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2 de agosto de 2024

La pesadilla de una joven trans en Rusia: engañada, la internaron en un centro de conversión y sufrió abusos brutales

Ada Blakewell soportó trabajos forzados, torturas psicológicas y actos inhumanos que le dejaron traumas permanentes. Su relato revela la cruel realidad de las terapias anti LGBTque impulsa el Kremlin

>En un país donde la represión a la comunidad Ada Blakewell, una mujer transgénero, creció en una familia profundamente religiosa, miembros de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Inspirada por historias de personas trans que habían encontrado aceptación, decidió revelar su identidad. Sin embargo, su familia la rechazó, describiendo su condición como “un veneno del diablo” y una contaminación de la cultura occidental. En 2018, Ada se mudó de la casa familiar, pero un año después, fue engañada para acompañar a su madre a una supuesta cirugía cardíaca. En lugar de eso, fue llevada a un centro de conversión en una zona rural de Rusia, donde comenzó su pesadilla.

El centro al que fue llevada Ada no era exclusivo para personas LGBTQ+. También albergaba a personas con adicciones y problemas de salud mental. Durante nueve meses, Ada fue privada de todos sus dispositivos electrónicos y medios de comunicación. Fue sometida a un “entrenamiento de masculinidad” que incluía trabajos manuales como construcción y cortar madera, oraciones forzadas y, en un acto particularmente traumático, la obligaron a castrar un cerdo. Este último evento, que los encargados justificaron como una forma de hacerle entender lo que significaba cambiar de sexo, le causó severos ataques de pánico.

El abuso psicológico y físico al que Ada fue sometida dejó cicatrices visibles y un profundo trauma emocional. Al salir del centro, Ada fue diagnosticada con trastorno de estrés postraumático (TEPT), un reflejo de la gravedad de los abusos sufridos.

El caso de Ada es solo una parte del panorama más amplio de represión en Rusia. En junio de 2023, el Ministerio de Salud de Rusia ordenó a las clínicas emplear sexólogos para “curar” la homosexualidad y la transexualidad, revirtiendo la eliminación de la homosexualidad de la lista de trastornos mentales en 1999. Un mes después, Putin firmó una ley que prohibía las cirugías de afirmación de género, la terapia hormonal y el cambio de género en documentos oficiales. Estas medidas son vistas como un retroceso en los derechos humanos, y forman parte de una agenda conservadora más amplia del Kremlin.

La situación se ha deteriorado aún más desde la invasión rusa de Ucrania en 2022. Putin ha utilizado esta guerra como una excusa para reforzar su agenda conservadora y represiva, presentando a Occidente y a la comunidad LGBTQ+ como amenazas a los “valores tradicionales rusos”. En un foro cultural en San Petersburgo, Putin se burló de las personas transgénero, llamándolas “transformers o trans-algo”. Este discurso de odio ha legitimado aún más la violencia y la discriminación contra las personas LGBTQ+ en Rusia.

A pesar de las restricciones, Ada y otros activistas continúan luchando. En 2023, Ada confrontó a legisladores rusos, incluidos el presidente del Parlamento ruso Vyacheslav Volodin, sobre el impacto letal de las leyes anti-LGBTQ+. Aunque sus esfuerzos cayeron en oídos sordos, su valentía resuena como un símbolo de resistencia. En una reunión, Volodin desestimó sus preocupaciones preguntándole bruscamente “¿Quién te dejó entrar aquí?”, lo que subraya la indiferencia del gobierno hacia los derechos humanos de las minorías sexuales.

Además de Ada, muchos otros han tenido que huir del país para sobrevivir. Francis, un hombre transgénero, y su familia fueron obligados a huir de Rusia después de que las autoridades les quitaran a sus hijos adoptivos. Ahora viven en España, donde Francis ha encontrado estabilidad. Ally, una persona no binaria, también se vio obligada a dejar Rusia y ahora reside en Georgia, enfrentando retos adicionales debido a la invasión rusa en Ucrania.

Tras escapar del centro de conversión, Ada se mudó a un pequeño apartamento en Moscú, donde ofrecía refugio a otras personas trans. Sin embargo, la implementación de nuevas leyes fue la gota que colmó el vaso, obligándola a huir de Rusia. Ahora reside en Europa occidental, donde ha encontrado un entorno más seguro. Sin embargo, el dolor y el trauma de su experiencia en el centro de conversión siguen siendo un recordatorio constante de la intolerancia y el odio que enfrentó en su país de origen.

Historias similares de represión y huida son comunes entre la comunidad trans rusa y fueron reportadas por BBC. Francis, quien comenzó su transición en Rusia y luego se vio forzado a huir, recuerda cómo las autoridades locales intentaron arrebatarle sus hijos biológicos después de que le quitaran a los adoptivos. La familia de Francis ahora vive en relativa seguridad en España, pero él aún enfrenta problemas con la documentación, ya que todos sus documentos oficiales llevan su nombre anterior, lo que causa confusión y dificultades legales.

El régimen de Vladimir Putin ha demostrado una y otra vez su desprecio por los derechos humanos y su determinación de oprimir a las minorías para mantener el control político. La represión de la comunidad LGBTQ+ es solo una parte de su estrategia más amplia para consolidar el poder mediante la creación de un enemigo común. A medida que Rusia se adentra en una era de mayor autoritarismo y represión, la comunidad internacional debe intensificar su apoyo a los defensores de los derechos humanos y a aquellos que luchan por la libertad y la igualdad en el país.

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