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8 de diciembre de 2022

Al perder un ser querido se aconseja decirle a los chicos y chicas siempre la verdad

"El hecho de que se muera alguien cercano en la infancia es una de las experiencias más disruptivas y radicales que se puede tener", coincidieron los especialistas consultados por Télam. Además brindaron recomendaciones sobre cómo explicar a las infancias el impacto de una muerte cercana.

Por María Clara Olmos 08-12-2022 | 17:57

Los chicos tardan mucho en adquirir la idea de irreversibilidad y en reconocer "que aquel que murió no está ni vuelve más". (Foto: Alejandro Santa Cruz)

Transitar un duelo es "siempre difícil" y más aún cuando sucede en la infancia, al ser "una de las experiencias más radicales" en la vida de una persona, por lo que especialistas resaltaron la importancia de poder hablar de la muerte con niños y niñas desde edades tempranas, con diálogos acordes a su etapa "intelectual y emocional", como así también de acompañar un proceso de duelo teniendo en cuenta sus tiempos y propiciar espacios en los cuales "puedan expresar sus sentimientos".

"El hecho de que se muera alguien cercano y muy querido en la infancia es de las experiencias más disruptivas y radicales que alguien puede tener, aún cuando no sea un hecho trágico, siempre será doloroso", explicó Jessica Polonuer, psicóloga y directora de Fundación Aiken,

una ONG que se dedica hace más de una década al acompañamiento de duelos en la infancia

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El dolor ante el fallecimiento de un ser querido, sostuvo, no se puede evitar y si bien esto "no implica que todos los niños requieran de ayuda profesional" para afrontarlo, todo duelo "necesariamente debe ser acompañado para ser transitado de manera saludable".

Jessica Polonuer, psicóloga y directora de Fundación Aiken. (Foto:Camila Godoy)

"Los niños, pero sobre todo los más pequeños, no tienen capacidad psíquica autónoma para tramitar una pérdida, por lo que gran parte de los avatares que se jueguen en un proceso de duelo tendrán que ver con cómo su entorno ayude a elaborar esas heridas, lo cual es un desafío cuando la familia también está en duelo", explicó en esa línea la psicóloga especializada en infancias, Beatriz Janin.

Durante un duelo, a diferencia de las personas adultas, los niños están "absolutamente sujetos a su contexto" y necesitan un entorno "disponible desde lo emocional", en el cual poder alojar el llanto, la duda, el enojo o lo que le esté sucediendo, añadió la psicóloga.

En diálogo con Télam, las especialistas enfatizaron en que los niños procesan los duelos y expresan sus sentimientos de "una forma y en un tiempo diferente a los adultos", especialmente cuando de la primera infancia se trata, durante la cual la idea de muerte es "muy relativa".

Los chicos tardan mucho en adquirir la idea de irreversibilidad y en reconocer "que aquel que murió no está ni vuelve más", lo que supone "un golpe muy fuerte" a las fantasías de "omnipotencia infantil", a partir de la cual los niños creen "que podrán revivir a aquel que se murió". A medida que crecen tienen "más posibilidades de tramitar la pérdida e ir retirando la investidura a ciertos recuerdos", al apelar al lenguaje verbal, el juego y las simbolizaciones.

Pese a la "dificultad" que supone para las personas adultas hablar sobre la muerte, las especialistas resaltaron la importancia de "decirle a los chicos siempre la verdad", no usar metáforas que confunden y hablar de la realidad de la muerte en su sentido biológico, aunque sin dar detalles "innecesarios".


"Al contrario de lo que a veces los adultos piensan, a los chicos los tranquiliza saber, por ejemplo, que cuando una persona muere no sufre hambre ni frío ni se siente solo. Es una imagen muy terrorífica la de alguien enterrado en soledad si no comprenden lo que sucede biológicamente", explicó Polonuer, junto a las coordinadoras del área clínica de la fundación, Julieta Montoya y María Marta Díaz.

Los dibujos de los chicos y chicas en los que recuerdan a los afectos que ya no están. (Fotos: Camila Godoy)


En las paredes de la sede de Fundación Aiken, en el barrio porteño de Balvanera, afiches de distintos colores -cuya caligrafía evidencia la autoría de los menores que concurren a los talleres de acompañamiento- enlistan algunos de "los derechos de niños y niñas en duelo": "Derecho a estar tristes", "A recordar al familiar que ya no está", "A no querer hablar si no queremos", "A llorar", "A ser escuchados", "A que respeten nuestros silencios", "A que respeten nuestros tiempos", son algunos de ellos.

Como en todo, no hay una única forma de transitar un duelo y resulta fundamental "poder validar las emociones que aparecen ya que todas tienen un sentido, incluso las que peor prensa tienen, como estar enojados o revoltosos".

"Estamos en una cultura que no le da tiempo ni lugar a la tristeza y el dolor. Esta idea de pensamiento positivo y optimismo a veces hace mucho daño porque no deja habitar ese momento", cuestionaron.

Durante un proceso de duelo, es "esperable" que los niños "griten, lloren, se porten mal y se enojen supuestamente por cualquier cosa, que estén irritables", detallaron las profesionales.

"Si un chico perdió un ser querido, durante un tiempo es probable que no tenga el nivel de aprendizaje de otros momentos, pero eso es recuperable.


"Si el contexto (de los niños) está convulsionado con la muerte de un ser querido, ellos tenderán a sostener su vida habitual, a no mostrar dolor, a cuidar a los que lo rodean y a disociarse (del dolor del resto) para no quedar sumergido en una situación dolorosa sin que nadie lo pueda contener", explicó por su parte Janin.

Y agregó que, en esos casos, es probable también que los chicos intenten sacar a las personas adultas "de la situación de ensimismamiento" y resultar desobedientes o revoltosos "con tal de despertarlos y reconectarlos con ellos".

Asimismo, identificaron que hay "expresiones muy difíciles" también, como cuando los chicos dicen "que se quieren ir con quien murió", lo cual no tiene que ver con ideas de suicidios, sino "con el deseo de estar con el otro".

La labor de la Fundación Aiken

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