El portero Jorge Mangeri, condenado a perpetua por el crimen de Ángeles Rawson, rompió el silencio desde la cárcel de Ezeiza. "No soy un asesino, no soy un violador", expresó.

"Cuando ocurrió este aberrante crimen tenía 46 años de buenas costumbres, jamás tuve un problema con la ley, no cometí un delito ni pise una comisaría. El único problema que tuve fue una infracción de tránsito", según se publicó en Infobae.

Consultado sobre pormenores de la causa que conmovió al país, Mangeri expresó que "el ADN lo plantaron. El servicio de huellas digitales genético de la Nación hizo las cosas mal y se comprobó en el juicio. Estuve con la fiscal María Asaro y me imputó por un delito. Me quedé desde las 12 de la noche hasta las 5 y media de la madrugada que quedé detenido ilegalmente. Está en la causa. En ese período, fui sometido por el subcomisario de homicidios de la Policía Federal, Martín de Cristóbal, a cobardes amedrentamientos dentro de la fiscalía, apretándome, torturándome psicológicamente durante dos horas".

En ese sentido, el condenado contó que le decían que "me tenía que ‘hacer cargo’, que la había matado, que la había violado, que si no me declaraba culpable, mi esposa sería detenida porque había mentido. Me habló mal de la víctima. Me decía que quizá era una provocadora: ‘Yo sé cómo son las chicas, son calienta pava’ y ‘decí que fue un accidente’ porque ‘se te fue la mano’. Me decía que dijera que le pegué una piña".

También manifestó que la relación con Sergio Opatowski, el padrastro de Ángeles, era "normal" y que "en un momento me dieron las llaves, les daba de comer a los gatos. A veces venía la desinfección y entrábamos al departamento".

Presión policial

En otro momento de la charla, Mangeri relató que "a las 5.20 de la madrugada el subcomisario De Cristóbal, me dice que iba a llamar a la fiscal para que admita que la había matado. Le dije que yo no iba a decir nada de eso. La llamó y vino Asaro, que me preguntó qué tenía para decirle. El subcomisario me dice: ‘Decile lo que me dijiste’. Le respondí que no le había dicho y le pedí hablar a solas con la fiscal. Ella se negó y pidió que hablase delante de todos. Si era testigo no tenían por qué allanarme la casa a las nueve de la noche. Violaron todas las garantías y derechos constitucionales. Ahí me di cuenta de que la fiscal era parte de ese juego perverso. Que el asesino era yo y el delito me lo tenían que poner a mí. Estaba todo armado desde la fiscalía, para que saliera esa noche como responsable del hecho. Cualquier cosa que hubiese dicho esa noche les venía bien para imputarme del crimen".

A su entender, Mangeri tiene entre seis y siete hipótesis de quién pudo matarla. "No hubo violación. La nena no fue violada y no hubo intento de violación", reafirmó.

Luego manifestó que su familia, como su esposa y su cuñado, fueron amenazados y acusó a la madre de la víctima de mentir en el juicio.