2 de mayo de 2024
Los militantes que no se fueron de la plaza: Perón, entre la unidad nacional y el sectarismo vanguardista montonero
Aquel primero de mayo de 1974, la agrupación Montoneros ya tenía decidido manifestarse en contra del gobierno del General Perón. Canciones, abucheos, bataholas y una provocación que hizo que la Plaza de Mayo se convierta en el quiebre de la relación entre el presidente y parte de la militancia. La película completa de un capítulo bisagra de la historia argentina y el movimiento que nació aquel día
En enero del ‘74, el gobierno mandó al Congreso un proyecto de modificación del Código Penal. Se intentaba frenar a la guerrilla del ERP que, aprovechando la derogación de las leyes represivas, de julio a diciembre de 1973 habían realizado 185 atentados, en promedio uno por día. Los diputados que respondían a Montoneros se opusieron a los cambios. Perón los recibió, los escuchó pacientemente y les explicó la necesidad de las reformas. Por orden de Firmenich ocho diputados renunciaron a sus bancas.
Durante el mes de febrero se sucedieron una serie de reuniones de Perón con los distintos grupos de JP en las cuales participaron los Montoneros. El 26 de abril, Perón, los recibió nuevamente. Alberto Molinas, de Montoneros, habló sobre el acto del primero de mayo advirtiéndole que “a la Plaza de Mayo van a concurrir todas nuestras organizaciones, que se van a expresar en sus canciones y estribillos”. Luego criticó largamente a la “burocracia sindical” y a otros sectores, y pasó un listado de reclamos al gobierno. Finalizó con una declaración en alusión a que iba a ir a la Plaza en función de la promesa que Perón había hecho el 12 de octubre: “Cada primero de mayo voy a presentarme en la Plaza de Mayo para preguntarle al pueblo si está conforme con el gobierno que realizamos”. El 30 de abril Montoneros publicó una solicitada convocando a la Plaza de Mayo, con el listado de exigencias al gobierno peronista.
Mucho antes de que Perón pronunciara la palabra “imberbes”, Montoneros ya tenía decidido ir a la Plaza a cuestionar su gobierno. Esa concepción incluía la idea de confrontarlo y vaciar el acto. No existió esa situación inesperada y sorpresiva, que describen algunos, en la que un Perón ofuscado echó a los jóvenes de la Plaza.
Montoneros invirtió importantes recursos para movilizar asistentes desde todo el país. Grandes columnas de colectivos confluyeron en Acceso Norte desde la mañana y se fueron a concentrar en la facultad de Derecho en la avenida Figueroa Alcorta, desde donde marcharon las columnas.
El acto tenía características de fiesta, con artistas populares. La JP-Montoneros gritaba tapando a los cantantes “No queremos carnaval/Asamblea popular”. Cuando llegó el momento de la coronación de la reina del trabajo, fue Isabel la encargada de coronarla. Las columnas la abuchearon y corearon: “No rompan más las bolas/Evita hay una sola”.
Ante cada mención de algo que tuviera que ver con los gremios, estallaba la consigna: “Se va acabar/se va acabar la burocracia sindical” y “Rucci, traidor, saludos a Vandor”. Se estaba cumpliendo la advertencia que Alberto Molina en nombre de Montoneros le había hecho a Perón: “La gente se va a expresar con sus canciones y estribillos”.
Y efectivamente el estribillo de la ocasión era el cuestionamiento a su gobierno: “Qué pasa/qué pasa General/está lleno de gorilas/el gobierno popular”. Que no cesó ni cuando Perón pidió varias veces con sus manos el silencio necesario para comenzar su discurso.
Los relatos posteriores dirán que “no hubo orden de irse, la gente se comenzó a ir sola”. Algo de eso es cierto también. Estaba fresco el recuerdo de los incidentes de Ezeiza y los jóvenes de JP movilizados por Montoneros, cuando vieron la reacción de Perón y de los grupos sindicales, su actitud sensata fue retirarse antes de quedarse a una refriega.
La lectura de la cúpula de Montoneros fue que el pueblo había abandonado a Perón para “adoptar la identidad política superadora del peronismo que es la identidad Montonera”. Así lo manifestaron en un documento publicado en el Evita Montonera de octubre del ‘76 (ya en medio de la debacle producida por la represión): “El primero de mayo de 1974, en la Plaza de Mayo, coreando el nombre de Montoneros, la mayoría del pueblo allí presente se retiró enfrentando la política errada del General Perón. Allí, en ese hecho, se manifestó la frustración y el agotamiento del peronismo y el nacimiento de su identidad transformadora”.
La verdad era otra. A partir de ese primer día de mayo de 1974, fue el pueblo peronista el que se alejó cada vez más de los Montoneros, que luego de pasar a la clandestinidad en septiembre del ‘74, se convirtieron en un aparato armado, con mucho dinero, muchas armas, pero huérfanos de acompañamiento popular.
No todos se fueron de la plaza
Eduardo el Negro Moreno, viejo combatiente de las FAP, y uno de los líderes de la ruptura de La Lealtad, solía decir que “no todos los que se fueron de la plaza, habían luchado por el regreso de Perón, ni todos los que habíamos luchado nos fuimos”.
El 3 de febrero de 1974 en Baradero, un congreso de la JP Regionales de la Segunda Sección Electoral, hizo pública su ruptura con la conducción de Quieto-Firmenich y dio origen a la JP Lealtad y Montoneros Soldados de Perón.
Aproximadamente un tercio de los cuadros veteranos de Montoneros más gran parte de los grupos juveniles de base abandonaron la organización en disidencia con la línea política de enfrentar a Perón y seguir con la lucha armada en pleno gobierno constitucional.
En una solicitada firmada por Montoneros Soldados de Perón podía leerse: “Nuestro líder, el Teniente General Juan Domingo Perón, ha dado los primeros pasos seguros hacia la Liberación Nacional. Sin embargo, retardatarios y apresurados, desde adentro y desde fuera del Movimiento Peronista y en función de proyectos propios, persisten en torcer el rumbo marcado por nuestro conductor y sabotean sistemáticamente el proceso de Reconstrucción Nacional, haciéndole el juego a nuestros enemigos históricos, replegados pero alertas. Los retardatarios, escudados tras una falsa ortodoxia. Los apresurados, pretendiendo instrumentar un falso monopolio de la lucha y el sacrificio”.
“El retorno a la Patria y al gobierno del general Perón son el resultado de 18 años de guerra integral del pueblo peronista, bajo su conducción estratégica y no solo de la lucha de los últimos años o de las acciones heroicas de un conjunto de militantes”.
“Los firmantes: Columna Oeste del Gran Buenos Aires, Columna Capital Federal, Columna Nordeste de la Provincia de Buenos Aires -ex columna Artigas-, Unidades de la Columna Sur de Gran Buenos Aires y Unidades de la Columna Norte de Gran Buenos Aires, resuelven:
1°) Desconocer a la actual conducción nacional de la organización por ser la responsable directa de las modificaciones inconsultas de nuestra línea política-militar, apoyada sobre sectores recién incorporados al movimiento y a la organización.
2°) Reafirmar la nunca desmentida conducción del General Perón, como líder de la clase trabajadora argentina y de la Revolución Justicialista.
3°) Convocar a todos los peronistas a ampliar su organización en la lealtad y su participación activa en la defensa del gobierno del pueblo”.
Firmaban “Montoneros Soldados de Perón” acompañados por el tradicional “Perón o Muerte. Viva la Patria”.
El primero de mayo, la JP Lealtad ingresó a la plaza con una nutrida columna detrás de un cartel que decía “Lealtad”, que hoy suele verse mucho en las fotos que circulan por internet. Entre quienes se quedaron en la plaza aquel día, hubo alguien que años después sería muy importante en la historia argentina: Néstor Kirchner marchó junto al grupo de JP La Plata que lideraba el entonces diputado Carlos Negri. Su novia Cristina Fernández, según contó ella misma, ese día se quedó en La Plata. Se quedaron también en la plaza, otros que ya eran famosos, como Don Arturo Jauretche y el padre Carlos Mugica, quien incluso fue increpado por algunos que se marchaban.
Carlos Mugica manifiesta su apoyo a la Lealtad
El 19 de marzo, en el diario Mayoría Mugica publicó una columna titulada “La encrucijada de la juventud: de la alineación ideologista al realismo cristiano.” En el texto, expresaba su apoyo a la JP Lealtad y reforzaba los argumentos de la solicitada de los “Montoneros Soldados de Perón”.
Carlos Mugica: ”Es reconfortante advertir en una reciente solicitada de los sectores más combativos de nuestra juventud el rechazo categórico al socialismo dogmático y la afirmación rotunda de la Doctrina Justicialista (…). En estos días hubo dos manifestaciones públicas. Una en el estadio de Atlanta. Muchos jóvenes, pocos obreros. Allí prevaleció la ideología por sobre la realidad (en referencia al acto donde habló Firmenich). Otra en Plaza de Mayo. Esos trabajadores auténticos cabecitas no especulaban cuando gritaban ‘Perón - Zorilla un solo corazón’. Estaban reclamando condiciones dignas de trabajo y carne barata para el pueblo”.
“La encrucijada de la juventud es dramática. Y nos envuelve a todos. Porque sin ella no vamos ni a la esquina. Y la responsabilidad de nosotros, sacerdotes, educadores, es enorme”.
“Si la juventud renuncia a buscar la revolución en los libros (con el peligro de morirse en un error de imprenta) y asciende al pueblo asumiendo sus problemas reales y su lucha por acabar con el gran pecado de nuestro tiempo, la explotación del hombre por el hombre, el destino de la Revolución Justicialista quedará asegurado”.
El diario de Montoneros, Noticias, dirigido por Miguel Bonasso, en un pequeño recuadro de su página central le respondió a Carlos Mugica con el título: “Nuevas ideas del Padre Mugica”. El breve comentario concluía con una frase de clara intención descalificatoria: “Durante la campaña electoral, Mugica solía ser aclamado al grito de ‘Mugica Montonero’, calificativo que una vez desestimó diciendo, ‘no me da el cuero’”. Bonasso usó la obvia acusación de cobarde, la chicana preferida de la organización contra los que disentían con su conducción. Un Carlos Mugica que no se cansaba de repetir: “Estoy dispuesto a que me maten pero no a matar”. Una convicción y valor que diez días después pagó con su vida.
Lamentablemente muchos no escuchamos a Perón esa mañana. Su mensaje, su legado del Modelo Argentino conserva hoy absoluta actualidad.