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22 de mayo de 2023

Tejedoras rurales: las prendas que venden son de lana de oveja teñida con yuyos

"Telar Campesino" es un proyecto que comandan madres, hijas y abuelas y en él comparten sus saberes ancestrales para poner en práctica el oficio, el arte de hilar, teñir y urdir para producir prendas que lanzaron al mercado.

21-05-2023 | 18:10

Tejedoras rurales se unieron y venden sus prendas de lana de oveja teñida con yuyos. Foto: prensa.

Motivadas por las ganas de superarse y hacer valer sus tradiciones, un grupo de tejedoras de las zonas rurales del sur de Mendoza lanzó al mercado las prendas que ellas mismas tejen con productos naturales de lana de oveja teñida con yuyos, y aguardan que el Laboratorio de Fibras del INTA Bariloche ayude a aplicar mejoras en su materia prima al momento de la esquila y el hilado.

Madres, hijas, abuelas comparten sus saberes ancestrales y crearon "Telar Campesino", cuyas prendas nacen de manos curtidas por el trabajo rural que desarrollan en el secano del sur mendocino, en los puestos de crianceros de Punta del Agua, Los Leones, Los Toldos y El Nihuil, en las afueras de San Rafael, al sur de Mendoza.

Ivana Villegas (34) es hija de una tejedora de quien adquirió el oficio y el arte de hilar, teñir y urdir "todo el trabajo completo hasta terminar la prenda", comentó.

"Recuerdo que a los 9 años mi mamá me urdió mi primer cintilo y a partir de ahí no dejé nunca más de tejer", recordó la tejedora, maestra de maestras en el arte del telar.

Bellos ponchos abrigados, mantas, yerberas, alfombras, fajas o ruanas salen de sus manos y sus ruecas con naturales coloridos extraídos de yuyos recolectados del campo.

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Para lograr esos exclusivos colores, las mujeres recurren a los yuyos que rodean sus hogares como la jarilla, el piquillín o el albaricoquillo que tras un proceso de hervido con bicarbonato dan bonitos tintes "que nunca destiñen", aseguraron las emprendedoras.

Desde la Estación Experimental del INTA Rama Caída, en San Rafael, la Coordinadora de Extensión, Paula Diez, comentó a Télam que tras la esquila realizada en febrero pasado se han enviado muestras al Laboratorio de Fibras del INTA Bariloche "donde se evaluará una serie de atributos como el diámetro y largo de la fibra, o el rendimiento del lavado para poder aplicar mejoras".

Es que sus familias tienen ovejas, pero la lana que esquilan no sirve. La tiran, la queman o la venden a bajísimo precio que ni alcanza para cubrir el costo del esquilado, y deben comprar los vellones en Trelew.

Foto: prensa.

"La idea es investigar y que ellas puedan utilizar su propia lana. Cambiar el proceso o la época de esquila, adquirir una escardadora (pequeña máquina que ayuda a sacar la lana sucia y hacer fibras para facilitar el hilado), y hasta incorporar un macho mejorador de lana que ayude en esta escala artesanal", explicó la técnica que las asiste.

"Recuerdo que a los 9 años mi mamá me urdió mi primer cintilo y a partir de ahí no dejé nunca más de tejer"

Este grupo de campesinas, de entre 20 a 75 años que son las más experimentadas, nació en plena pandemia y con el correr de los meses ha logrado grandes avances en sus ventas.

Entre ellos, la venta de sus tejidos a través de redes sociales, en diferentes ferias e inclusive a turistas del exterior.

Hace poco, un subsidio de Ciencia y Técnica les permitió comprar una computadora y una rueca; y recientemente el proyecto Colores del Desierto relacionado al Rescate del Saber Ancestral de Tejedoras Campesinas y el Uso de Plantas Tintóreas hizo que el docente y arqueólogo Salvador Paulides lograra también una beca de investigación.

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Las mujeres, hilan, tiñen y tejen en sus casas, pero luego ofrecen juntas las prendas en redes sociales o en ferias, identificadas por la autoría y precio.

"Nuestros tejidos son todos diferentes, cada prenda es única y original. Todo se logra de manera natural, sin tintes artificiales", comentó Mariela Rojas del puesto Los Leones.

Caminos de mesa, morrales, ruanas, almohadones, pie de cama se logran con tintes de raíces de molles, piquillín y albaricoquillo; o ramas de jarillas, te pampa, o chinchill "que da un verde precioso", asegura Urbelina Moya, quien destacó que juntas han aprendido "a valorar el trabajo que hacemos".

Finalmente, la mujer cuenta que "Telar Campesino es el nombre que elegimos porque nos identifica".

"Queremos que no se pierda la tradición; es algo que siempre hicimos para la familia y los conocidos, ahora queremos que salga a la luz el trabajo que hacemos y que lo pueda ver otra gente que no lo conoce", coincidieron.

Foto: prensa.
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