Lunes 7 de Octubre de 2024

Hoy es Lunes 7 de Octubre de 2024 y son las 17:25 -

29 de septiembre de 2024

De acelerar un Red Bull de Fórmula 1 en Salinas Grandes a la fiesta del TC: los días de Daniel Ricciardo en la Argentina

A fines de 2012 el australiano domó un auto campeón mundial con Sebastian Vettel a 3.300 metros de altura en Jujuy e hizo vibrar a multitudes en la Avenida del Libertador y en el Autódromo Roberto Mouras de La Plata

>Una semana después de la dramática definición por el título de Fórmula 1 que logró Sebastian Vettel (Red Bull) sobre Fernando Alonso (Ferrari) en Brasil, un joven de 23 años llamado Daniel Ricciardo, quien por entonces corría en Toro Rosso (hoy Racing Bulls, su último equipo), pasó cinco días inolvidables en la Argentina. El australiano se movió como pez en el agua en un lugar que lo recibió con los brazos abiertos, con un pueblo ávido de F1 y hasta se animó a participar de una fiesta popular como el Turismo Carretera.

Luego de la exhibición que en octubre de 2008 hizo David Coulthard con un Red Bull RB01 en la Avenida 9 de Julio y con el Obelisco de fondo, cuatro años más tarde la bebida energizante armó una movida promocional que fue más allá de Buenos Aires y llegó a Jujuy, que por primera vez tuvo la chance de tener a un coche de la Máxima en su tierra.

Por eso fue tan especial lo que hizo Ricciardo en la Argentina. Además, fue la última vez que un auto de F1 contemporáneo giró en nuestro país. Otras historias fueron la prueba privada de la Ferrari F2004 de Michael Schumacher con Luis Pérez Companc en Buenos Aires en 2017 y la exhibición del Williams FW 07 de Carlos Alberto Reutemann que fue conducido por José Ignacio Savino (piloto de TC) en 2023, cuando se estrenó la repavimentación del Oscar y Juan Gálvez.

Daniel llevó el Red Bull en las Salinas Grandes a más de 250 km/h y dejó postales únicas. “Manejar sobre sal es increíble, la sensación de agarre del coche es muy diferente. Es extraño manejar sobre una superficie tan desigual y resbaladiza”, contó el australiano en un comunicado publicado por Red Bull en esos días. “Lo importante es que he sido capaz de controlar el coche, y lo he puesto a gran velocidad. Ha sido una experiencia muy buena, en este lugar único, en medio de la nada”, agregó luego de posar con unas llamas.

Terminada la actividad en el norte del país, Daniel y toda la delegación de Red Bull emprendió viaje hacia Buenos Aires. El sábado 1 de diciembre se llevó a cabo otra exhibición, a la que acudieron 50 mil personas. Fue en la Avenida del Libertador, en Palermo, en un circuito de 820 metros. Tuvo varias salidas, fue a fondo con el pie derecho sobre el acelerador y la gente se emocionó con un auto de F1 en vivo y en directo.

Dio algunas vueltas, hizo los típicos trabajos de recambios de goma y para finalizar, Daniel se brindó con las clásicas “donas”, que son los trompos en los que dejó la marca de los neumáticos por varios días. Luego se bajó del coche y con mucha predisposición se acercó a la gente para sacarse fotos y firmar autógrafos, y, pese a que la organización del evento lo apuró, Ricciardo se tomó todo el tiempo del mundo. “Webber afuera” o “Ricciardo a Red Bull”, fueron las palabras de aliento que Daniel escuchó de los fanáticos. Nunca antes había estado en la Argentina y se lo vio muy feliz.

Lejos del glamour del ambiente de la F1, Daniel se prestó para compartir una fiesta popular como lo es el TC. No le importaron los detalles, solo quiso conocer de qué se trataba esa categoría histórica y ver cómo era el público en un autódromo argentino. Subieron el Red Bull en una “plancha” (el camión grúa) y por la Autovía Juan Manuel Fangio llegaron al escenario platense.

La gente no lo sabía y fue una sorpresa. Nadie entendía nada cuando escucharon sonar al V8 de Renault. Pareció una broma, pero fue realidad. Ricciardo, sí, el mismo que el domingo anterior había corrido en el Autódromo José Carlos Pace de Interlagos, salió a pista en el Roberto Mouras y las hinchadas de Ford, Chevrolet, Dodge y Torino vivieron una fiesta inolvidable.

Más tarde el piloto australiano volvió a Buenos Aires y lo mismo el Red Bull. Emprendió viaje a su país, pero nadie le quitó aquellas horas inolvidables en las que gracias a su forma de ser disfrutó como un argentino más. Fueron momentos mágicos en los que Daniel Ricciardo dejó su sello en nuestro país con su típica sonrisa de oreja a oreja, espontáneo, natural, sin las cámaras por una transmisión en vivo o por el compromiso de la política en la F1.

COMPARTIR:

Comentarios

  • Desarrollado por
  • RadiosNet