemitismo” en todo el mundo. “No debería sorprendernos”, dijo la nominada al Oscar por su papel en Jojo Rabbit (2019), en la que interpretó a la madre de un joven hitleriano que descubre que es parte de la resistencia y esconde a una niña judía en la casa.

Scarlett vivía en Greenwich Village, Manhattan, y asistió a un colegio público y luego a uno de artes escénicas. Pero en aquel entonces, Johansson dijo que la escuela pública era mucho más diversa: “Muchos de los artistas del barrio tenían hijos que iban allí”. No nació en cuna de oro sino que lo hizo en una familia con una economía más bien ajustada, tal como explicó sobre las finanzas en su infancia: “Vivíamos de la beneficencia, de cupones de comida”.

Johansson dio muestras de estar destinada al mundo del espectáculo desde una edad muy temprana. “Siempre me incliné hacia la actuación, siento que nací y dije: ‘Voy a actuar’”, comentó. En cierta ocasión hizo un berrinche en la oficina de un agente de talentos porque no estaban interesados en ella. Scarlett recordó esa experiencia: “Estaba devastada. En ese mismo momento pensé que toda mi vida se iba al suelo”. Pero está claro que la joven estaba totalmente decidida. Entonces su madre encontró un agente y empezó a hacer audiciones para comerciales. “Era como estar en un concurso de belleza. Las otras madres daban mucho miedo y era horrible, una escena realmente desagradable”, contó la actriz, y añadió que ella y su mamá tenían peleas dramáticas por la tensión. Con el tiempo, Johansson dejó de presentarse a las audiciones de publicidades para ir sólo a los castings de cine, así pronto consiguió su primer papel.

Sus primeros papeles en el cine le cambiaron la vida. Tenía ocho años cuando apareció en Regreso a casa (1994), su primera película. La experiencia le abrió los ojos al hecho de que podía tener una buena carrera. Cuatro años más tarde, dio un paso más en la actuación, como dijo: “Había hecho probablemente cinco o seis películas en ese momento, unos proyectos emocionalmente fuertes, y recuerdo haber pensado, ‘Oh, espera, puedo aprender a manipular lo que estoy haciendo’”. Su actuación llamó la atención de la industria y empezó a “recibir muchos guiones” sobre chicas jóvenes en escenarios complejos. A partir de ese momento, quedó claro que la rubia era algo más que una actriz infantil brillante y feliz, destinada a las películas navideñas de Hallmark y a las comedias románticas.

Protagonizó junto a Robert Redford El señor de los caballos (1998) y saltó a la fama en Perdidos en Tokio (2003), de Sofia Coppola, que filmó cuando tenía 17 años. Interpretó a una insomne joven esposa en Tokio, donde su marido, un fotógrafo, está en misión. Y ella sale con otro desvelado, una estrella de cine con problemas matrimoniales que está en Japón filmando un anuncio de whisky, interpretado por Bill Murray. La combinación fue explosiva.

Scarlett Johansson ha sido descrita como una actriz de método, una técnica que a menudo se asocia con actores que van demasiado lejos sumergiéndose al extremo en sus papeles. Y aunque pasó algún tiempo entrenando en Lee Strasberg Theater & Film Institute, no fue así cómo se convirtió en el talento que es hoy. Su formación comenzó cuando tenía 7 años, y se basó en sus propios instintos en lugar de seguir un tipo de formación específica, como reveló: “Aprendí muy pronto a manipular mis emociones. Desde que tengo uso de razón, he sido consciente del comportamiento humano y fui capaz de imitarlo de alguna manera”. Más que la técnica del método, Scarlett aprendió a actuar confiando en sí misma.

Más tarde, cuando estaba en la adolescencia, la directora de Perdidos en Tokio, Sofia Coppola, dijo: “Te hace sentir que ha dado la vuelta al mundo. Tiene una frialdad y una sutileza que no esperas. Da la sensación de que ha visto muchas cosas”. Reputación que le valió una serie de papeles complejos y maduros que definieron los inicios de su carrera. La actriz dijo que protagonizar Perdidos en Tokio tuvo un gran significado, ya que ese había sido un año salvaje porque de repente estaba “en todas partes”. Confesó que tanta atención mediática fue “difícil de manejar”, y dijo que el rodaje de la película fue “duro” para ella: “Me sentí un poco fuera de lugar, tenía 17 años cuando hice esa película”. Añadió que ella y Bill Murray tenían energías muy diferentes en el set, pero cuando las cámaras empezaban a rodar, todo encajaba de alguna manera.

El movimiento #MeToo se puso en marcha cuando una serie de actrices denunciaron el acoso sexual que habían sufrido en Hollywood. Pero Scarlett que había empezado a actuar mucho antes, en 2008 había hablado de la dificultad de envejecer como actriz. Luego, en 2014, afirmó que el apodo “ScarJo” era, “vago y frívolo”, y agregó: “Hay algo casi violento en eso. No creo que nadie en mi vida me haya llamado así”. Además, en 2019 la estrella reveló que nunca se había identificado con la imagen que el público tenía de ella. Johannson dijo: “Cuando trabajaba a los 20 años sentí que de alguna manera me estaban hipersexualizando. Supongo que en esos días le parecía bien a todos -era otra época-, aunque eso no formara parte de mi propia narrativa”.

En 2008, Scarlett Johansson se casó con el actor Ryan Reynolds, pero como ella declaró: “Con Ryan siempre mantuvimos nuestra vida en privado”. La relación no duró, y la pareja se separó en 2010. Según explicó la actriz, el divorcio fue deprimente pero con la ayuda de sus amigos, su hermano y su abuela, encontró el apoyo que necesitaba. También explicó que quería mantener en privado los motivos de la ruptura, pero confesó: “Puedo ser demasiado crítica conmigo misma y con otras personas”. Más tarde, en 2014, Johansson agregó que había aprendido mucho de aquella pareja, revelando: “Creo que me conozco mejor. Siento que ahora sé más de lo que necesito y lo que quiero en una relación”. Añadió que su tiempo con Reynolds le dio “más herramientas para comunicarse”.

Después del matrimonio de casi tres años con Reynolds, Johansson estuvo casada con Romain Dauriac, un periodista y ejecutivo de publicidad francés, con quien vivía en París y tuvo a su hija Rose en 2014. Sin embargo, su relación no perduró y se separaron dos años después. La maternidad había cambiado completamente su vida: “Creo que el hecho de que te ocurra algún tipo de acontecimiento que te cambie la vida, como tener hijos... es muy, muy inspirador”, dijo. Convertirse en madre sola también la inspiró para realizar películas como Historia de un matrimonio (2019) y Jojo Rabbit. “Como madre soltera puedes sentir soledad y tener una constante sensación de duda, de no saber qué estás haciendo, y no tienes a nadie más”, confesó Scarlett. Sin embargo, dejando de lado todas las dificultades, tener a su hija le ha dado una gran alegría. Al hablar de ella, expresó: “Cuando la miro, me siento llena de esperanza y positivismo”.

En 2019, Scarlett anunció que estaba comprometida con el comediante de Saturday Night Live, Colin Jost. La pareja se conoció en 2010, allá cuando la actriz aún estaba casada con Ryan Reynolds. Sin embargo, no fue hasta 2017 que se vincularon de un modo romántico. Fueron vistos en una cita unos meses después del segundo divorcio de Johansson. Se veían cada tanto cuando ella volvió a ser anfitriona del programa, pero siempre estuvieron involucrados con otras personas. Luego, cuando ella llegó a ser conductora en 2017, ambos estaban libres. “La invité a salir después de la cena de anfitriones que tenemos los martes por la noche”, dijo Jost. “Yo estaba como, ‘¿Quieres ir a tomar una copa?’ Luego tomamos unas copas hasta las 4 de la mañana. Fue genial. No fue bueno para mi escritura, pero sí para mi futuro matrimonio”.

Cuando Johansson fue anfitriona de Saturday Night Live en diciembre del 2019, se mostró eufórica. “Este lugar significa mucho para mí. Tengo muchos amigos aquí y conocí al amor de mi vida”, declaró. Y Jost está muy enamorado. En su libro A Very Punchable Face: A Memoir, el actor dijo que desde su primer encuentro, vio que ella tenía “una gracia y una sonrisa” que no había visto en nadie más. En 2020, Scarlett Johansson y Colin Jost se casaron en una pequeña ceremonia íntima y el 18 de agosto de 2021 nació el pequeño Cosmo.

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