Sábado 18 de Enero de 2025

Hoy es Sábado 18 de Enero de 2025 y son las 07:48 -

2 de agosto de 2024

Maduro y la banalidad del mal

El autor, que fue ministro en Venezuela, destaca la crueldad y las mentiras del mandatario de su país. Este artículo integra el libro “Lo que nos está pasando”, de edición reciente

>Que la maldad puede ser banal ya nos lo explicóArendt cuenta que Eichmann no era muy inteligente; no pudo completar los estudios secundarios o la escuela vocacional y solo encontró empleo como vendedor itinerante gracias a los contactos de su familia. Según ella, Eichmann se refugiaba en «frases hechas, clichés y el lenguaje oficial». Uno de los psicólogos que lo examinó reportó que «su única característica inusual era ser más normal en sus hábitos y en su lenguaje que el promedio de la gente».

El presidente de Venezuela acaba de publicar un muy revelador artículo de opinión en El País. En él documenta su mendacidad, confirma su banalidad y despliega su inmensa crueldad. Comienza afirmando: «Nuestra democracia es distinta a todas. Porque todas las demás […] son democracias formadas por y para las élites». Resulta que la opulenta élite creada por Hugo Chávez, y perpetuada por Nicolás Maduro, lleva dos décadas enriqueciéndose ilícitamente y ejerciendo el poder de manera nada democrática. Su control sobre todas las instancias es absoluto. Un ejemplo: entre 2004 y 2013, el Tribunal Supremo de Justicia dictó 45.474 sentencias. ¿Cuántas de estas fallaron en contra del Gobierno? Ninguna.

Pero Nicolás Maduro no solo se preocupa por las madres. También lo angustian los jóvenes: «Hace veinte años, antes de nuestra revolución bolivariana, era normal echar la culpa de la cesantía de los jóvenes a los propios jóvenes […] que por flojos merecían una salud paupérrima, sueldos de hambre y vivir sin techo. Pero con nosotros en el Gobierno la cosa cambió».

En esto el presidente tiene razón, la cosa cambió: ahora el poder de compra del salario mínimo es un 94,4 por ciento más bajo de lo que era en 1998. En la práctica, el salario mínimo «en la calle» es de poco más de tres dólares al mes (2,5 euros). Un mes de salario mínimo «oficial» solo alcanza para comprar dos kilos de pollo. Y ni siquiera todos lo alcanzan. Una enfermera que trabaja por su cuenta, por ejemplo, gana el equivalente de seis centavos de dólar al día. Pero hay más: los jóvenes que tanto preocupan al presidente son las víctimas más frecuentes del desenfreno criminal que sacude al país. Venezuela sufre uno de los más altos índices de asesinatos del mundo. ¿Qué ha hecho Maduro al respecto? Nada.

Además de desplegar su liderazgo económico y social, el presidente de Venezuela usa su columna para reafirmar sus credenciales democráticas: «Para nosotros solo hay libertad y democracia cuando hay un otro que piensa distinto al frente, y también un espacio donde esa persona pueda expresar su identidad y sus diferencias». Para centenares de presos políticos, ese «espacio» es una celda inmunda en la que viven hacinados en condiciones inhumanas y donde algunos de ellos son regularmente torturados, tal como lo han denunciado todas las organizaciones internacionales de derechos humanos. En la Venezuela de Chávez y Maduro, pensar distinto se volvió muy peligroso.

Para profundizar en la democracia que reina en su país, Maduro ha convocado elecciones anticipadas y es uno de los candidatos con más posibilidades de ganar, a pesar de que sus votantes se están muriendo de hambre: «Nos hemos empeñado con pasión en transparentar, en respetar y en hacer respetar las leyes electorales para las elecciones del próximo 20 de mayo […]. Y ese proceso será limpio y modelo».

Es muy revelador que, en su larga columna, Maduro no haya dedicado ni una línea a comentar sobre el infierno que están viviendo los venezolanos. En las encuestas que miden la felicidad expresada por la gente en distintos países, Venezuela solía estar entre los primeros. Hoy es uno de los lugares más infelices del mundo; ocupa la posición 102 entre 156 países encuestados. Los millones de venezolanos que han abandonado su tierra tampoco merecen comentario alguno de Maduro.

Y es que una de las peculiaridades más indignantes del régimen de Chávez y Maduro es la criminal indiferencia que han mostrado ante el sufrimiento de los venezolanos que ellos dicen amar. La indolencia, el desinterés, la pasividad con la que Maduro trata las trágicas crisis que crecen y se multiplican, matando a diario cada vez a más ciudadanos, parecieran no afectarlo, no motivarlo a actuar, a buscar ayuda. Al contrario: Maduro niega que Venezuela sufre una crisis humanitaria y no permite la ayuda internacional que podría ya haber salvado miles de vidas.

Es cierto que puede estar abriendo espacios para nuevos líderes democráticos que traigan otras propuestas. Los choques externos son una amenaza creciente para América Latina. Pero no tanto como las amenazas que constituyen la complacencia y la falta de previsión. El más de lo mismo ya no va a funcionar. Quienes antes rompan con el conformismo y salgan de su zona de comodidad tendrán más oportunidades de evitar que los choques externos los arrollen.

4 de mayo de 2018

♦ Moisés Naím nació en Trípoli, Libia, en 1952. Es un reconocido escritor y columnista venezolano, autor de varios libros influyentes en el campo de la economía y la política internacional.

♦ Fue Director Ejecutivo del Banco Mundial, destacándose en ambos roles por su enfoque en la reforma económica.

♦ Su libro más conocido, “El Fin del Poder,” examina cómo el poder ha cambiado en el siglo XXI, y ha sido ampliamente reconocido y traducido a varios idiomas.

♦ Actualmente, es miembro del Carnegie Endowment for International Peace, un think tank global dedicado a la paz y la cooperación internacional.

COMPARTIR:

Comentarios

  • Desarrollado por
  • RadiosNet